capítulo 12#

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Frío... Mis manos tiemblan y no puedo sentir mis pies, en la bodega de este barco el frío traspasa mis huesos haciendo que sea imposible dormir. Sin contar el continuo balanceo del barco que me causa mareos.

¿Cuánto tiempo ha pasado?

No tengo idea... no debe llevar más de 5 horas desde que zarpó el barco. Una vez que lleguemos a puerto, debo descansar y unirme a grupo para una caminata de 3 días hasta cruzar la frontera.

Debo ahorrar energía.

__¿Sientes mucho frío? Yo te puedo calentar —Una joven se sienta a mi lado y toca mi hombro de forma atrevida.

Miro de reojo a la joven, parece de mi edad, es de piel morena y ojos verdosos, debe ser gitana por las características de sus accesorios y ropa.

Niego y me alejo de su contacto físico.

Se me olvida que a parte de mi, en la bodega está otras 3 mujeres y 4 hombres, también va a la frontera.

La presencia de los hombres me mantiene alerta, no parecen personas honestas y aunque estoy disfrazada de hombre, no me protege si intenta hacer algo contra mi, de hecho, no dejan de observar a las 3 mujeres con mirada lujuriosa.

__Vamos, por algunas monedas puedo darte un rato placentero¿Que dices? —La joven insiste y se acerca intentando una vez más tocarme pero agarro su brazo.

__No —Le advierto con la voz ronca por el frío.

Ella abre sus ojos con curiosidad pero deja de insistir, se levanta para volver a sentarse junto a las otras mujeres que de igual forman ignoran la presencia de la gitana, noto como los hombres se la quedan viendo con mucho interés y deseo en sus rostros.

Uno de ellos, un hombre robusto de unos cuarenta años, bajo y con barriga, se acerca a la gitana, le susurra unas palabras en el oído, me doy cuenta como ella aprieta su falda con sus manos pero forja una sonrisa encantadora al hombre, ella se levanta y se va con él a una habitación apartada del almacén, pero aún así, podemos escuchar los gemidos y golpes dentro del pequeño almacén. Pasa unos minutos y el hombre sale abrochándose sus pantalones, le hace señas a sus compañeros y uno a uno entra a la habitación con la gitana, volviendo a llenar el lugar de sonidos desagradables.

Quiero vomitar.

Las otras dos mujeres parecen acostumbrada a este tipo de escenario, también deben vender su cuerpo.

Luego de algunos minutos, los hombres se reúnen y comienza a reírse entre ellos haciendo gestos obscenos, me llama la atención que la gitana no ha salido de la habitación.

No debería involucrarme, no es mi problema.

Pasa una hora y la chica no da señales de vida, todos en el almacén están durmiendo pero yo no. Suelto un suspiro y me levanto para ir a ver a la gitana, al entrar a la habitación me paralizó a verla acostada, completamente desnuda, con mordidas y heridas por todo su cuerpo, su mejillas estan hinchadas por golpes de bofetadas y su labio partido. Me quitó mi capa y cubro su desnudes.

__¿Dónde está tu ropa? —Le pregunto terminando de cubrirla pero sus ojos lucen sin vida.

__Ellos me la destrozaron, no puedo usarla —Señala a un lado de la habitación y veo su ropa hecha girones.

Veo más cerca las heridas y moretones en su cuerpo, frunzo el ceño sintiéndome enojada.

__¿Por qué no pediste ayuda? Esos hombres fueron bestias contigo.

La gitana se ríe y me mira con ojos llorosos.

__Estoy acostumbrada, de esto vivo, pero esos hombres solo me dieron la mitad de lo que me prometieron. Por eso yo...

El Duque Demente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora