ＣＩＲＯ | Ｍｅｃｈｏａ

#06: Baño.

— Pa... — Dijo entre balbuceos el pequeño niño, mientras tomaba con algo de rudeza uno de sus juguetes para morder y lo apretaba con una fuerza descomunal. Ahora que tenía 5 meses, Ciro había aprendido a sentarse y estaba empezando finalmente a tomar en biberón, al principio, no le gustaba en lo más mínimo la fórmula y terminaba tomando leche de los pectorales de su padre, pero ahora, le encantaba y se ponía a reír cuando llegaba la hora de su comida.

— ¿Qué pasa, mi amor? — Preguntó Lionel, el cual estaba en la cocina preparando el almuerzo del día de hoy, cortaba con una delicadeza única las verduras y las colocaba en una olla de tamaño pequeño para preparar un exquisito caldo. Durante todo este tiempo, el castaño había aprendido a preparar comida muy bien, sus platillos sin duda eran lo mejor que Guillermo había probado en toda su corta vida; ya que mezclaban a la perfección la sazón mexicana y la argentina.

— Pa... — El bebé hacía sobre su tapete de juegos (Qué en ese momento Lionel había movido para la sala) al mismo tiempo que se movía de un lado para el otro para llamar la atención de su papá. El niño últimamente se había comportado de manera nueva y totalmente desconocida, amaba que sus padres lo viesen jugar con sus peluchitos e inclusive los invitaba a unirse a él; hace algunos meses, Lionel recordaba el cómo Ciro requería más cuidado para todo porque era muy frágil, pero ahora, era un bebé sumamente grande que lo único que quería en ese momento era ser el objeto de atención de sus padres.

Mientras Leo tiraba todas las verduras al agua de la olla, observó por varios segundos a su niño, el cual hacía acostado solamente con su pañal puesto. Últimamente, estaba haciendo demasiado calor en Rosario, y el ver la piel sucia y sudorosa del menor le hacía saber a la perfección que era momento de darle la tercera ducha del día, y eso que apenas eran las doce.

Y una vez el castaño le colocó los últimos ingredientes a su sopa, la tapó con delicadeza y se alejó del lugar hasta que esta estuviera lista por completo. — Amor... ¿Por qué estás sucio otra vez...? — Preguntó por lo bajo el mayor de todos, mientras observaba el cómo él bebe empezaba a reírse ante la expresión decepcionada de su padre. — Te acabé de bañar hace hora y media... — 

— ¡Pa...! — Sinceramente, no tenía idea. Todos los días, se dedicaba como un loco a limpiar los pisos de la casa para evitar que al menor le diera una infección; pero al final, fue el mismo doctor el que le dijo que era bueno que el bebé estuviera expuesto a las bacterias, ya que estos lo hacían más fuerte a cualquier enfermedad.

— ¿Sabes?, Hoy papá llega temprano, ¿Qué te parece si nos ponemos bonitos para el...? — Con delicadeza, el mayor le había tomado en brazos, mientras lo llevaba en dirección al baño para que ambos tomarán una ducha. Ese día era sábado, el verano había traído consigo mucho sol y pocas posibilidades de lluvias, los cuerpos de ambos seres se hallaban sudorosos ante las altas temperaturas, tal vez, esa era una señal de que debían ir a alguna piscina.

Cuando ingresaron al baño, ubicó al niño sobre la taza del inodoro, para luego irse quitando la ropa poco a poco mientras estaba al pendiente del menor. Ciro lo miraba fijamente, estaba concentrado analizando la piel de más que se le veía a su padre, ya lo había visto varias veces así, pero de todas formas, aún no le dejaba de sorprenderle. 

Una vez que el mayor se desnudó por completo, le quitó los pañales al bebé y los botó en el canasto de la basura. Con cuidado sostuvo a la criatura en sus brazos, para luego, adentrarse hasta donde estaba la ducha y abrir la llave de donde saldría el agua, la cual, eran gotas pequeñas y sutiles para que su niño se acostumbrara a las temperaturas repentinas.

El rizado pequeño se acurrucó en el hombro de su padre cuando el líquido empezó a caer en su espalda y empezaba a soltar quejidos gracias a lo fría que estaba. — Ya, ya, mi vida... Papi está aquí... — Murmuró con amor el mayor, para luego terminar de empapar el cuerpo del bebé y el suyo.