VII

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Sasaki estaba agotado, de hecho la palabra le quedaba corta el agotamiento que sentía no era normal, se tiró en la silla esperando a su respectiva clase algo aliviado pero acalorado

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Sasaki estaba agotado, de hecho la palabra le quedaba corta el agotamiento que sentía no era normal, se tiró en la silla esperando a su respectiva clase algo aliviado pero acalorado. Había estado caminando demasiado y previamente ya tenía un dolor de piernas, añadiendo que al parecer se había rozado la entre pierna.

Recostó más su espalda en su silla, cerrando con lentitud sus ojos. Le dolían los brazos, las piernas y los pies la sensación de tener su cuerpo en un estado completamente agotado le estaba afectando.

La tranquilidad de la mañana ayudaba un poco a sus penas, aún así sentía los ojos demasiado pesados.

— Tal vez dormir un poco me venga bien.. — A pesar de que Sasaki es alguien muy responsable el también necesitaba un descanso, sus párpados le exigían a prisas el cerrarse.

Se merecía al menos poder descansar sus ojos, es lo mínimo que podría hacer no debía de hacer sobreesfuerzo eso lo haría más viejo, rio algo amargado.

Al cerrar sus ojos se dió cuenta que estaba en un sueño, ¿De qué trata? Simplemente estaba sentado en una playa ante el imponente mar. La paz que reinaba solo era capaz de escuchar las olas chocando contra algunas rocas, una sensación de tranquilidad indescriptible, el olor a sal marina inundaba sus fosas nasales.

Si le preguntarán que es la paz, el intentaría describir lo indescriptible, que era ese sueño, de repente las olas empezaron a agitarse y chocar con más fuerza, el olor a mar era más intenso que nunca sintiendo como la marea empezaba a arrastrarlo. Pero el, seguía sereno dejando que las aguas del misterioso mar lo llevarán hasta el centro de este.

La serenidad que seguía manteniendo no queriendo abrir los ojos de alguna forma hizo que ese violento mar, se calmara.

— ¡Maestro! — Al abrir los ojos miro unos ojos azules como el mar y un cabello rubio dorado.

— ¿Mngg?, ¿Qué quieres niño? — Sasaki estaba molesto, siempre se molestaba cuando interrumpían su sueño rejuvenecedor.

Poseidón por su parte estaba enfurecido, le habían llamado, ¡Niño!

— ¿Usted es el maestro Sasaki?

— Efectivamente, ¿Qué necesitas? — Sasaki se dió cuenta que era el chamaco que le había chocado el hombro.

— La directora Brunhilde me pidió que lo llamara. — El mayor noto que las feromonas de Poseidón estaban algo quemadas.

— Comprendo.. — Suspiro levantándose de su asiento, notando de hecho que era mucho pero que MUCHO más alto que Poseidón — Estaré allí en un momento, puedes retirarte niño.

— Me llamo Poseidón, no niño. — El más bajo lo miro con reproche, pero Sasaki no le estaba prestando atención más dormido que despierto.

— Entiendo niño. — Sasaki lo ignoro caminando hasta la puerta del salón saliendo y dejando solo a Poseidón.

Acompañante De Una Noche - HaqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora