#01: Nacimiento.

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El tiempo había pasado con suma rapidez, y en aquel once de marzo en la madrugada, Lionel finalmente había roto fuente, estaba agitado, tembloroso, y por sobre todas las cosas, adolorido. Las contracciones que por su vientre pasaban se sentían como la peor tortura que hubiese experimentado alguna vez, no podía si quiera pensar en nada, y ni mucho menos por el bebé que ya hacía desesperado pateándolo para intentar salir.

Guillermo extrema rapidez, había llevado a su esposo al hospital más cercano para iniciar la labor de parto, su rostro se hallaba pálido, se notaba mareado y aturdido ante las luces blancas del lugar y los sonoros gritos de las enfermeras para que otras traigan una camilla. Con velocidad, habían montado a Lionel débil sobre una de aquellas camas rodantes, para luego llevarlo hasta alguna habitación y dejarlo esperando afuera durante horas.

Se le había olvidado por completo su celular, así que no tenía a nadie a quien avisarle de aquel importante suceso en su vida, estaba sumamente preocupado, podía ver a la perfección como entraban cada vez más médicos a aquella pequeña sala, lo que le daba una mala espina terrible y le hacía sentir miedo de lo que fuese a pasar allá adentro.

Con una sensación extrema de sueño y cansancio, Guillermo se durmió sentado sobre aquellas bancas azules de la sala de espera, mientras sus ojos se mantenían cerrados y rendidos, no podía evitar soltar lágrimas de manera involuntaria mientras preocupado soñaba con su Lionel y su pequeño hijo.

— Señor, Ochoa, por favor despierte. — Le dijo una de las enfermeras, para luego reaccionar de manera inmediata y ver fijamente a los ojos de la mujer. — Ya hemos terminado, puede pasar a ver a su esposo y a su pequeño. — Murmuró con una sonrisa la mayor, mientras invitaba al rizado a moverse y a entrar a aquella habitación

Se levantó con rotundo cansancio y caminó hacia la puerta en donde ya hacía Lionel y Ciro, se suponía que ese debía ser un cuadro lindo, en donde el castaño lo mirase con ojos cansados mientras tenía a su hijo en brazos y este estuviera dormido o siendo alimentado.

Pero lo que sus ojos lograron observar, era muchísimo peor de lo que esperaba.

Lionel ya hacia tumbado sobre aquella cama de hospital, con una bata azul que apenas y cubría su cuerpo desnudo, toda su piel se hallaba pintada de un color bastante pálido, el cual le dejaba ver a la perfección todas las venas y arterias de su ser. Estaba inconsciente, sus párpados ya hacían cerrados después de horas de sufrimiento continuo; tenía adaptado un respirador en su nariz y en su mano tenía inyectado un suero de hidratación.

No tenía fuerzas siquiera para respirar.

— ¿Q-qué le pasó a Leo...? — Murmuró el mayor, mientras se acercaba hacia su esposo con un ligero temblor en sus piernas, ahora que lo veía muchísimo más de cerca, no podía evitar sentir punzadas de dolor en su corazón destrozado. Su Lionel, aquel que con tanta alegría se hallaba esperando la llegada de su pequeño, hacía medio muerto en aquella camilla de hospital.

— Hubieron demasiadas dificultades en el parto de Lionel... no había terminado de dilatarse cuando nos dimos cuenta de que se había desmayado de dolor. — Con extremo cuidado, Guillermo había posado su mano sobre la de su esposo, la cual se sentía fría e inerte. — Le hicimos una cesárea, pero lamentablemente empezó a derramar mucha sangre... — El rizado supuso, que por eso demasiados doctores habían ingresado a la sala a socorrerlo. — Por esa razón, le realizamos una transfusión para regular los niveles de su cuerpo y le hicimos la ligadura de trompas según lo que dice el registro que nos entregó. —

— ¿Pero va a estar bien, no...? — Dijo con una notoria preocupación, mientras veía a la perfección el cómo el castaño ya hacía vacío e inconsciente.

— Hijo... déjame decirte que tienes que tienes a un esposo muy fuerte... — Le dijo aquel medico de mediana edad al joven, mientras lo tomaba del hombro y le daba unas cuantas palmadas en señal de apoyo. — Por el momento, Lionel se va a quedar aquí mientras se recupera por completo. — Tal vez serían días, tal vez serían horas, pero su ser no estará tranquilo hasta que su amado no esté sano. — ¿Por qué no pasas a ver al bebé...?, No ha visto a ninguno de sus padres desde que nació... — El hombre mayor había invitado al rizado a seguir hasta donde estaba una pequeña incubadora al otro lado del cuarto, la cual estaba rodeada de enfermeros y doctores que ya hacían chequeando su estado de salud.

Tragó saliva con fuerza, para luego avanzar a paso lento hasta donde estaba finalmente su bebé, aquel que con tanto cariño y amor habían concebido en una noche llena de alegría y emoción. A medida de que más caminaba, podía ver como la personas que estaban cerca suyo le daban espacio para pasar, quedando profundamente perplejo ante lo que sus ojos estaban viendo, a la escena tan profunda y bella que su mirada jamás había presenciado en aquella mañana.

Su pequeño Ciro, ya hacía dormido dentro de la incubadora, mientras respiraba con profunda tranquilidad y se le veía bastante hermoso. Era tan pequeño y tan regordete que le daba miedo cargarlo, estaba tan rojito y colorado por todas las cosas que le habían pasado, y tenía puesto un pañal del hospital solamente debido a que no había traído ni una sola prenda para su bebe.

— Es un niño bastante tranquilo... Literalmente se quedó dormido después de arrullarlo un poco... — Murmuró con suavidad uno de los enfermeros que había en la sala. Guillermo andaba con un debate interno debido a que no podía siquiera tocarlo porque sentía que le hacía daño, pero poco le importó lo que lo que le dijera su instinto, necesitaba darle la bienvenida a su hijo.

Con una delicadeza abismal, el rizado había tomado al menor en brazos, quedando sorprendido ante lo ligero y pequeñito que era, podía escuchar a la perfección los quejidos que salían de las cuerdas vocales de su niño, en vista de que lo había despertado de su siesta. — H-Hola... — Susurró tiernamente, para luego sentir como ese pequeño ser empezaba a patalear, aún no había abierto los ojos, pero sabía a la perfección de que ese calor que le transmitía Guillermo era completamente diferente, era especial.

Con cuidado, El rizado había posicionado al niño de tal forma de que su frágil cuerpo quedase acunado en sus fuertes antebrazos, de verdad, simplemente no podía creerlo; no podía imaginar con exactitud qué aquella criatura había nacido producto de su amor. — ¿Sabes...?, No pensé que fuera a verme de esta manera... — Murmuró, para luego tomar aire nuevamente. — Y-Yo... de verdad... estoy tan feliz... — En ese momento, quería desahogarse, sentía como con el pasar de los segundos sus ojos se ponían vidriosos ante las emociones que estaban corriendo por su sistema. — Mi pequeño Ciro... te prometo que serás un niño feliz, te prometo que nunca te va a faltar el amor de tus padres... te prometo... que siempre voy a estar para ti... — En ese momento, el rizado pudo ver como la criatura abría con lentitud sus ojos, los cuales eran de un color negro profundo y brillante, él bebe ya hacia analizando todo el lugar, para finalmente culminar en la mirada de su padre. — Bienvenido a tu nueva familia, mi amor... —

En ese instante, Guillermo no pudo evitar derrumbarse en una cascada de lágrimas, aquellas gotas cuan quebradas nacientes bajaban por sus mejillas y se caían con descaro sobre la piel de su nene, el cual, no pudo evitar soltar su primera risa al sentir el inmenso amor que le brindaba su padre con cada pequeña acción.

— Y al final, ¿Con qué nombre van a registrar al bebé? — Le dijo rápidamente una enfermera del lugar mientras tenía un tablón para escribir y una pluma a la mano, a lo que Guillermo soltó un suspiro cargado de tranquilidad y habló.

— Ciro Messi... Ciro Messi Ochoa, ese será su nombre. — Su esposo sin duda, merecía por completo ser el primero, él era al final, quien casi sacrificaba su vida para darle a luz.

Justo cuando dijo su nombre, el menor había soltado un pequeño grito de felicidad, a lo Lionel de manera involuntaria ante su condición de inconsciencia, había esbozado una sutil sonrisa. 

CIRO | MechoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora