01 - ¿destino o coincidencia?

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En el cruel mundo, hay una infinidad de situaciones y personas. En algunos casos, las situaciones pueden ser injustas, como quizás alguna que estés viviendo en este momento, pero mi ángel, no pierdas las esperanzas, tu salvación llegará, ya sea de la mano de una persona o por tus propios logros.

Muy en el fondo del corazón, mis esperanzas se habían visto apagadas como una vela en una abrumadora oscuridad. A pesar de nunca haber carecido de una buena posición económica, desde mi infancia me vi sometida a dedicar todo mi tiempo a estudios para hacer felices a mis padres si no deseaba ser una fracasada y buena para nada, o bueno, así me decían ellos, y aquí estoy, tengo un trabajo estable, me pagan bien aunque me explotan hasta altas horas de la noche, pero vivo de manera digna.

Nunca entendí las necesidades de otros y siempre fui egoísta con lo mío, pero realmente me lastimaba el corazón ver a gente que no tenía mis mismas posibilidades. Siempre me pregunté qué se sentiría tener el estómago vacío por semanas, o cómo se sentiría pasar la noche en estas fechas de frío, cada que llovía, bajo un árbol sin nada que me cubriese del afilado y helado viento. Como el solo imaginarlo me daba escalofríos, desde siempre que salía de casa le daba de mi dinero a los vagabundos que me encontrase en el camino, después de todo, de seguro ellos lo necesitarían más que yo.


- ushh... Qué frío hace, mierda. Me estoy congelando. No puedo creer que me dejo explotar de esta manera...- murmuré tiritando, caminando encorvada y a paso rápido.-

Esa noche me habían obligado a trabajar por horas extras, aunque tanta queja no era, después de todo, me pagaban bien.
Por estas fechas, la gente volvía a su casa temprano, pues el frío era insoportable, era un frío que mordía la piel y calaba hasta los huesos, no me sorprendería si empezara a nevar de repente... Aunque estaba rogando que no sucediera.

Por lo general a estas horas tan tardes, cualquiera se encontraba en su casa, y la gente que no tenía, se veía refugiada cerca de algún lugar que le proporcionara algún calor y le aislara del salvaje frío, pero claro, allí estaba yo... La estúpida que se veía "paseando" las calles de Tokyo a altas horas de la noche, tiritando de frío, si sólo supieran lo que es vivir trabajando y estudiando como un burro. ¡Ellos son los que me deben entender a mí! ¿Por qué debo entenderlos a ellos?

De repente, mis pensamientos se vieron interrumpidos por un pequeño sonido de bolsa o algo así, a mi lado derecho en un callejón oscuro. Pude notar por el costado de mi ojo un ligero movimiento... ¿Era acaso eso un animal? ¡Dios, le tengo mucho miedo a los animales! ¡¿Y si me hace algo?!... ¡¿qué mierda es eso?! ¿Por qué se está acercando sigilosamente a mí? ¡No pienso voltear mi mirada a ver! Fue lo que pensé, pero, mi curiosidad era más grande, así que voltee mi rostro hacia la dirección del ruido, para enfocar con mejor claridad lo que se acercaba a mí.

Era un niño de a la vista 10-14 años, lo primero que vi fueron sus ojos, eran de un color lavanda apagado, no encontré brillo alguno, pero mirando a otros lados, vi que traía un cabello índigo oscuro largo, desordenado. Su piel era pálida, casi traslucida, y la oscuridad del callejón hacía que esta resaltara más, haciendose ver como si fuese brillante a tal grado de palidez.
Su rostro traía algunos raspones y moretones, y alguna que otra mancha de quizás tierra o suciedad. Pero pude notar que su expresión era de pánico al verme, ¿Quizás lo estoy asustando...? De cualquier manera, era como si me llamase, pero no con palabras, sino como si físicamente me estuviese atrayendo como un imán hacia él, ¿Qué era está sensación tan extraña?...

Mi cuerpo parecía congelarse, pero no por el frío, sino por lo que tenía en frente mío. Pude notar tanto sufrimiento a través de unos simples ojos, y ni siquiera conocía a quien tenía en frente. Ese niño parecía un ángel, un ángel sucio y lastimado, lleno de raspones y con ropa gastada. ¿Cómo el mundo podía ser tan cruel para dejar de lado a una cosa tan hermosa? Quiero decir, ese niño tenía un rostro angelical, me provocaba querer rasguñar mi rostro por la angustia que sentía del solo verlo en un estado tan denigrado y deplorable, tan débil y frágil.

Noté que el peli índigo se le estaban formando lágrimas en los ojos, y su cuerpo temblaba, no podía entender si era el frío o el miedo que me tenía. Sus mejillas y nariz empezaron a tornarse de un color carmesí, estaba al borde de llorar, y quizás era mi culpa.
Los sollozos empezaron, deslizando gotas similares a cristales por las rosadas mejillas del pequeño. Sus cuerdas vocales parecían estar ultrajadas por el frío. Mi expresión se mantuvo en incredulidad desde un inicio, aunque mi corazón dió un vuelco al escuchar esos lloriqueos.

- ¡a-alue... Aliejatew-ehhwhh! -lloriqueó, mostrando un estado sin bajar guardia y al parecer a la defensiva, a pesar de su estado tan frágil.-
- ¡h-hey! Espera, ¡No te haré daño! -dije, acercándome lentamente y con cautela al niño, puse mis manos de cierta manera mostrando que no traía absolutamente nada, pero al mismo tiempo que entendía mis brazos a él, como intentarlo alcanzarlo.

De cualquier manera, no se dejaría tan fácil, y tampoco pretendía convencer a un niño que confiara en mí, una simple extraña. Además, ¿Y si el niño venía con alguien?
No iba a arriesgarme, pero, ¿De qué servía haber dedicado toda mi vida a hacer algo que me aburría, sin si quiera una pizca de adrenalina o emoción? A este punto, mis días eran monótonos, y aunque no tenía necesidades, tenía la necesidad de interactuar con otras personas.

Si moría o me mataban, ¿Habría realmente válido la pena haberme esforzado tanto? Cuando sabría que nadie se hubiese preocupado por mí, y mis padres se hubiesen burlado por ser tan idiota por confiar en una persona de la calle.

En ese momento, pude sentir mi vida corriendo en segundos, pero me arrodillé, mientras extendía mis brazos hacia el ángel, que sollozaba y chillaba en pánico y miedo. Él, en ese momento se tropezó con algo que no alcancé con mi vista, pero calló hacia el suelo, sentado, mientras buscaba manera de ponerse de pie o arrastrarse, pero su estado era claro.

Sus pálidos pies estaban lastimados por el frío y el constante contacto con el pavimento y la calle fría, me pregunté si eso dolía demasiado o el miedo era aún mayor que ese dolor físico.

Aquí fue cuando que en mi intento de ayudarlo, me acerqué a él a un paso más veloz, que parece que se le congeló la sangre del susto, y me miró con una expresión de claro temor. Lo tomé entre mis brazos, evitando que se siguiese lastimando, pero parece que se resistió un poco, retorciéndose por un par de segundos entre mis manos, para luego dejar de luchar, pues su cuerpo estaba demasiado débil.

Sin dudarlo demasiado, envolví su cuello con la bufanda que yo traía en el mío, para calentarlo, y acurruqué su cuerpo contra mí pecho, utilizando la chaqueta emplumada y suave que traía como una manta de protección contra el afilado frío.
Su rostro aún mostraba desacuerdo, aunque no parecía estar luchando.

Su cuerpo se relajó de alguna manera al sentir la calidez, y aunque se le hacía extraño, aceptaba este tipo de tacto tan fuera de lo común para él.

-g-gradsi.. graciadss... -fueron una de las palabras que mejor se le logró entender, y ahora aparecía que aparte de tener las cuerdas vocales lastimadas, también parecía no saber hablar muy bien, después de todo, era una persona que al parecer había nacido y crecido en la calle, sin ningún tipo de enseñanza alguna.-

-shh... Así está bien, no necesitas hablar, pequeño... - murmuré.-

No sabía nada a cerca de este niño, pero, el solo ver sus hermosos ojos, hacía que quisiera cuidarlo con todo mi corazón. ¿Era quizás este el destino para yo salir de mi monotonía? O ¿Quizás era que se dió la coincidencia de que pasé a altas horas de la noche cerca de un callejón? No lo sabía, pero ahora mismo tampoco me importaba.

No conocía nada de la historia de este pequeño, pero sus ojos hablaban por si sólos. Su mirada parecía de pánico y temor, y el contacto físico quizás no era uno de sus fuertes, además de que al parecer nunca había sentido la amabilidad de otra persona. ¿El mundo había sido tan cruel para traumar a un indefenso niño? Me pregunto si... ¿Él estaba conforme con lo que tenía? ¿si quiera tenía dónde dormir?
Mi corazón lloraba, como una tormenta eléctrica, pero esa noche sabía que no volvería a casa sola. Ya no más.

Enseñándote a Amar (Scaramouche x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora