querida abuela

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Aún recuerdo el ruido de la bandeja de metal que se llevó tu cuerpo, sentí que el mundo se quedó sordo, todo se detuvo, cerré mis ojos y hundí mis dedos en mis oídos casi llegando al tímpano, espere y espere rogando no estuvieras ya, no quería verte en una bandeja, me dolió limpiar tu casa al día siguiente y encontrar el rosario que me regalaron y pensé perder, todo el tiempo estuvo en tu biblia, ese día estabas tan hermosa, sentía un poco de euforia y tranquilidad, quería creer que había hecho todo lo posible para mantenerte bien y al final fui un egoista al ignorar tus lágrimas y esforzarme en ver tu corazón seguir latiendo, me lamenté por haber discutido contigo una semana antes, pero gracias a eso fuiste buena con todos antes de morir, quizás conmigo aún más, me acosté contigo una noche como si fuera un niño, y gracias por tus últimas palabras, las llevaré conmigo lo que reste de mi vida y aunque se que en sueños me pides que me perdone, lamento decirte que aún no encuentro respuesta a esto, siempre me dijiste que era muy inteligente y que era bueno escribiendo, gracias por haberme cuidado 22 años, aunque no contaré las veces que me cuidas de los peligros que hay en la calle, te amo Mirtha, aunque era un nieto chistoso y burlón, siempre quise me vieras contento a ver si así te pegaba la risa, me alegra que siempre fue así, te amo

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