Sangre falsa

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Tal y como prometió, Tom me llamó

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Tal y como prometió, Tom me llamó. Eran las siete con algo de la mañana y me estaba preparando para el trabajo mientras Liv se daba una ducha expres.

Me avisó que la chica había llegado bien a su hogar. Dijo también que los padres le habían agradecido por la molestia y que ahora Giselle estaba a salvo, lo cual hizo que inmediatamente sintiera alivio.

Antes de que Tom nos dejara en nuestro departamento, él y yo habíamos intercambiado números y me había besado en la mejilla para despedirse, haciendome sentir cosquillas instantáneas.

Me sentía un poco como una adolescente de quince que empezaba a tener sentimientos por otro adolescente de la misma edad; aunque todo aún era muy nuevo, podía cambiar de opinión con fácilidad, o por el contrario, quedar aún más enganchada a sus encantos.

Luego de la llamada me quedé pensando en él. En realidad era más bien una especie de análisis de todo lo que había sucedido desde que nos conocimos, pros y contras, porque después de todo Tom seguía siendo un extraño que había conocido hace poco.

Entre los pros estaba su valentía, que haya ayudado a Giselle y me haya defendido del tipo de las carreras, también su innegable atractivo y que me ponía atención solo a mí. En sus contras estaba claramente meterme a la fuerza en el vehículo de Bill para la carrera, que a veces se veía intimidante y, por supuesto, que lo conocí hace dos días.

En un principio, Tom solo era un rostro bonito, pero después de lo de las carreras las cosas cambiaron. Sin poder evitarlo, se había instalado una emoción distinta por él, una increíblemente positiva. Quizás a mí también me iban los superhéroes después de todo, otra cosa en común que teníamos Liv y yo.

Ya en medio del trabajo, recordé la invitación que Tom me había hecho antes de colgar. Quería que acompañaramos a su hermano y a él a una fiesta de Halloween que se haría en un nuevo club que estaba saliendo de la ciudad. Dijo que eran amigos del hijo de los dueños, así que eran bien recibidos y podían traer a quien quisieran. Le dije que lo pensaría, pero en realidad solo era para hacerme un poco la difícil y, por supuesto, comentarlo con mi amiga. Me faltaba preguntarle a Liv, aunque casi tenía la seguridad de que aceptaría; Bill le gustaba demasiado como para negarse.

Basic Instinct | Tom Kaulitz, Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora