Starscream

48. Soñar pesadillas

Starscream sueña con cosas extrañas: ojos que lo miran, rostros que no conoce.

Cons muertos. Bots muertos.

Megatron.

Starscream podría llorar, pero las lágrimas no salen de sus ópticos. Sus amigos, Skywarp y Thundercracker pasaron con él los momentos siguientes a la desaparición de Megatron.

—Estás neutralizado.

Starscream no deja de ver a Megatron sonriéndole. Un mundo libre de peligros, ellos dos, juntos, protegidos, en su intimidad. Starscream recuerda que, al inicio, el amor entre ambos surgió de una forma repentina, natural y recíproca. Starscream sentía tanta vergüenza por esos sentimientos que incluso había pensado en retirar su titulación, alejarse de Megatron. Después de todo, cualquiera podría haberse enamorado del gran líder decepticon: carismático y fuerte, lleno de poder y maravillosas ideas. Sin embargo, Starscream nunca llegó a admitir sus intenciones de abandonar el ejército (algo que, de cualquier manera, le provocaba una inmensa tristeza), pues Megatron reveló sus sentimientos sin demasiados problemas.

Y a pesar de que fue difícil, pudieron vivir su amor de una forma sana y segura.

Starscream despierta, y a pesar de que intenta, no puede derramar lágrimas. Aun así, la enorme sensación de incomodidad en su pecho, el instinto de querer buscar a Megatron por toda la base, el impulso de llamarlo a gritos son tan fuertes como insoportables. Por instantes, implora llorar solo para aliviar su dolor.

No tiene fuerzas para nada. Si llorar conlleva energías, ahora mismo, no las tiene. Si Ratchet y Lockdown quieren terminar el problema, bien por ellos. Ahora mismo, Starscream no puede siquiera levantarse de la cama. Los ópticos le pesan tanto que desearía volver a recargar, aunque sin soñar.

Alguien lo llama por el radio, y él no puede contestar. La llamada es tan insistente que, sin embargo, hace un enorme esfuerzo y responde:

—La Matrix.

Ratchet se escucha extraño: un poco cansado, tal vez. Quizás, demasiado angustiado. O, por el contrario, atormentado, nervioso. ¿Podría sentir todo eso al mismo tiempo? Da igual: se escucha lleno de vida.

—¿Qué?

—La Matrix del liderazgo es la energía pura de los Primes. El poder combinado de los Primes. La Matrix es energía que puede contra cualquier cosa...

Ratchet habla con fuerzas, pero Starscream siente un gran esfuerzo mental por comprender sus palabras y producir algunas parecidas, algo coherente que siga la conversación.

—No puedo hacerlo —pronuncia con extrema lentitud—. Me siento mal.

—¿Qué tienes? ¿Quieres que vaya a verte?

—Ve por la Matrix. Prime confía en ti.

—¿Estás bien? Pasaré a ver...

Starscream corta la comunicación y cierra sus ópticos sin esfuerzo. El pecho le molesta, aunque de cualquier forma, no le interesa.

—Llevame con Prime.

—Pero...

—Me traicionaste, así que me voy a cobrar eso.

Ratchet no sabe de dónde surgió esa repentina furia. Podría pelear con Lockdown y, si bien no ganaría, podría retarlo. De repente, las energías son tan fuertes, los pensamientos son contradictorios y obsesivos: hace unos segundos, pensó en volver con Optimus y contarle lo mal que se sintió con Lockdown. Sin embargo, ahora, eso no importa. Una idea mucho mejor apareció en su mente y no hace más que pensar una y otra vez en eso.

Lockdown no lo contradice. De hecho, no ha hablado desde que Ratchet dejó de llorar, hace ya varios ciclos. Pensó que, tal vez, mantenerse en silencio fuese la mejor opción. Toma el manubrio y conduce hasta Ciudad Autobot. No desciende, mas espera que Ratchet busque lo que necesite y regrese. Después de todo, el propio Ratchet le exigió que se quede allí.

Ratchet corre por los pasillos, sin detenerse ni saludar a nadie, hasta su dormitorio. El que comparte con Prime. Al abrir la compuerta, Optimus está allí: luce demacrado, viejo, muerto. Está sentado, inerte, sobre su cama. No se alegra al verlo llegar, pero Ratchet lo abraza con tanta fuerza como si jamás hubiesen discutido.

—¡Encontramos la solución! —chilla al separarse—. ¡Optimus, la Matrix es la solución!

Optimus no cambia de expresión al escucharlo. En un inicio, Ratchet piensa que no lo ha comprendido.

—La Matrix, la energía pura de los Primes. El conocimiento de los Primes. ¡Podemos generar un campo de fuerza alrededor de Cybertron!

—Yo no tengo la Matrix.

Ratchet trata de omitir eso. Incluso, se ríe y le da una palmada amistosa.

—Vamos, eres un Prime. Los Primes guardan la Matrix.

—La Matrix se me fue quitada. No pude controlar la guerra, muchos de los nuestros murieron, el caos y la tristeza se extendió por el planeta. Mi tarea como Prime jamás fue cumplida.

Ratchet suelta un poco el agarre, mas Prime no lo hace; y a pesar de que Optimus lo toma con más y más fuerza, Ratchet no percibe el cambio.

—Eres un Prime, ¿en dónde está la Matrix? Solo tú puedes tenerla.

—No, en verdad. Primus elige a quien dársela, y esta vez, no me eligió a mí.

Optimus suelta un brazo y busca algo tras él. Ratchet no alcanza a ver sus movimientos, y cuando logra ver la aguja en su mano, ya es tarde. El dolor en su cuerpo se dispersa poco a poco, lento y seguro. Siente los líquidos dominando su interior, recorriendo cada pedazo de él.

—Lo vi en tus ópticos, ¿sabes? Lo mirabas como a mí, al inicio: te veías tan ilusionado, tan feliz. Tus ópticos brillaban tanto...

Ratchet siente que las fuerzas lo abandonan casi tan rápido como la sorpresa de aquella traición. Sin embargo, alcanza a enviar un mensaje de ayuda miserable. Con la poca lucidez que conserva, piensa que hablar en voz alta es un golpe en contra. Al mismo tiempo, murmurar no es la mejor opción. Tal vez, ni siquiera pueda escucharlo:

—Lockdown...

—Siempre supe que lo nuestro no funcionaría, pero no puedo resistir verte así.

Ratchet no siente nada, pero ve a Optimus a su lado, en esa cama que era de los dos, ese espacio tan íntimo, ese lugar en donde fueron tan poderosos.

Su Prime.

Siempre se sintió tan privilegiado por tenerlo solo para él, tan soberbio por haberlo conquistado primero, antes que nadie más.

—Calma. Todo estará bien...