Verdades ocultas

Capítulo 6

Hola!!! Perdón por tardar tanto en actualizar, hoy colgaré dos capitulos, espero que os gusten. Este capitulo contiene una escena de lucha, pero aviso que cuestan un montón, así que os agradecería si teneis algún consejo.

- No puedo prometerte que no pase nada, pero lo que sí puedo prometerte, es que haré todo lo posible para que no os pase nada a nadie.

- Sois tan parecidos... - escucho a Audrey.

- Escuchadme bien. – repaso el estado de la pistola, para asegurarme que está todo correcto, y la preparo. – Audrey, vendrás conmigo. Papá, supongo que sabes cómo funciona, ¿verdad? - le señalo la pistola.

- Eres lo que no hay, impredecible como siempre. Sé usarla perfectamente. – ríe al ver la cara de Audrey.

- Papá, quédate con Mei, si alguien que no somos nosotras entramos sabes lo que debes hacer. – me dirijo hacia Mei, y le doy un beso en la frente. – Audrey, vamos.

- Aria, ¿no sería mejor que la sargento fuera delante? – pregunta preocupada.

- No hay nada de qué preocuparse, Mei. Aunque me da vergüenza admitirlo, no hay nadie que gane a Aria en el campo de batalla, tiene unos reflejos, sentidos e instintos fuera de lo normal. Antes de entrar en la policía, la secreta quería llevársela con ellos. – contesta Audrey, divertida.

Abro la puerta, y mirando hacia todos lados, le doy el visto bueno, y junto a Audrey nos vamos.

Recorremos toda la planta, ya que las otras ya están vacías, cuando de repente escuchamos un grito que proviene del despacho. Sin pensármelo dos veces, corro hacia allí, seguida de Audrey.

Al abrir la puerta, me encuentro a dos hombres muertos en el suelo, y a papá, herido en el hombro, con un hombre presionando la herida con fuerza, y tiene a Mei como rehén.

Nos miramos por un momento, guardo mi pistola, y le pido a Audrey que la guarde también. Me mira preocupada, pero niego con la cabeza, no pienso poner en peligro a ninguno de mis trabajadores, y mucho menos a Mei y a papá.

Miro a Mei, y con una simple señal, se levanta tomando por sorpresa a su captor, le agarra del brazo para lanzarlo al suelo.

Corro a su lado, les digo a todos que salgan del despacho, mientras el hombre está en el suelo, lo retengo, a punta de pistola, empieza a revolverse, piso su pecho con fuerza, y quitándole el seguro apoyo la mira en su frente.. Mei intenta hacer salir a papá, pero él se niega.

- Aria estoy bien. – me reprocha papá.

- Frank, esa herida no se ve bien. – contesta Audrey. – Mei, por favor ve a la sala de reuniones, allí Aria tiene un botiquín, al menos le podrás limpiar la herida antes de que se infecte o algo peor.

- Acaso crees que vais a salir de aquí vivos.

Por un segundo me distraigo, y el hombre agarra el cañón de la pistola, forcejeamos y la pistola acaba en el suelo. Coge el cuchillo que había dejado caer. Me lanzo hacía él, pero lo único que puedo hacer es esquivar, y dar un paso hacia atrás.

- ¡Aria! – grita Mei asustada.

- Papá sácala de aquí. – me quito la americana, es realmente difícil luchar con ella puesta. – Audrey, ve con ellos.

- Pero... - niego con la cabeza, y se rinde. – Está bien, solo ten cuidado.

El hombre vuelve a atacar, no mueve el cuchillo a lo loco, sabe perfectamente lo que hace. Miro a mi alrededor mientras me muevo, ya que no tengo mucho tiempo para pensar, mi despacho es grande, pero si pongo demasiada distancia a lo mejor le da por lanzar el cuchillo. Veo el cuchillo pasar muy cerca de mi cara, y le doy una patada en el estómago, enviándole contra el escritorio. No me da mucho tiempo de reacción, cuando un puño se estrella contra mi mejilla, y caigo sobre el escritorio. Hace tiempo que no recibía uno de esos. Empezamos a movernos por todo el despacho, él luchando con las manos y yo con las piernas. Logro darle varias patadas, y cuando creo que todo está por acabar, el hombre se agacha y me clava el cuchillo en el hombro.

Típico juego sucio. El tipo sonríe, pensando que ya ha acabado conmigo, saca otro cuchillo, y se lanza sobre mí sin pensárselo. Cerrando los ojos con fuerza, tratando de ignorar el dolor, esquivo el cuchillo por muy poco, pero logra hacerme una herida superficial en la mejilla.

A causa del dolor, mis movimientos son más lentos de lo que había esperado, así que dejo que se acerque él y, con una fuerte patada en el cuello, lo dejo inconsciente