Un pleno mediodía, una noche oscura, ambas son hermosas, tienen su magia, una llena de alegría y la otra incomprensible, pero más hermoso y llamativo es la transición entre ambas, es el amanecer el crescendo y el atardecer el decrecendo de la sinfonía que orquesta el día a día, una abriendo paso al ruido, otra abriendo paso al silencio, tan hermosos como tan peculiares, y así somos nosotros, atardeceres y amaneceres.