「 Dー ... Que no funciona, 」

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Cómo le prometió, Crowley dejó que el mundo descansara un poco de las nubes grises, pronto escuchó a gente gritar de alegría en la calle. Los observó sentado, mujeres y niños, hombres y ancianos parecían bailar por la calle gritando lo mismo: "Londres libre de diluvio"

- Ingleses. - Soltó el demonio frunciendo el ceño.

- ¿Quieres esto?

Miró a la ángel y bajó la mirada hacía su mano dónde traía dos tapones de botella de champagne.

Agarró los tapones y puso cada uno en sus orejas, seguía escuchando pero no tan fuerte como antes.

- ¿Vas a enviarle otra carta? - Preguntó curiosa, deseando volver al cielo y verlos a todos.

- Espera en la trastienda. - Alzó la voz.

- ¡Sí!

Aseguró que se fuera del todo persiguiéndola con la mirada hasta que se esfumó detrás de las estanterías.

Alzó una de sus cejas extrañado, no estaba en la trastienda, no había escuchado ninguna puerta abrirse

- ¡Dentro!

Igualmente no escuchó nada y su conciencia le recordó los tapones en las orejas.

- Agh que frustrante.

Con un chasquido hizo aparecer una hoja y un lápiz y los miró, fijamente sin ninguna idea aparente. Hasta que recordó un día, no su primer día desde luego.

Escribió lentamente fijándose en cada palabra que ponía, tachaba unas cuantas y otras más hasta que se rindió al parecerle muy cursi y empezó de nuevo por detrás.

¿Recuerdas, ángel? Que una vez en el muro del jardín del Edén, sí, cuando te ofreciste a ser mi paraguas.

¿Recuerdas que yo iba a decirte algo?

Cerró los ojos mientras sonreía y recordaba perfectamente ese momento, cuando creía que le hablaba pero solo era su imaginación.

Al principio pensé que solo quería avisarte de que te estabas mojando, y era eso principalmente pero no del todo.

Ay ángel, sé que me entiendes aúnque lo explique mal pero hasta en ese momento y más atrás te quería.

Siendo Raphael, cualquiera diría que solo sentía y tenía que sentir amor por Dios pero adivina, sí Aziraphale, sea lo que que está pasando por tu cabecita de ángel así es.

Nunca lo dije en voz alta pero seguro que la omnipotente se dio cuenta y fue una de las razones por las que me echó del cielo.

No me arrepiento en ningún momento de haberte preferido a ti antes que a Dios, y pensaba que harías lo mismo.

Suspiró e hizo desaparecer el lápiz.

- Muriel. - Llamó, demasiado bajo para que la escuchara pero demasiado triste para gritar. - Joder. - Se levantó y caminó a pasos acelerados hasta la trastienda. - ¡Oye tú- ah.

Sin poder creérselo (y eso demostraban su boca y ojos muy abiertos), observó detenidamente a la ángel llorar con las manos en la cara. Por instinto propio y acostumbrado a tratar con ángeles tristes gracias a su ángel triste, se quitó los tapones y se acercó a ella evitando que se notara la preocupación en su rostro.

- ¿Qué te pasa?

Muriel lo miró sollozando con las manos temblorosas.

- S-si vuelvo al cielo... ¿Habrá a-alguien que me haya e-echo de menos? - Dicho en voz alta la hizo perder de nuevo el control sobre su cuerpo y lloró.

DーSIN HISTORIA (Escritos de Dios: La oscuridad y la luz no se tendrán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora