Parte 10

35 3 1
                                    

Un día soleado, la familia decidió ir de compras al supermercado para abastecerse de provisiones. Eileen, Tobías, Luna y Severus caminaban por los pasillos, cada uno tomando una tarea en la lista de compras. Severus, emocionado por la gran variedad de alimentos y productos, estaba ansioso por explorar.

Después de recoger algunos artículos, Eileen y Tobías se dieron cuenta de que no veían a Severus cerca. Al principio, asumieron que estaba mirando algo en el pasillo de al lado, pero cuando llamaron su nombre y no obtuvieron respuesta, comenzaron a sentir una preocupación creciente.

"Tobías, ¿dónde está Severus?", preguntó Eileen con voz temblorosa, su mirada buscando en el pasillo y en las áreas cercanas.

Tobías sintió un nudo en el estómago mientras miraba a su alrededor. "No lo sé, Eileen. ¡Severus!" llamó más fuerte, su tono reflejando su inquietud.

Luna, notando la tensión en el ambiente, se unió a la búsqueda. Los minutos pasaron con ansiedad, y a medida que las miradas preocupadas se cruzaban entre ellos, la situación comenzó a sentirse más y más aterradora.

Finalmente, Eileen tomó la iniciativa y se apresuró hacia un empleado del supermercado. "¡Perdón! ¡Mi hijo, Severus, se ha perdido! ¡Ayúdenos, por favor!"

El empleado asintió rápidamente y llamó a través del sistema de megafonía para anunciar la situación. El sonido de su voz resonó por todo el supermercado, llenando el aire con una mezcla de alarma y angustia.

El corazón de Tobías latía con fuerza mientras continuaba buscando desesperadamente. Luna también se unió, revisando cada pasillo y cada rincón posible. El tiempo parecía moverse lentamente, y el miedo de que algo terrible hubiera sucedido comenzó a tomar forma en sus pensamientos.

Después de lo que pareció una eternidad, Tobías escuchó un sollozo tenue proveniente del pasillo de productos enlatados. Corrió hacia allí y encontró a Severus, sus ojos llenos de lágrimas y su pequeño rostro pálido por el miedo.

"!Papá¡", sollozó Severus mientras se lanzaba a los brazos de su padre, abrazándolo con fuerza. "Me perdí y no pude encontrarte".

Tobías apretó a Severus contra él, su alivio palpable. "Estás a salvo ahora, Severus. Estamos aquí contigo."

Luna y Eileen llegaron corriendo, sus rostros reflejando la preocupación que habían sentido durante la búsqueda. Al ver a Severus seguro en los brazos de Tobías, se abrazaron entre sí en un gesto de alivio compartido.

La experiencia les recordó la importancia de estar atentos y de cuidar a los más pequeños en entornos desconocidos. A medida que salieron del supermercado, la sensación de miedo se transformó en gratitud por haber encontrado a Severus sano y salvo. La familia se aferró más fuerte a medida que avanzaban.

Todo Puede Cambiar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora