"Muchas veces el fanatismo pasa a convertirse en obsesión"
En la cultura surcoreana, un sasaeng o sasaeng fan es un seguidor obsesivo de un ídolo coreano u otra figura pública, que ha participado en acecho u otros comportamientos cuestionables que c...
Bang SolAh se convirtió en un nombre odiado en todo el país, todos sabían lo que hizo. La prensa no dejaba de tocar el tema en la televisión, en los periódicos, en las revistas, en redes sociales, ¡En todos lados!, los chicos evitaban que JungKook mirara esto, aunque el chico sólo dormía en su departamento día y noche, luego de haberle dado de alta en el hospital recogió sus cosas del lugar que compartía con los chicos, se había ido a su departamento donde se encontraba solo. Los demás insistían en verlo, tocaban su timbre sin tener respuesta, tenía un nuevo teléfono el cual ni se molestó en descargarle aplicaciones o redes sociales, no quería saber nada del mundo, no quería que el mundo supiera sobre él, en resumen, JungKook tenía miedo de que lo juzgaran, de que lo lastimaran de nuevo.
Esa tarde despertó por las vibraciones de su teléfono junto a su almohada, somnoliento lo revisó encontrando un mensaje de NamJoon. Era el enlace de un vídeo junto a algunas fotos tomadas hace minutos, Bang SolAh iría a prisión por el homicidio de un hombre, el secuestro de un idol y el abuso psicológico a éste. El juicio había sido esa tarde, NamJoon había asistido, JungKook había sido invitado para declarar, pero estar frente a SolAh lo alteraba de sobremanera, con las citas en el psicólogo era evidencia suficiente que la víctima estaba muy dañada por culpa de esa mujer. Saber que estaría en prisión por muchos años fue un gran alivio para él, un alivio y también un profundo dolor.
Dolor por haberse dejado arruinar de esa manera, por haberse dejado tocar así. Su psicólogo había insistido con sutileza hasta que JungKook admitió haber sido abusado, decirlo en voz alta fue vergonzoso para él, sollozó por una hora escuchando al hombre decirle que no debía sentirse culpable consigo mismo, no le había fallado a nadie, era su mente insistiendo en hacerle sentir así. Su teléfono volvió a vibrar con un mensaje, esta vez era Jin.
Jin: Te traje un poco comida, estaré aquí hasta que me abras.
JungKook: Déjala en la puerta, hyung.
Jin: No. Quiero ver que realmente comas algo.
Tomó una bocanada de aire incorporándose de la cama. Pasó su mano por su cabello despeinado teniendo el rostro hinchado por haber estado durmiendo, las ventanas estaban cubiertas con las cortinas, el aire acondicionado estaba a tope manteniendo todo frío. Al abrir la puerta, SeokJin apareció con cinco chicos más, todos estaban allí, menos NamJoon.
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—Hyung, todo te quedó exquisito—alagó Jimin.
—Cierto, los condimentos están en su punto—Hoseok asintió apoyando ese comentario. Los siete se encontraban sentados en el comedor, NamJoon se había unido hace minutos por lo cual todavía comía. JungKook había comido poco, el maknae siempre tuvo un excelente apetito, su peso había bajado más desde que salió del hospital, aunque no quisieran admitirlo, ese brillo característico en su mirada ya no estaba.
