Cuando era niño, en los tiempos buenos donde las historias cobraban vida propia y la imaginación de este servidor era la herramienta para afrontar la realidad. Recuerdo con nostalgia y algo de inquietud una de las tantas historias que mi padre alguna vez me conto antes de dormir.
Forzando la memoria, recuerdo escuchar con peculiar atención acerca sobre un hecho misterioso y cuando menos perturbador.
Sucedió en el año 1972, en una remota comunidad que había sido sitio predilecto para los migrantes de aquel entonces. En dicho pueblo se erigió sobre lo alto de una colina, allá donde los pinos susurran y los vientos cantan, una hermosa casa, la residencia más lujosa de aquel lugar, como si se tratara de un palacio.
El enorme inmueble era propiedad de una familia nipona, los Koharu.
Haciendo memoria, logre escuchar en su momento con suma atención los relatos de mi padre cuando me contaba sobre aquella familia y la desgracia que toco la puerta de aquel "palacio".
Pues, una fatídica noche de invierno, la familia Koharu se vio envuelta en tragedia.
Sota, el primogénito de la familia había desaparecido sin dejar rastro alguno.
Según cuentan los rumores, el nefasto suceso ocurrió mientras la familia dormía en la pieza inferior del inmueble, el niño descansaba plácidamente en el piso de arriba, o eso es lo que todos pensaban.
A la mañana siguiente cuando fueron a verlo, este no se encontraba ahí, la habitación estaba intacta y no había rastro alguno de él, era como si la tierra se lo hubiera tragado.
Los padres angustiados pusieron la denuncia de desaparición; sin embargo, tanto la policía como la propia familia poco pudieron hacer en su búsqueda.
El pequeño Sota, como le decían sus padres, desapareció aquella noche y nunca más lo volvieron a ver, tan solo su recuerdo aún vive enmarcado, en los viejos retratos de aquella casa.
Al día de hoy hay leyendas y mitos, que cuentan vivencia alguna, bajo la luz de las estrellas.
Pues de testigo está la luna, ¿Qué sucedió con Sota?, ¿Por qué no pudieron hallar nada?
Ojalá el cielo nocturno y la noche tuvieran una respuesta a todas las interrogantes.
Lo cierto es que, la familia Koharu y la casa, se fueron perdiendo poco a poco, y nunca más volvieron a ser lo mismo.
ALGO
Es invierno, la lluvia incesante castigaba los huertos y los árboles con interminables torrentes de agua.
El suelo brilloso y húmedo reflejaba el cielo nocturno, uno carente de estrellas. Un aire gélido paseaba esporádicamente en el exterior y de vez en cuando se azotaba sobre mi ventana.
Y es desde allí donde observaba pensativo y carente de ánimos, como la lluvia se precipitaba sobre las calles, inclemente e incesante.
Percibía el olor a tierra húmeda relajando mis sentidos, tan maravillosa sensación le ofrecían a mi mente un escape de la realidad.
En esos momentos, solía pensar...
La vida es demasiado dura para alguien que solo quiere vivir tranquilo.
Pero aquel trance también me trajo la sensación de pesadez en mis párpados, sensación que poco a poco me inducía al sueño.
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CUENTOS DE LUNA
FantasyBenjamin es un pobre periodista sin exito ni propósito. Un día estando al borde de la bancarrota, decide arriesgarse a visitar una residencia donde tuvo lugar la extraña desaparición de un niño en una de las familias más importantes de la década de...