3Presente
Llegó el día de mudarme a mi nuevo departamento y con la ayuda de Luciano y de Juampi llevamos las pocas cosas que tenía al mismo. El edificio estaba tranquilo ya que estaba anocheciendo. Pude usar el ascensor varias veces sin problemas, ya a lo último los eché y me dispuse a subir sola. Entré las últimas cajas que me quedaban y corrí cuando vi que la puerta del ascensor se estaba cerrando. Si tenía que esperarlo con las cajas a cuesta me iba a lastimar la espalda. Logré frenar la puerta y meterme dentro del ascensor, solo que este no iba vacío. Detrás de mis cajas pude ver que mi acompañante era un joven, vestido con ropa deportiva y lo que parecía ser un físico envidiable por lo poco que podía divisar.
—Disculpame, no te vi, dame que te ayudo con las cajas— me dijo el extraño sin dudarlo y tomó dos de las cajas que llevaba más arriba. Al liberarse bien mi visión, quedé sorprendida por la imagen que percibían mis ojos. Su cara me resultaba familiar, esos ojos verdes los conocía de algún lado.
—No hace falta...—mi cerebro empezó a atar cabos, a unir caras con nombres hasta que...— ¿Fede, sos vos?— pregunté sin si quiera pensarlo.
—Sí, Daniela ¿no?, no pensé que me reconocerías— me dijo sonriente y mucho más confiado que el chico que recordaba de la escuela. Hacía muchos años que no lo veía. No después de ese día donde todo cambió para mí.
—Hace mucho que no nos veíamos, ¿vivís acá?—quizás la pregunta sonaba medio estúpida pero no había visto si había entrado con su llave al edificio o si alguien le había abierto.
—Si vivo acá, ¿a qué piso vas?
—Al segundo me estoy mudando ahora mismo.
—¿Enserio?, yo también vivo en el segundo piso. La situación de volver a verlo ya me resultaba incomoda pero vivir en el mismo piso era demasiada coincidencia. Llegamos al segundo piso y me acompañó hasta que me detuve frente a la puerta de mi departamento. Giré la llave y entré porque ya no aguantaba el peso. El entró detrás de mí y dejó las cajas en el suelo por donde pudo.
—Perdón por el desorden.
—No pasa nada, te estas mudando— Rocky apareció de entre las cajas y maulló en señal de saludo, no sin antes refregarse por las piernas de Federico.
—Tenés un gato por lo que veo— dijo y se agachó a acariciarlo.
—Sí, Rocky se llama. No es para nada tímido como verás.
—Qué bueno que tenés mascotas, porque yo vivo en el departamento de al lado y tenga un perra. Espero que no te moleste, no ladra mucho pero a veces lo hace.
—No, no me molesta, mañana vienen a instalar la red en el balcón, así que no te preocupes por mi gato.
—Canela ama los gatos, mi perra— aclaró por si me quedaba dudas de quién hablaba.
—Bueno gracias por la ayuda, Fede, te ofrecería algo pero creo que voy a tardar días hasta que encuentre las cosas en este caos.
—Ya vamos a tener oportunidad, nos vemos, vecina— me dijo y me dio un beso en el cachete de despedida lo que hizo que me corriera una descarga de electricidad por todo el cuerpo.
Cuando él se fue me desplomé en el sillón. Rocky se acomodó sobre mí enseguida para ronronearme. No podía creer lo mucho que había cambiado Federico. Era lógico, ya no era un adolescente, era un joven de veinte y pico de años, se lo notaba atlético por los músculos de su espalda. No me disgustaba para nada en lo que se había convertido. Sacudí mis pensamientos pecaminosos. Recién salía de una relación y no me convenía meterme con nadie. Mucho menos con un vecino con el que encima teníamos historia.
ESTÁS LEYENDO
Solo quedamos vos y yo
RomancePasado, presente. Federico y Daniela se conocen desde adolescentes ambos iban a la misma escuela, pero la vida y el destino los separó. Cuando Daniela termina con su ex novio, se muda un nuevo departamento junto a su gato. Lo que ella nunca se ib...