「 Prólogo: Dー Qué Inusual...」

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⚠️IMPORTANTE.

Los títulos van seguidos, cuando os encontréis con el primer recuerdo (un capítulo cortito de la primera temporada) tendrán su título seguido aparte.

Si no lo entendéis en el último capítulo, en el final del todo tengo escrito los dos títulos en orden.

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Fue una tarde oscura, deprimente y solitaria.
Ya habían pasado dos meses así, tan nublado y frío en mitad del verano, no era de extrañar que en Londres que lloviera de vez en cuando (menos en verano pero aún así), sin embargo esto ya se le había salido de las manos a Crowley y ni siquiera le importaba, las calles inundadas y las casas con goteras no importan ahora.
Su mente solo se concentraba una y otra vez en la conversación que tuvo con él, el beso y luego, su mirada antes de subir al ascensor, de solo recordarlo las nubes tronaban por unos segundos y volvía a llover.

Muriel, a quien el Metatron dejó encargándose de todo en la librería, pasó cruzando detrás del triste demonio que miraba sentado las nubes desde la ventana. En estos dos meses ella había pasado por su espalda más de una vez y siempre lo veía en la misma posición, sin comer, sin beber y sin dormir, tampoco es que le hiciera falta pero a Crowley le encantaba dormir y beber.

- Am..

Alzó el índice derecho con una expresión preocupada y tímida.
Su intención de hablar con el demonio se estaba yendo al garete, ya iban más de un monosílabos y seguía sin mirarla.

- P-perdone, señor Demonio. - Alzó un poco la voz dando un paso hacía delante, cuando se dio cuenta de que el brazo izquierdo comenzó a temblar en cuanto la miró se puso a apretar con fuerza el libro que sujetaba. - A-am sí.. E-eh...

De nuevo, su temblor en la voz volvió a actuar, sin embargo cuando este iba a girar el rostro se mostró con valor y habló.

- Prueba a enviarle una carta.

Se detuvo, ni parpadeo, ni respiración y cada músculo parecía hecho de piedra. Muriel dudó de si hizo bien en aconsejarle.

- Eso.. - Habló tomando toda la atención del ángel. - Es.. - La miró, una pequeña sonrisa se asomó en esos labios morenos que le recordó a Aziraphale, su ángel. - Eso es ridículo ¿qué le escribiría, cómo se enviaría? - Miró a las nubes con el ceño fruncido.

- Del envío me encargo yo. ¿Qué escriben los demonios usualmente? 

Ni si quiera tuvo que pensarlo y tras un suspiro frustrado respondió:

- Nada. No saben escribir. - Apretó los labios frustrado mientras se levantaba de la silla.

- ¿Tú tampoco?

- ¿Tú qué crees? - Preguntó con un tono sarcástico. Al ver la duda en Muriel volvió a suspirar esta vez ruidosamente. - ¡Di-.. ¡Diablos, estoy rodeado de libros!

Buscó en la mesa donde antes estaba sentado, una hoja en blanco y un lápiz, la verdad esque encontró muchas cosas como por ejemplo: una foto de él, de ambos, una pequeña parte de sus libros favoritos firmados y una hoja donde apuntó sus lugares más frecuentes, no pudo evitar una risilla triste cuando vio que repitió el Ritz dos veces, el restaurante donde brindaron por el mundo, se notaba a primera vista que estaba a la mitad. Oh, siempre se le olvidaban

- Aziraphale... - Susurró dejando el papel en su sitio, ahí, encontró una en blanco y Muriel volvió de la trastienda con un lápiz, ni siquiera se había dado cuenta de cuando se había ido.

Se sentó y pensó en cómo empezar, cómo seguir y cómo acabar, eso sí, necesitaba estar solo y eso fue fácil de conseguir con una mirada profunda sin las gafas de sol.

- S-si me necesitas e-estaré atrás. - Señaló a las estanterías y sin esperar respuesta anduvo rápidamente hasta ellas.

Crowley volvió su mirada a la hoja. Dio golpecitos con la punta del lápiz, extrañamente eso le ayudaba a pensar.

- Aziraphale...  - Cerró los ojos dejando que su rostro apareciera todas las veces que quisiera. - Ángel.. - Los abrió con pereza y comenzó a escribir.

Muriel, que lo vigilaba desde lejos escondida detrás de una estantería, sonrió orgullosa al ver que escribía casi sin pausas pero de la nada, mientras dejaba fluir el lápiz soltó varias lágrimas.
Se acercó a paso lento, acarició su espalda como siempre hacía cuando lloraba, o simplemente cuando pasaba por su lado.

- ¿Has.. Terminado? - Preguntó el ángel apartando la mano antes de que se diese cuenta y le pegase un manotazo como ya había hecho las docenas de veces antes.

- S-sí.. - Agachó la mirada entregandole la hoja doblada. - Ni se te ocurra leer nada. - Amenazó.

- Eso está hecho. - Sonrió antes de marcharse corriendo con la carta en la mano hasta el The Dirty Dunky, ahí, subió hasta el cielo.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, ella salió corriendo directa a Aziraphale pero rápidamente, Uriel, se puso frente a ella.

- Muriel. - Saludó.

- A-ah hola, venía a entregarle esta carta a Aziraphale. - Le mostró la carta, sin abrirla por supuesto.

A Uriel no le podría importar menos Aziraphale y un objeto material pero no pudo deshacerse del hedor que tenía la carta.

- ¿Quién la escribió? - Preguntó mirando directamente a los ojos de Muriel.

- Am.. - Agachó la mirada y cerró los ojos con fuerza. - Vamos Muriel, entregasela ya, está ahí, detrás con sus cosas. - Alzó la mirada con seguridad. - Lo siento, tengo que entregarsela ya. - La esquivó y volvió a correr hacia él. - ¡Aziraphale!

El recién llamado, al reconocer la voz se giró con rapidez preocupado.

- Muriel, Muriel ¿cómo está? - Juntó sus manos por debajo del pecho.

- No sabría decirte si los demonios lloran todo el día por naturaleza. - Respondió entregandole la carta.

- ¿Qué es esto?

- Un objeto material, eso es lo que es. Y por el olor.. Escrito por ese. - Uriel apareció a un lado de ambos con el ceño fruncido.

- Una carta, de su parte. - Miró al ángel de piel morena y sonrió, para distraerla era difícil así que optó por decirle que no es importante. Tampoco funcionó, pero como ya dije, no le preocupaba en lo más mínimo... ¿Por qué será?

El ángel de cabellos dorados agarró la carta, se lo agradeció y caminó veloz por los pasillos mientras leía la carta.

Es la primera vez que hago esto, no sé que podría decirte que no sea: vuelve. Por favor, angelito, vuelve.

¿Es por el beso, ángel, es por eso que no he sabido de ti por dos meses?

Quiero pedirte perdón así que ven aquí, ponte de pie delante mia de una vez y deja que te lo diga Aziraphale.

A y Solo para que lo sepas, sigo en la librería con la ángel esa, y ninguno de tus libros fue comprado.

Se detuvo con la expresión entristecida, se fijó en las gotas secas sobre el papel y pudo ver tinta detrás de la hoja en forma de r , le dio la vuelta y antes de que lo supiera ya estaba con las lágrimas recorriendo sus rechonchitas mejillas.

Estoy jodidamente enamorado de ti.

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Espero que les esté empezando a interesar, ya tengo el final en la cabebsa jejejejeje ¡pero qué final!

Nos leeremos pronto

Sayonara¡!

DーSIN HISTORIA (Escritos de Dios: La oscuridad y la luz no se tendrán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora