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Sufrimiento y dolor. Eran las palabras perfectas para describir lo que sentía no solo él, sino probablemente todos los estudiantes que cursaban aquella preparatoria. A excepción de una pequeña minoría, claro estaba.

Cuando la semana de exámenes iniciaba todo parecía reformarse automáticamente. Ninguna cabeza dormitaba sobre su pupitre incluso si fuera primera hora de la mañana, pocos eran los que abandonaban su aula si el timbre sonaba, los clubes cancelaban todas sus actividades, y mientras que en los recesos la biblioteca estaba repleta, los pasillos estaban desolados. De todas las cosas que traía la semana de exámenes, pocas eran buenas.

En un abrir y cerrar de ojos Hyunsuk pasó de estar yendo y viniendo por los pasillos a mitad del penúltimo semestre a estar tironeándose los pelos en la biblioteca mientras intentaba terminar de leer un ejercicio del libro de trigonometría sin llorar. Todo en el último semestre. Incluso si sus calificaciones no estuvieran por las nubes su promedio regular le era más que suficiente para deshacerse de sus preocupaciones, a veces aprobando con la calificación justa. Él siempre se dijo a sí mismo que estaba bien. Sin embargo, en ese momento no podía evitar dudar de todo eso.

Hyunsuk estaba a un paso de la universidad e internamente tenía más que claro que allí no le darían las mismas oportunidades que la preparatoria le ofreció en más de una ocasión, y que, si quería tener buenas reacciones al momento de presentarse en una entrevista de trabajo, lo mejor que podía hacer era mejorar su capacidad retentiva.

—Maldición—susurra para sí mismo a la vez que cierra bruscamente el libro de matemáticas. De todos modos, no es como si pudiera concentrarse teniendo a otras nueve personas ocupando la misma mesa, sin importar que ninguna tuviese el coraje para siquiera estornudar. Siendo lo más cuidadoso posible para no molestar al resto, toma sus cosas y se va.

Tiene en cuenta que para sus compañeros hasta el sonido del cierre de su mochila es motivo suficiente para callarlo de forma molesta, casi empapándolo con la saliva que salpica de entre las pequeñas aberturas de los labios que el dedo índice no es capaz de cubrir, obligándole a disculparse muy a duras penas. Por eso, apoya su mochila en el suelo ni bien sale de la biblioteca, guardando dentro los libros que estaba utilizando antes para cerrarla y colgársela al hombro.

—Hola Asahi—saluda apenas divisa al muchacho caminando hacia su dirección. El japonés da una ligera inclinación, asegurándose de que ninguno de los libros que tiene en mano fuesen a parar al suelo.

—Hola hyung. ¿Ya te vas? Aún es temprano.

—Lo sé, pero prefiero estudiar en casa. Por cierto, hay un lugar libre en la cuarta mesa, es ahora o nunca—dice con diversión, haciendo reír al contrario—Nos vemos.

—Espera, Hyunsuk hyung.

El nombrado se detiene sobre sus pasos cuando Asahi lo llama, encontrándose al calmado rostro del japonés siendo reemplazado por un nervioso movimiento de orbes y una fuerte pigmentación en sus cachetes.

—¿Sí?

—Uhm, yo... quería saber... n-no es por molestar pero...

Hyunsuk sonríe cálido, siempre terminando por chillar para sus adentros ante lo tierno que solía ser el muchacho cuando de su mejor amigo se trataba.

—Jaehyuk está en la mesa del fondo estudiando con Haruto, puedes encontrarlo ahí.

—Oh, ¿y s-sabes si le gusta alguna bebida en particular?

—Últimamente anda comprando puros cartones de leche de plátano. Hay una máquina expendedora al final del pasillo.

Ni bien termina de decir aquello, la puerta de la biblioteca se abre mostrando nada más y nada menos que a Haruto saliendo con su mochila y libros en mano, dando una reverencia de manera educada cuando los ve. No obstante, Hyunsuk le hace una pequeña seña con sus manos antes de que pudiera irse por completo, logrando que el muchacho camine nuevamente hacia ellos.

Bilateral ||SukHoon||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora