Capítulo 2

9 1 0
                                    

Llevo aproximadamente unos diez minutos delante de la puerta de la habitación de Tyr, sin atreverme a hacer ningún tipo de movimiento, temo entrar en la habitación y que todos los recuerdos que tengo junto a Tyr me vengan de un solo golpe.

- Aria, ¿Qué estás haciendo? – me mira papá, extrañado.

- No me atrevo a dar ningún paso. Lo odio, quiero moverme, pero no puedo.

Papá no puede evitar reír, era lo mismo cuando era pequeña, y no me salía nada, me ofuscaba y me daba por vencida, pero esta vez es algo importante, y no puedo darme el gusto de retroceder.

- ¿Quieres que vaya contigo?

- Supongo que es la única manera que queda.

Papá se pone a mi lado, y me tiende la mano. Cuando se la cojo, me doy cuenta de que mi mano tiembla y suda, miro a papá y sonriendo me da un apretón que es devuelto.

Cojo una gran bocanada de aire, y después de soltarlo de golpe, estiro la mano libre y giro el pomo de la puerta, que no ha sido abierta en cinco años.

Al mirar el escritorio de Tyr, creo verle sonriéndome, mientras estudia, pero al pestañear, esa imagen desaparece, y decido fijarme en la habitación, cuando noto un sobre encima de la cama.

Me siento con el sobre entre mis manos, que no paran de temblar, dudando de si abrir y leer la carta es lo mejor.

Levanto la cabeza, y dirijo mi mirada hacia papá, quién no se ha movido de la puerta, desde que he tenido las fuerzas para soltar su mano.

- Papá, ven, vamos a leer lo que escribió Tyr. – sonrío.

- Yo ya sé todo lo que hay escrito, la que debe saberlo ahora, eres tú, Aria. – mira para otro lado, tratando de evitar mi mirada.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Antes de que vinieras al hospital, Tyr y yo tuvimos una conversación, me pidió permiso para poder decirte él un par de cosas, aunque estoy seguro de que le hubiera gustado poder decírtelas en persona.

Papá decide moverse, y se sienta a mi lado, dándome un beso en la frente, sin poder evitar que una lágrima caiga de su ojo izquierdo.

- Papá...

- Hay un par de cosas que te sorprenderán, que, por supuesto yo ya sabía, y que me di cuenta antes de que él mismo fuera consciente. – me abraza con fuerza. – Si cuando acabes de leer la carta, te enfadas conmigo y quieres pegarme, lo permitiré.

- ¡Papá! ¿Estás loco o es que acaso has perdido un tornillo? No creo que sea tal cosa como para que quiera pegarte.

- Nunca digas nunca, primero lee, y después cuando consigas tranquilizarte, ven a mí. Estaré en el comedor. Te quiero, Aria.

Maldito sea papá, con lo que le ha dicho, solo ha conseguido ponerme más nerviosa y a la vez más impaciente por saber que tanto tenía que decirme Tyr.

Me paso cerca de diez minutos mirando el sobre como si este se fuera a abrir solo, y tras un par de veces de respirar profundamente, abro el sobre, y leo la carta.

Aria, la verdad no tengo ni idea ni por donde ni cómo empezar. Si estás leyendo esto, quiere decir que he muerto, me hubiera gustado poder decirte todo esto en persona.

Lo primero, cuando acabes de leer, no vayas a recriminarle nada a papá, si por él fuera te lo habría dicho, pero fui yo quien le pidió que no lo hiciera.

Bien, empezaremos por el tema de mamá, no te fíes de nadie, ni siquiera de quien más confíes, después de investigar un poco, me he dado cuenta que los altos cargos están metidos, así que de la única que puedes fiarte, aunque suene contradictorio, es de Audrey, ni siquiera puedes fiarte de Dean, lo entenderás todo cuando vayas a pedirle explicaciones a Audrey, ella tiene un USB con información, y yo tengo otro por seguridad.

No puedo prohibirte que investigues el caso de mamá, no cuando yo lo he hecho, solo te voy a decir una cosa, yo he llegado al fondo, por ese mismo motivo, puede que no salga vivo, pero Aria, las apariencias engañan, y no todo es lo que parece.

La otra cosa que tengo que decirte es algo más personal, si es eso posible, Aria no somos hermanos, no de sangre al menos. Te preguntarás porque te lo digo ahora y no antes, la respuesta es porque he desarrollado sentimientos hacia ti que no entran en el ámbito fraternal, lo siento pequeña, pero no he podido evitar enamorarme de ti. Eso de que los padres saben lo que te pasa antes que tú mismo, es verdad, papá se dio cuenta antes que yo, de mis propios sentimientos, y me pidió que te los dijera, porque sabía que tú me correspondías. No sé si eso llegue a ser verdad, y si estás leyendo esto, sin duda nunca lo sabré.

Si papá tiene razón y realmente estás enamorada de mí, quiero que me olvides, que solo me recuerdes como ese hermano que daría lo que fuera, incluso su vida, por defender a su querida hermana menor, no quiero que detengas tu vida por mí, Aria.

Sigue el camino que más feliz te haga, y no mires atrás, no pienses en lo que has perdido, si no en lo que lograrás en el futuro.

Te amo, Aria, y lo haré siempre.

Con amor, Tyr.

Cuando acabo de leer, noto las lágrimas en mis mejillas. Lo primero que quiero hacer es ir con papá y reprocharle todo, pero luego recuerdo lo que Tyr dice en la carta. Pasa cerca de media hora para que pueda calmarme lo suficiente, para poder ver a papá sin querer pegarle un puñetazo.

Doblo la carta con cuidado, y dejándola donde la había encontrado, me levanto para dirigirme donde se encuentra papá.

- Aria...

- Tenías razón al decirme antes que me darían ganas de pegarte, pero Tyr me lo ha explicado todo. Fue él, el que no te permitió decirme nada.

Me acerco a papá, y me siento a su lado, para abrazarlo con fuerza, y esconder mi rostro en su pecho. Papá suspira, y me abraza con fuerza, en silencio.

- Lo siento, Aria, debí haberle convencido, quizá si hubierais hablado de este tema antes de aceptar ese caso, a lo mejor él aun estaría aquí.

- Sabes mejor que yo, que cuando a Tyr se le metía algo en la cabeza, no había nadie que fuera capaz de hacerle cambiar de idea.

- Eso no es del todo cierto, Tyr se volvía marioneta en tus manos. – me dice divertido.

- Papá... En fin, sobre el caso de mamá...

- Yo sé la verdad, y Tyr también lo supo, yo tengo las espaldas bien protegidas, pero Tyr se negó a que le ayudará, chico necio... - niega con la cabeza.

- Papá... Tú siempre has sabido sobre lo de mamá, ¿verdad?

- Mi historia con tu madre... no es exactamente un camino de rosas Aria. Pensé que mi amor podría cambiarla, pero tu madre era de ideas fijas. Nunca quise encerrarla, como ella se empeñaba en reprocharme, solo quería una mejor vida para ella. – sonríe con nostalgia.

- Papá... Hay algo más que no me estás diciendo, ¿verdad?

- Aria el tema de tu madre no es fácil para ti, no quiero manchar los pocos recuerdos que tienes de ella. Si quieres saber más, tendrás que investigarlo. – le da un beso en la frente.

- A pesar de que sabes que es tan peligroso... ¿vas a dejarme hacerlo?

- ¿Qué conseguiría si no lo hiciera? Aria, soy tu padre, te conozco, de prohibírtelo lo harías de igual manera, solo que, a mis espaldas, solo te pido que si es demasiado peligroso pidas mi ayuda, he perdido a un hijo, no quiero perder a otro.

- Papá... Sé que me has prometido que no vas a contarme nada más sobre la verdad de mamá, pero, ¿podrías decirme como os conocisteis?

Verdades ocultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora