6. EL COLECCIONISTA

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Se oyen crujidos en la madera, auguran los pasos de una entidad de grandes proporciones.

No hago más que tratar de refugiarme detrás de los barrotes.

Siento mi corazón latiendo con ímpetu, como si estuviera a punto de salir de mi pecho. Mi respiración entrecortada delatan el más profundo miedo apoderándose de mi.

Un fuerte gruñido hace estremecer mi alma, provenía detras de la puerta.

La misma que en cuestión de segundos se abre para dar paso al causante de tal terror en mi y en mi compañero.

Frederick había huido poniéndose a buen recaudo y yo, yo estaba destinado a confrontar al terror personificado.

Finalmente aquella criatura se aparece arrastrando un largo saco marrón oscuro del cuál colgaban ganchos y cuerdas.

Su rostro oculto tras una grotesca máscara parece ido , perdido en la infinidad de cosas que se hayan en la habitación.

Avanza lentamente, sabiéndose amo y señor de su casa y de todo lo que en ella reside.

Observo tímidamente tratando de calmar mi respiración.

Calma Benjamin, calma...

El coleccionista, es como le hacen llamar , gruñe al avanzar y un ruido extraño proveniente de su boca , como si algo dijera entre murmullos, frases inentendibles que perduran en sus labios.

¿Que trama?

Lo veo merodear, revisando las jaulas, algo parece buscar.

No me ha visto...

Sus pasos imponentes han rodeado la jaula en la que estoy prisionero.

No... él sabe que estoy aquí.

Él sabe que estoy aquí, ha olido mi miedo desde la distancia.

Por alguna razón siento que es así y más ahora que es cuando las palabras de Lucio vienen a mi memoria.

"Si entras a sus dominios, él lo sabrá de inmediato"

La criatura humanoide me hace brincar de un susto al golpear fuertemente la jaula, la máscara en su rostro, parece mirarme fijamente a través de ella.

Los sonidos de su boca me generan repulsión.

Tengo la piel enervada por la cercanía entre los dos, el me olfatea y gruñe fuertemente.

Parece reír, ríe como un demonio que disfruta de fomentar el más puro miedo en los vivos.

Pronto entre esos gruñidos abandona el lugar cerrando la puerta con un sonoro portazo.

Se fue...

RUMBO

Puedo oír la voz de una persona llamar mi nombre desde la distancia.

He vuelto a ver la niebla descender sobre las aguas calmas del lago, gris y fría como la sensación de mi ser.

Sobando mis ojos trato de divisar a la distancia, ¿quien es el autor del llamado?

—¡Benjamin!

El bote se aleja más y más de aquella voz.

De pronto un fuerte viento hace mover el farol y la llama extinta vuelve a encenderse.

La luz se ha hecho entre la obscuridad.

CUENTOS DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora