Canciones de amor en la región de Mai'Licia

1 0 0
                                    


Lázaru Ferous

                                                                              Lázaru Ferous

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Eliord

(Algunos días atrás)


-¡Eliord, Révilo! -Rugió Ezra. -¡No se separen!

Era más difícil decirlo que hacerlo. Frente a mí, una criatura sacada del infierno se revolcaba contra la tierra, intentando triturar mis huesos con esta. Era una bestia robusta, su cuerpo parecía ser una piedra color carne, esta palpitaba con cada paso que daba. De su lomo, una diabólica boca se abría, dejándome ver los colmillos de un ser siniestro. La bestia me duplicaba la altura y sí que utilizaba eso a su favor. En lugar de caminar, esta parecía revolcarse con el suelo para avanzar, un acto sumamente desagradable de ver. Naturalmente, Ezra y Révilo tenían a sus propios contrincantes. Ya habían pasado unos días desde que dejamos la capital de Arturia, nos dirigíamos camino al Noreste. Parando de poblado en poblado, siendo guiados por esta mujer de cabello escarlata. Era... sumamente diferente a viajar con Lumi, eso era seguro. Naturalmente, las rutas estaban plagadas de monstruos y alguno que otro grupo de bandidos. Un fastidio por donde se viese, sin duda.

-Vamos desgraciado, ya estoy harto de verte la cara. -Gruñí, fastidiado.

El monstruo saltó hacia mí, intentando aplastarme y dejarme como un charco de sangre sobre la tierra. Ciertamente, no se la dejaría tan fácil. Este entró en contacto con mi escudo, al cual levantaba firmemente sobre mis hombros. Un helado estallido le congeló la mitad del cuerpo, en un instante. La bestia resistía aquel daño, logrando librar su cuerpo del hielo por momentos. Apuntándolo con mi arma, una dorada ventisca se disparó en dirección suya. El suelo a sus pies era congelado por completo, al igual que más y más partes de su pesado cuerpo. La criatura rugió, de aquella siniestra boca en su lomo salieron unas raras protuberancias viscosas, como si largos brazos deformes se hicieran paso al exterior. Estos se extendieron hacia mí, ignorando la ventisca y desatando un feroz frenesí de golpes, con el fin de pulverizarme en el acto. Avancé hacia la bestia, bloqueando sus pesados golpes con mi escudo. Algunos de estos lograban rodearlo, conectando con mi cuerpo una y otra vez. De no ser por mi armadura de Árima, me hubieran roto algunos huesos, sin duda. Acortando la distancia como podía, logré dar con el monstruo. Una gigantesca estalagmita de hielo sólido se disparó de mi escudo, en dirección a su cráneo. Su cuerpo en sí era lento, pero aquellas protuberancias se movían con velocidad, estas impactaron contra el suelo y lo sacaron de mi rango, al último momento.

La bestia rugió una vez más, antes de lanzarse contra mí. Aquellos brazos deformes llegaban de todas direcciones, si tan solo uno de ellos me agarraba el cuerpo, estaría perdido... o seguramente eso pensaba el monstruo. Bloquee más de la mitad con mi escudo, pero logró tomarme de la pierna y los brazos. Como si pesara igual a una pluma, este me levantó 5 metros en el aire y sacudió violentamente. Aquellos brazos me jalaban directamente a la enorme boca en su lomo, listo para ser triturado por esos viles colmillos. Mi plan era bastante básico, la verdad. Si me tenía sujeto y él mismo me acercaba a su cuerpo, no podría escapar de mí. ¿Verdad? Al menos eso fue lo que pensé. Intentando romperme los brazos y piernas, este continuaba sacudiéndome en lo que se preparaba para devorarme. A momentos de hacerlo, mi cuerpo entero brilló de aquel dorado resplandor. La ventisca se disparó, no de mi escudo, sino de todo mi ser. Aquellas protuberancias, al igual que el cuerpo principal de la bestia, fueron atrapadas por esta, sin darle tiempo de alejarse. En ese momento, lo que tenía al frente era una enorme escultura de hielo sólido, soportando a duras penas su propio peso. Los brazos que me sujetaban se rompieron, dejándome caer frente a él. Tomé mi escudo de regreso y de un fuerte movimiento de mi brazo, partí aquella escultura en miles de pedazos, matándola en el acto.

Val'Halia: Festival De Los Cuatro ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora