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Nakajima casi cometía la imprudencia de contarle a Fukuzawa sobre su relación con Dazai, aunque afortunadamente pudo mantener los labios sin despegar.

El acontecimiento de cómo Dazai le pidió a Atsushi ser su pareja se podía relatar en tan solo cinco minutos, pero Nakajima estuvo todo el día hablando con Ryunosuke de eso. Akutagawa estaba feliz por su amigo, sin embargo, ya le había aburrido escuchar el mismo relato, que se sabía al derecho y al revés.
Con Shirase, Kyoka y Kenji, fue lo mismo. Estaban felices por Atsushi, pero el acontecimiento fue bien sabido en solo un día.

—¡Cada día odio más a Kunikida! —se quejó Shirase en tono infantil, como si fuera un niño haciendo un berrinche—. ¿¡Cómo se le ocurre dejar todo el libro para mañana!?

—¡La de Biología! —exclamó Akutagawa—. Dejó más tarea que Kunikida.

—¡La de Lenguaje! —intervino Kyoka—. Es imposible que podamos leer un artículo de cien páginas para mañana y hacer el ensayo que está pidiendo.

Esas no eran las únicas materias de las que tenían tanta tarea, pero sí las que más resaltaban.

—Apenas llegue a mi casa, voy a hacer tarea, y es probable que mi horario de sueño reduzca hoy —comentó Kenji con tristeza.

Atsushi se disponía a dar sus quejas, pero sonó su teléfono. De inmediato respondió al ver que se trataba de Dazai.

—¡Hola, mi adorado novio! —saludó el castaño muy jovial—. ¿Te gustaría venir a mi casa hoy?

—Me encantaría —Nakajima sonrió con tristeza—, pero tengo mucha tarea que hacer.

—Realizarás tus tareas aquí. ¡Por favor ven! Si no vienes, me abandonaré a un sufrimiento fatal y mi alma estará sumida en el infortunio por el resto de mi existencia. El hecho de que no te haya visto desde ayer por la tarde me aqueja de forma indescriptible. ¿Tú quieres que yo sienta como mi pobre corazón es destrozado por tu ausencia?

—¡No! —exclamó Atsushi—. Definitivamente iré. Ahora voy saliendo de clases, en un rato llego.

—¡Me alegra oír eso! ¡No pierdas ni un minuto en venir, hazlo sin demora!

—Está bien, en unos momentos llegaré.

Tras colgar la llamada, Atsushi se despidió de sus amigos y salió de la escuela con destino al apartamento de Dazai a la celeridad del rayo.

Apenas iba a llamar a la puerta cuando esta se abrió de golpe. En menos de un segundo, Osamu ya estaba abrazando con fuerza al peliblanco.

—¡Atsushi! —exclamó Dazai en un tono tan dramático que hasta pecaba por exceso—. ¡No tienes idea de lo deplorable que ha sido mi condición durante tu ausencia! ¿Por qué me has abandonado por tanto tiempo?

Apenas el castaño dijo eso, dejó un beso en los labios de Atsushi mientras lo sujetaba con suavidad de las mejillas.

El rostro de Nakajima estaba rojo como una amapola; sin embargo, no podía disimular la inmensa felicidad que sentía en ese momento. No dijo ninguna palabra, pero expresó sus sentimientos acariciando la mejilla del chico de vendas, quien solo aceptó el gesto con una sonrisa tierna e infantil en el rostro.

Cuando Atsushi retiró la mano de la cara de Dazai, el castaño preguntó:

—¿Entonces te dejaron mucha tarea, Atsu? ¿Gustas que te ayude?

—No, agradezco tu gesto, pero no será necesario —sonrió con gentileza el menor—. En esta ocasión si entiendo las tareas.

—Bueno, ¡por favor pasa a mi gran mansión!

BANCA, PAJARRACO Y BOMBONES [DAZATSU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora