Aquí tenéis el segundo capítulo de hoy. Espero que os guste.
Me dejo caer, apoyando mi espalda en el escritorio. Cuando trato de moverme un poco, siento un inmenso dolor que me recorre todo el brazo, y noto como el cuchillo se profundiza más llegando al hueso. Cojo aire, y cerrando los ojos, agarro el cuchillo y lo saco de mi hombro. Trato de levantarme para inmovilizar al hombre antes de que recobre el conocimiento, pero mi cansancio y el dolor que siento en mi brazo no me lo permite, y cuando estoy a punto de caer, unos brazos me agarran con fuerza.
- Tómatelo con calma, estás herida. – me regaña Audrey.
- Aria...
- No hay de qué preocuparse Mei, estoy bien, es solo una pequeña herida. – le sonrío. – Audrey me curará cuando llegue a casa.
- De casa nada señorita, es más que probable, que haya tocado el hueso, o un tendón, así que iremos al hospital, pero antes de nada hay que vendarlo, no para de sangrar.
- Audrey, deja de regañarme. – me quejo dejando caer todo mi peso sobre ella. – Papá, ¿tú cómo te encuentras? La herida...
- Creo que he tenido más suerte que tú. Parece que la bala no ha tocado nada, porque Audrey ha podido sacarla con facilidad, pero de todas formas iré al hospital a que me revisen. — me dice papá, mientras inmoviliza al hombre, con una cuerda de quien sabe donde.
Cierro los ojos con fuerza, cuando noto que Audrey aprieta el vendaje, y la miro mal. Ella sabe o mejor dicho imagina que el cuchillo realmente ha ido más profundo de lo que quiero reconocer.
Audrey me dice que ha llamado a sus compañeros y que deben estar en camino. Papá ha ido a hablar con los trabajadores que quedaban en la planta, para tratar de calmarlos un poco, y ha pedido que sean llevados a sus casas, por unos amigos suyos de confianza.
- Las llaves. – me gruñe Audrey.
- ¿Para qué las quieres? No es como si supieras llevar una moto.
- Ni ganas de saber llevarla, solo me las vas a dar, porque tú tampoco vas a llevarla, no con esa herida. – trato de negarme, pero una presión en mi hombro, me hace soltar un gemido de dolor. – No puedes y punto. Te llevaré en mi coche.
- En el bolsillo del sujetador, pecho derecho.
- ¿En serio te haces bolsillos en el sujetador? Sabes no sé si eso existe actualmente, pero deberías de patentarlo. – dice divertida. – Bueno, vámonos. Vamos Mei.
- ¿Eh? ¿Yo también?
Audrey me mira confusa, y yo le devuelvo la mirada. Me giro para mirar a Mei, y la veo cabizbaja, creo entender lo que ocurre.
Con un movimiento de cabeza, le pido a Audrey, que me ayude a llegar hasta ella, y con una sonrisa de oreja a oreja, asiente.
Con cuidado retiro mi brazo de los hombros de Audrey, y lentamente me acerco a Mei, y coloco mi mano izquierda en su mejilla.
Es realmente hermosa, cabello rojo, ojos verdes, pero eso no es todo lo que me llamó la atención de ella cuando la conocí, fue su fuerte carácter, el cuál se podía comparar al mío, y la forma que tiene de entenderme sin tener que decirle una sola palabra.
Me inclino hacia ella lentamente. Abre los ojos nerviosa, pero al notar la diversión en mis ojos, rodea mi cuello con sus brazos, y es ella la que acaba por cerrar la distancia entre nosotras, y me besa con ternura. Me sabe a poco, así que, bajo mi mano a su cintura, y la pego a mi cuerpo, profundizando el beso.
- Aria que... - sonrío besándola de nuevo, pero esta vez, suavemente. – No me hagas esto, sabes que...
- Te amo. Te amo, Mei. – la abrazo, escondiendo mi rostro en su cuello. – Cuando he visto que estabas en peligro, si te hubiera pasado algo yo...
- Pero no me ha pasado nada. – Me hace levantar la cabeza, y nos miramos fijamente. – Estoy aquí, contigo.
- Quiero que me acompañes al hospital. ¿Vendrás?
- Cómo si te fuera a decir que no, solo no estaba segura de que quisieras que fuera con vosotras. – desvía la mirada.
- Audrey solo es mi hermana mayor, pensaba que te lo había dicho más de una vez, señorita celosa.
- Oh, así que se trataba de eso. – ríe. - Mei, conozco a Aria desde que llevaba pañales, así que me sería un poco difícil verla, como algo más que una hermana pequeña muy molesta.
Mei y yo nos tensamos, es verdad, no estamos solas... Entre la adrenalina de la pelea y la herida, luego otro tipo de adrenalina junto a Mei... La escucho reír, haciendo que todos nos pongamos a reír. En serio esto es de todo menos normal. Junto mi frente con la de ¿mi novia?, en fin, es algo de lo que hablar.
- Chicas, vámonos antes de que la herida de Aria se ponga peor. – ríe Audrey. – Frank, tú vienes con nosotras, no es plato de buen gusto estar de celestina.
Cuando trato de caminar, suelto un grito de dolor, y todos se giran preocupados. Audrey sin dudar, me desabrocha el chaleco y me levanta la camisa, para ver un gran moretón en el lado derecho.
- Aria, ¿algo que no hayas dicho? – me da un capirotazo en la frente.
- En la pelea he aterrizado en el escritorio, pero no pensé que fuera para tanto, no me ha dolido hasta ahora. – me froto la frente.
- Pero llevas unos minutos de pie, no entiendo porque no te ha dolido.
- Con la adrenalina de la lucha, y luego con la adrenalina del beso, créeme que no ha tenido tiempo de pensar en el dolor. – contesta papá.
- ¡Frank!
- No hace falta que regañes a papá, no al menos cuando dice la verdad. – digo divertida. – Anda, vamos al hospital.
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Verdades ocultas
Mistero / ThrillerPortada hecha por @bugharthheda de la @Editorial_Silver Desde la muerte de su madre, Aria siempre ha tenido claro que sería policía, para desentrañar su asesinato, pero la muerte de su hermano le hace replantearse todo, y sus últimas palabras, solo...