Mis brazos se movieron lentamente por la superficie sólida. Intentaba estirarme. Era una sensación suave, como sábanas recién planchadas. Claramente estaba en la cama y poco a poco iba sintiendo los síntomas típicos de una resaca, quizás esta vez algo peores, porque estaba demasiado mareada e incapaz de incorporarme.
Quise acomodarme mejor para dormir un poco más, pero algo me desconcertó; el aroma a brisa de mar de mi detergente no estaba y tampoco la gran cantidad de almohadas con las que acostumbraba acostarme.
Abrí los ojos y perdí inmediatamente el sueño. Estaba en un lugar que no conocía, con paredes azules, ninguna ventana y demasiado espacio por la falta de muebles.
Mientras mi atención se centraba en los detalles inútiles de la decoración, mi estado de ánimo comenzaba a alterarse cada vez más. ¿Por qué estaba aquí? Y más importante, ¿quién me había traído?
Recordaba poco de la noche anterior. Estaba en ese club fuera de la ciudad, con Olivia, los hermanos Kaulitz y los amigos de ellos, celebrando Halloween. Había bebido, pero no lo suficiente como para emborracharme hasta la inconciencia; no me drogaba, así que ese tampoco era el caso... a menos que alguien me hubiera drogado. Esas situaciones eran más frecuentes de lo que debían después de todo.
Me incorporé con violencia, aún sintiendo el ligero mareo desde el estómago a la garganta. Mi cuerpo se sintió algo adormecido, como si, a diferencia de mi mente, no acabara de despertar por completo. ¿Era posible que me hubieran drogado? Estaba con muchas personas, Tom no me perdía la vista y Olivia jamás habría dejado que alguien hiciera algo en contra de mi voluntad; no era posible; además, jamás me había quedado en una casa que no fuera la mía después de una fiesta; no importaba la circunstancia.
Mi corazón se aceleraba a medida que me acercaba a la puerta. ¿Qué iba a hacer si me encontraba con un extraño? No tenía un plan aparte de llamar a las autoridades y huir si intentaban hacerme daño. Giré el pomo con decisión; fuera quién fuera la persona que me había traído aquí, tenía que averiguarlo.
En cuanto salí por la puerta, un ambiente frío me envolvió y no se trataba solo del aspecto apagado y las tonalidades grises de las murallas; realmente había una especie de corriente helada, como si algunas ventanas estuvieran abiertas. Entonces vi que al fondo del pasillo las cortinas hacían un movimiento ondulante. Me acerqué solo para descubrir que efectivamente estaba abierto y que afuera era esa hora extraña en la que no es ni día ni noche.
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Basic Instinct | Tom Kaulitz, Bill Kaulitz
DiversosSin reseña, así que esta vez tendrás que juzgar el libro por la portada... ©Todos los derechos reservados. Prohibida la copia o adaptación.