Debo admitir que este fin de semana no he dormido casi nada y se me nota, mis ojeras son inmensas. Cada vez que me veo al espejo estoy peor y como si fuera poco he pillado un resfriado. El salir medio calata me ha afectado, pero supongo que es una pequeña ventaja porque no he asistido al instituto en toda la semana, seguro ya todos están enterados que lo mío con Philip terminó.
—Mi bebita linda, ¿cómo estás? —mi madre entra con una bandeja en sus manos, trae mi almuerzo, que seguro es sopa de pollo con verduras.
—Creo que un poco mejor —le sonrío con sinceridad, la extrañé, regresó ayer, mi papá no pudo regresar por un pequeño inconveniente, pero mamá dice que probablemente mañana ya esté aquí.
—Bebita, ¿por qué parece que tus trasnochadas llevan días?¿Ha pasado algo que no me has contado?¿Todo bien con tus amigas?¿O es un problema con Philip? —sus manos acurrucan mi rostro con ternura, trayendo las ganas de llorar a mi cuerpo, llevaba un día sin llorar.
—Es con Philip, pero no es un problema, porque solución ya no tiene —dejo que las lágrimas caigan de mis ojos mientras la miro con cansancio de no poder dejar de pensar en eso, en recordar el día en que pasó todo.
En estos días no he hablado con nadie, a duras penas sí he contestado las llamadas de mis amigas, no más. Me siento tan cansada, encima que tampoco he podido comer tranquila, he estado teniendo ataques de ansiedad, pero leves.
No duda en abrazarme cuando escucha lo que le digo.
—Ay, Kay, todo tiene solución, si han peleado tienen que hablar con calma —se acomoda mejor en mi cama y me apoyo en su regazo mientras soba mi cabeza y pasa sus dedos por mi cabello—, Philip es un buen chico, es calmado, vosotros ya sa...
—Me engañó —le corto, sus palabras me hacen ver como la mala de la película, cuando en realidad la que salió más lastimada fui yo, ni siquiera tuve la fuerza de reclamarle algo.
Se queda callada un rato, su mano en mi cabeza se detiene y me mira con seriedad, como si lo que le acabara de decir fuera mentira.
—Bebita, no te derrumbes de esta forma por eso, entiendo lo doloroso que puede ser, pero no lo hagas ver así porque mientras más te convences de que te destruyó más realidad se hace —me habla con tranquilidad, hay cierta molestia en su voz.
—No te entiendo —gimoteo.
—No pienses en lo mal que te sientes, en lo rota que te sientes, piensa... piensa en que ya está pasando, que ya lo estás superando, a pesar de que haya pasado hace poco tiempo —se explica—, en estas situaciones eres tú contra tu mente.
—¿Quieres decir que tengo que decirme que ya lo estoy superando para superarlo?¿A pesar de que es una mentirota? —alzo una ceja mirándola con un poco de diversión, poniendo mi brazo para apoyar mi cabeza.
—Exacto —pellizca mi nariz dándome una sonrisa alentadora.
—Está bien, lo voy a intentar, cuando me recupere del resfriado, mientras déjame sufrir tranquila —me dejo caer de nuevo en su regazo.
—La etapa de superación es lo más difícil, así que mientras puedes sufrir todo lo que quieras, pero en poco tiempo te quiero ver parada y dando todo de ti para pasar de página —me alienta.
Amo a mi mamá, lo es todo para mí, siempre intenta ver mi lado y me comprende, nunca me ha gritado por nada, tampoco me ha castigado, tengo la suficiente confianza con ella como para contarle mis cosas personales. Desde que era pequeña me ha demostrado que confiar en ella es lo primordial y que nuestra relación madre-hija se basa en eso. Supongo que puede ser porque es madre joven y sus experiencias y sentimientos adolescentes no se le han olvidado por completo.
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¿PODEMOS SER ALGO MÁS... O NO?
Storie d'amoreKyla es una chica que a simple vista tiene una vida perfecta, pero ¿quién realmente la tiene? Ella hace todo lo posible para que nadie sepa más allá de su realidad construida ante la sociedad, es linda, tiene muchos amigos, un chico que la quiere mu...