Final de Skyrim 2

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El cielo ennegrecido anunciaba lluvia, no me gusta ir con las botas embarradas, prefiero el frío del norte de Skyrim.

–Al menos puedo salir de día sin quemarme la piel.–pensé en voz alta

Vestía una sencilla túnica para no llamar la atención, debajo de ella llevaba mis armas, una armadura vampírica y una bolsa de oro. Cuando Sofía murió Serana y papá se dijeron muchas cosas, él no podía asimilar que no sólo había perdido a su hija, su alma pertenecía a Molag Bal. Realmente nunca pensó en las consecuencias que traería el vampirismo, y lo pagamos caro. Esos cabronazos de la Guardia del Alba luchaban con uñas y dientes. Él asaltó el castillo y mató a muchos cazadores de vampiros, es más, lanzó a Isran desde ese estúpido balconcito suyo al suelo. Se guardó a Isran para un último espectáculo de horror macabro, lo remató y lo levantó con nigromancia. Por supuesto, continuaron luchando aún con media Guardia aniquilada, aún con su líder convertido en cenizas nigrománticas. Aún quedan Guardias del Alba, lo que no saben es que esta vez soy yo la cazadora.

Podían ser expertos en matar vampiros, podrían tener ballestas letales para nosotros, pero como mortales que son no saben enmascarar su aroma. El grupo se asentó en una cueva, eran unos cinco, cocinaban algún trozo de carne. Al oeste pude observar a un gigante pastando un par de mamuts, ignorándome a mí y a todo excepto su camino. A lo lejos podía divisar la cueva, pero me escondí a la espera de que lloviera. Uno de ellos hacía guardia fuera de la cueva, vestía una sencilla armadura de cuero. La falta de recursos había hecho mella en ellos, pero supe que eran ellos cuando salió uno que sí llevaba la característica armadura de la Guardia.

–Mantén los ojos bien abiertos, mañana marchamos para la Cuenca, llueva o no.

–¿Y si los rumores son mentira?

–De ser cierto podemos dar un revés a nuestra situación. No hay que perder la esperanza.

Desde que los vampiros ganamos, Volkihar plantó su semilla por toda Skyrim. Nuestros mercenarios aniquilaron a aquelarres menores de vampiros, nosotros decidimos a quien señalar. Inculpamos falsamente a los Guardias de cualquier cosa, y manchamos tanto su imagen que fueron repudiados. Ahora no son más que parias exiliados por las autoridades. Gracias a los vampiros, los vampiros no son una amenaza, no volverán a dirigir su mirada a Volkihar. Y todo ese plan maestro puede agradecerse a Garan Marethi, uno de los leales de la corte. Quizás uno de los pocos de confianza de Serana.

Más pronto que tarde, como yo quería, comenzó a llover, y me quité la capucha que cubría mi rostro. Me gustaba la idea de usar a los mamuts para atacar a los guardias y encerrarlos, pero no me servirían de mucho. Solo los dejaría encerrados, y los mamuts no son más que sacos de carne. Además enfrentarse al gigante y sus mamuts va a provocar ruido. Descarté la idea de los mamuts y seguí pensando en algo. Saqué mis dagas y me enfundé en mi abrazo de las sombras. No era de noche pero las nubes eran espesas y traían tormenta, podía funcionar mientras no hubiera rayos de sol. Me aproximé a ellos envuelta en una capa de invisibilidad, muy lentamente con pies de plomo. Siendo extremadamente precavida.

–¿Y si han mandado a alguno de los suyos a matarnos?

–Un virote directo al corazón y son historia.

Clavé mis dagas en sus cuellos a la vez, los saqué y volví a clavarlos pero esta vez en sus cráneos.

–Tranquilos.–dejé sus cabezas con cuidado en la piedra.

Tras matarlos perdí mi invisibilidad. Adentro aún me esperaban tres, y uno de ellos llevaba armadura. Preparé dos estacas de hielo con magia y entré corriendo. Lancé las estacas directas a sus cabezas y desenvainé la espada que aún tenía guardada. La sorpresa no le permitió alcanzar su ballesta, y teniéndome cerca desenvainó la suya.

Skyrim: Un Héroe CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora