「 Dー ... Destrozó a un Ángel... 」

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Tras Lucifer haber asesinado a Adán, su propio hijo frente a su madre biológica, entregó la sangre a Lilith en un pequeño recipiente. Cualquiera pensaría que ella negaría hacerlo pues era el principio de un Armagedón grandioso, sin embargo ella ya había perdido al único que le importaba y tenía las pruebas en sus manos.

Frente a la entrada al cielo, esperó a que la dejasen entrar, hasta eso, pasó medio día que puso de mal humor a la mujer demonio.

- Por aquí. - Guió uno de los ángeles caminando lo más rápido que se podía mientras Lilith lo seguía, aburrida y con ganas de adelantarlo.

Tardaron poco más de media hora hasta llegar a la mesa de Aziraphale, encima de esta, apareció de la nada un gran botón rojo en el que ponía escrito (grande y blanco) "WAR".

- ¿Aziraphale?

La demonio quedó pasmada cuando vio a este sentado tan tranquilo con una pierna sobre otra y juntando sus yemas, no conocía demasiado a Aziraphale pero había escuchado que este traicionó al Cielo. Verlo ahora con una sonrisa sádica y las ropas tan blancas la confundía, había escuchado que siempre vestía de pajarita con estampado de tartán.

- ¿Una corbata? - Esa corta distracción fue suficiente tiempo para que solo un chasquido con los dedos llevara el recipiente hasta sus manos.

- Gracias, ya puede irse. - Bajó las comisuras y dejó la sangre del Anticristo sobre la mesa de cristal.

- P-pero.. - A sus dos lados cada ángel vigilaba sus movimientos, obvio que ningún ser celestial confiaría en un demonio, por ende pasó a las palabras en vez de la violencia. - Aziraphale.. ¿Qué pasa con Crow?-

Antes de que terminara el nombre de la provablemente demonio que sepa tratar a ese ángel, uno de ellos tapó su boca (evitando tocarla con un pañuelo rosado).

- Arcángel Aziraphale, la retiraremos.

Y en un plis plas ninguno de esos tres estaba a su alrededor, claro que quitando al Metatron quien estaba en todo momento en silencio y supervisando solo al ángel sentado,desde el momento en el que Lilith casi dice ese nombre por un momento pensó que se deshacía su milagro, por suerte sus subordinados (de los más listos que tenía) fueron más rápidos.

- ¿Qué pasa con Crow? ¿Quién es Crow? - Miró de soslayo al Metatron.

- Nadie importante.

- Hmm.. Me recuerda aah.. - Cerró los ojos mas no tardó mucho porque el ángel a su lado le tocó el hombro para llamar su atención, salvo que fue el suficiente tiempo para que le apareciera una imágen en la cabeza, una donde había un pelirrojo sentado en un banco y con unas gafas de sol, una donde hace el ridículo delante suya y el suelta las palabras más hirientes de las cuales recuerda.

- A ver si desapareces.. - Susurró.

- ¿Perdona?

Alzó la mirada hacía el Metatron y negó con la cabeza quitándole toda importancia.

- Crowley.. - Sonrió suavemente relajando su mirada hacía el botón, no quería hacerlo.. Y tenía que salir de ahí lo antes posible.

- Arcángel Aziraphale. - Llamó recibiendo un sobresalto como respuesta, esa actitud común en el Aziraphale de antes. - Traeremos a tu ángel para que podamos seguir con el Armagedón.

- S-sí. - Agachó la cabeza hacía delante y estiró un poco del cuello de la corbata. - Esto es.. - Sintió la mano del Metatron sobre su cabeza, siendo un ruido musical lo último que escucha.- ..  Sublime. - Arregló su corbata y poso cada codo en los posabrazos. - Que pasen.

ーーーーーーー

Al día siguiente (o eso es el tiempo que pasó en la Tierra) hicieron el funeral de Adán. Lucifer había dejado la prueba suficiente de que este había fallecido junto al perro.

Al día siguiente Anathema sintió un temblor en su casa y sin siquiera asomarse por la ventana supo de inmediato que era el fin del mundo, otra vez. Buscó como loca por todo su hogar la caja de madera dónde guardaba las acertadas profecías de Agnes la Chalada.

- ¡Newton! - Gritó la mujer con ganas de arrancarse de los pelos.

- ¿Q-qué? - Este apareció de detrás del sofá temiendo acercarse a ella cuando está furiosa.

- ¡¿Dónde mierda pusiste mis profecí-

Una pequeña nota calló de encima del armario aterrizando sobre su cabeza deteniendo su ira por ahora.
Agarró el papel y lo leyó, no quiso creerselo y lo leyó otra vez, releó tantas veces como sean posibles para darse cuenta de que hablaba de su pariente, la última bruja de Inglaterra.

- Oh mierda.

En el papelito ponía una pequeña y corta acertada profecía de ese mismo día y hora.

Fin.

Se acercó corriendo a lanzarse sobre Newton Pulsifer, que aúnque este apenas entienda que está pasando, correspondió el abrazó como si la entendiese.

Mientras, en el más allá, tres ángeles ya bien conocidos arrastraban a otro ángel y a un demonio a la fuerza, no había otra forma de llevarlos ante Aziraphale.

- Aquí están. - Avisó Miguel evitando tocar a Muriel y a Crowley.

- Bien, Aziraphale. - Miró a su derecha llevando también la mirada del demonio y la ángel. Aziraphale dio media vuelta en su silla con ruedas, mostraba una expresión seria para los demás pero una específicamente triste y decepcionada para Crowley.

- Oh Crowley. - Se levantó, no era la misma voz compasiva que siempre tenía aún en los peores momentos sino un tono burlesco y sarcástico (cómo el del demonio algunas veces). Caminó hasta él con las manos cruzadas en su espalda.

- A-a.. - Intentó hablar, sin logro alguno.

- ¡¿Qué estás haciendo?! - En cambio, a Muriel no se le hizo nudo que la deteniera.

- Mi trabajo. - Señaló al botón y sonrió con dureza. - Eso destinará el Armagedón al 100%, ahora solo hay olas grandes y terremotos en algunos sitios. - Volvió a mirarlos. - Pero pronto habrán tsunamis y grietas en el suelo.

- ¿Por qué? - Con todo el esfuerzo que podía conseguir, evitó todo lo posible mostrar más tristeza en alguna parte de él que no sea en la voz, que parecía contener sollozo tras sollozo.

- ¿Por qué? Por ti. - Se puso de cuclillas sujetando su peso en una de sus manos e intencionalmente acercarse a su cara. - Porque me enviaste esa carta.. Yo.. - Frunció las cejas hacía atrás. - Te amaba..

- ¿Eh? ¿Q-qué carta?

- ¡Qué de comienzo el Armagedón! - Gritó el Metatron, Aziraphale captó la orden y se acercó a su escritorio.

- ¿Preparados?

- ¡No lo hagas!

- 7. - Alzaron la voz todos.

- ¡Para!

- 6.

- ¡Aziraphale!

- 5.

- ¡Escúchanos a nosotros!

- 4.

- Ángel..

- 3.

- Angelito...

- 2.

- Solo nosotros.. Por favor..

- 1.

Justo en el último número, fueron solo los ortodoxos los que gritaron ese final, desgraciadamente, Aziraphale ahora era uno de los ortodoxos Ángeles y no había manera de hacerlo razonar.
Y en un abrir de ojos el dedo meñique que Crowley deseo a escondidas lamer y besar el anillo (también el dedo), estaba apretando ese gordo botón rojo.

DーSIN HISTORIA (Escritos de Dios: La oscuridad y la luz no se tendrán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora