02 - Noche estrellada

574 55 18
                                    

Esa noche, recogí al peli azul entre mis brazos y lo llevé conmigo a casa, rodeando su frágil cuerpo. Pesaba lo mismo que una pluma, era algo alarmante.
A pesar de que no conocía en absoluto a este pequeño entre mis manos, tenía la necesidad de cuidarlo con toda mi alma, sin importar qué. Al verlo allí, con este frío y a altas horas de la noche, sólo, no pude evitar hacer lo que hice.
Mi pecho dolía, podía sentir que había algo pesado en el ambiente de camino a casa, pero no era por el silencio, tampoco porque ahora esté regresando a casa con compañía, era la misma pesadez del pasado que está pequeña creatura, que, sin mucha fuerza de por medio, aceptó venir conmigo a casa, a mi departamento.

- ... No sé cómo te llamas, tampoco sé cuánto tiempo estuviste en la calle, pero, esta será tu última noche durmiendo en un lugar frío. Prometo cuidar de ti sin importar que...- le susurré con un tono suave que me caracterizaba, mientras reposaba su cabeza en uno de mis hombros, dándole unas palmaditas en la espalda buscando dar un sentimiento de consuelo y confort.-

-cuando lleguemos a cas-.. cuando lleguemos a nuestra casa, te daré un baño con agua tibia, curaré tus heridas, luego cenaremos algo que gustes y finalmente, dormiremos, ¿te parece?- agregué.-

-...

El niño no me dió respuesta con palabras, pero se acurrucó en mi pecho y hombro como mejor pudo, asintiendo con un movimiento suave de su cabeza, eso era un si.
El de ojos lavanda simplemente suspiró, mostrando un estado más relajado, quizás, finalmente se había rendido y, por alguna razón, en su corazón el miedo se estaba derritiendo como una paleta de agua en verano. La promesa de un baño con agua calentita, alguien tratando sus heridas o el hecho de dormir en una cama decente parecía una realidad tan alejada a la suya, tan alejada a lo que el hostil mundo le había mostrado. Pero quiso tener esperanzas y que esta extraña desconocida no le mentiría, que ella no sería como el mundo se lo había pintado hasta ahora.

Hasta un niño que no tenía un concepto correcto de amor y cariño tenía la necesidad de que alguien se preocupase por él en algún momento. Él no entendía exactamente lo que era amor, no después de haber sufrido de tantos abusos en lugares tan desagradables como los que le proporcionaba la calle.
Nunca tuvo las atenciones que un niño necesitara, tampoco se la pasó riendo en su infancia, pero este trato tan suave y dulce que estaba experimentando era algo que no se podía comparar con nada a lo que haya vivido antes.
El concepto de amar de este niño se basaba en el maltrato y abuso, y era lo que su anterior tutora le había enseñado. Las palabras te amo después de cada golpe, palabras groseras o cualquier agresión a su persona era lo que le habían hecho entender que todo lo que iba relacionado a esa frase o supuesto sentimiento, era dañino.
Por eso mismo, su corazón se veía negado a permitir que alguien lo amara, o si quiera él poder sentir algo así. Él no quería nada que estuviese relacionado a eso, ya no más, estaba cansado. Sin embargo, él no podía entender esto tan cálido que su pecho sentía al estar entre los brazos de esta extraña, que le prometía cuidarlo a capa y espada, que le prometía un hogar. ¿Esto es ser amado? No, me niego. Eso no es amor. Debería estar golpeándome ahora mismo... ¿por qué no me golpea? ¿es acaso una manera de llevarme lejos de donde el área que conozco y luego hacerme algún tipo de daño? Eran pensamientos que su cabeza recorría en camino, de manera silenciosa.
Aún así, luchó contra lo que creyó que quizás era solo si imaginación, sin embargo, la guardia seguía alta. Aunque, ¿Qué podía hacer un niño indefenso entre los brazos de una adulta? Nada. Literalmente estaba aceptando su muerte, en el caso que la intención fuese esa.

Su mente parecía ir más lejos de lo que la realidad era, y era notorio por su mirada perdida, además de su estado físico tan rígido. No me alarmé demasiado, pero no quería tampoco que el camino a casa fuese tan callado. Por eso mismo, empecé a cantar una canción de cuna mientras tanto. El niño pareció dar un pequeño brinco por el canto tan inesperado, y volteó su rostro a mí, escuchándome atentamente.
El pequeño desconocía lo que yo estaba cantando, pero parecía disfrutar de lo que sea que fuese. Su mirada demostraba un cansancio indescriptible, parecía que no había dormido desde hace un tiempo. Sus ojos empezaron a cerrarse debido a la pesadez de sus párpados, quizás logré relajarlo un poquito de más de lo que esperaba.

Enseñándote a Amar (Scaramouche x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora