❖Capítulo 4❖

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— ¡Me sorprende que puedas cocinar tan bien, Saihara-chan! — halagó, mientras aguantaba hacer un comentario falso acerca de las habilidades del otro.

No solamente para no herirlo si no que no sabía qué respondería y preferiría no averiguarlo por ahora. Tenía que guardar energía para cuando tenía que hablar con Iruma.

— ¡Solo para ti, Ouma-kun! — respondió con una gran sonrisa.

Y el bajo se preguntaba si luego Saihara lograría recordar todo esto, sería divertido si lo hiciera.

— Espero que hagas más cosas para mí, mi querido Saihara-chan~

— ¡Siempre! — dijo enseguida.

Ni siquiera dudaba al decirlo, era sorprendente para Ouma. ¿De verdad Saihara sentirá así hacia él? Solo ha cambiado la personalidad, no significa que cambie los deseos de uno...

Dejó de pensar mucho sobre eso cuando sintió un beso en su mejilla.

— ¡Saihara-chan!

— Te veías tan adorable... — decía con una gran sonrisa.

Ah... si tan solo pudieran ser así sin la necesidad de cambiar su personalidad. O simplemente poder confesarle.

— ¡Tú eres el único adorable acá, mi querido Saihara-chan!

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Algo que notó cuando le halagaba y daba intentos de coqueteos hacia Saihara, era que ahora murmuraba cosas que no podía escuchar y reía mucho. Parecía hiperventilarse.

— Tenemos que ir a Iruma-chan, para que te arreglen — avisó poniéndose los zapatos, mientras veía como Saihara rompía de esa trance luego de llamarlo “lindo”.

Ahora que lo pensaba, Saihara sonreía pocas veces antes, ni hablar de reír, esas veces eran raras. Pero ahora, reía y sonreía mucho, esperaba poder sacar lo mismo cuando vuelva a ser normal.

Tomó la mano de Saihara, por petición de él, y empezaron a caminar hasta donde tenían que ir.

No podía ignorar la amplia sonrisa que portaba Saihara una vez que tenían las manos entrelazadas. Eso le alegraba también.

El camino no fue nada más que tranquilo, lo cual le parecía raro a Ouma pero viendo en el trance que estaba Saihara por un simple agarre de manos no se sorprendía. ¿Cómo será con un beso? Se preguntó en el fondo.

Tocó el timbre de la puerta una vez que llegaron.

Era una casa de tamaño promedio, con un garaje por supuesto, ahí guardaba todo lo que construía. Ouma realmente no es alguien malo pero a veces pensaba que sería divertido que explotara algo ahí.

Cuando la puerta se abrió se había interrumpido sus pensamientos, y se encontró con dos figuras: Kiibo e Iruma Miu.

Era Kiibo quien abrió la puerta y vio con sorpresa a los dos; antes de que pudiera decir algo, salió primero Iruma.

— Vaya, pero mira quién es, ¡nada más y menos que el rey de las ratas de la alcantarilla! ¿Qué haces hurgando en mi humilde morada? — miraba con una sonrisa presumida, con la enemistad que designaron ellos mismos.

— Nadie quisiera estar en este basurero, ni siquiera las ratas... — respondió con una sonrisa odiosa, pero luego recordó el objetivo de todo esto — No espera, ¡vengo porque disparaste a Saihara-chan con tu rayo de mierda! ¡¿Recuerdas?!

— ¡Ugh!

Parecía apenas notar a Saihara parado detrás de Ouma, con una ceña levemente fruncida.

— Tont- digo, Saihara... — vio con ojos culposos, ni siquiera pudo llamarle por un apodo vergonzoso.

— ¡Así es! ¡Esta aquí porque está muuuy enojado contigo! — Ouma habló por Saihara, quien aún no había dicho nada más que mirar con ojos juzgadores a Iruma.

— ¡Agh! ¡N-no, debe de ser una de tus mentiras! Sa-Saihara no está... — se calló luego de sentir cómo la mirada perforadora de Saihara seguía encima suya.

¡De verdad se enojó! Debe de haber pensado ella al ver a Saihara.

— ¿Ouma-kun, podríamos irnos? — pidió entre susurros en el oído del peli-morado.

No pudo evitar sonrojar internamente por el sonido y aire soplando en sus oídos pero mantuvo su calma.

— ¿Eh? ¿Por qué? — era una pregunta genuina.

— No quiero que estés con ella ni Kiibo — seguía mirando a esos dos al mencionar sus nombres, mientras mantenía a Ouma entre sus brazos como protección.

¿Protegerlo de qué exactamente?

— ¿No eres un poco posesivo? — murmulló no creyendo lo que veía y oía — ¡Descuida! ¡Mis ojos solo están para ti, mi querido Saihara-chan! — soltó con su voz alta, anunciando sus sentimientos a todo el mundo.

Ouma pudo sentir cómo al decir eso, el cuerpo de Saihara se tensó por unos minutos, congelado en su lugar.

— Ew, no hagan sus cosas sucias acá — comentó Iruma rompiendo el aire romántico que tenían.

— De no verlo con mis ojos, no creería que Saihara-kun de verdad puede actuar así — comentó esta vez Kiibo, no tratando de ofender si no decirlo como un hecho sorprendente para él.

— Seguiremos acá si no devuelves a Saihara-chan sus sentidos — dijo Ouma, aún tratando de conseguir ese rayo.

— ¡Bien, bien! ¡Pero necesito configurarlo aún! — por fin había cedido pero dios, otro obstáculo más.

— ¿Cómo? ¡¿Y por qué no lo tenías hecho antes cuando todo esto sucedió?!

— ¡Porque aunque yo sea una genia en mis invenciones aún tengo errores!

Debió de dolerle admitir eso.

— Así que, si quieres a tu Romeo asqueroso de vuelta, busca el estúpido rayo mañana. — Y le cerró la puerta sin decir más.

— Seguramente se desahogara con Kiibo... — se podía interpretar de diferentes formas al decir eso.

El abrazo fuerte a su persona fue que le recordó que Saihara aún tenía acorralado su cuerpo, se veía feliz.

— ¡Al fin estaremos a solas en nuestra casa!

— ¿Nuestra casa?

— Nuestro hogar.

Ah... hoy, fecha XX/XX/XXXX se murió Ouma Kokichi, causa: Saihara Shuichi es muy lindo.

— ¡Muy bonito, Saihara-chan! Pero yo tengo mi apartamento y es casa, al final y al cabo...

Ahora que lo pensaba, podría quedarse un día más en la casa de Saihara, antes de que inevitablemente lo saque de ahí como siempre (era mentira, Saihara jamás sacaría a sus amigos fuera de la casa).

— ¿Quieres quedarte en mi casa para siempre? — había un brillo en sus ojos con lo serio que dijo eso.

— Mm... Algún día, sería lindo. — no iba a decirlo, pero sí imaginó un escenario así — ¡Pero eso sería luego de casarnos! Y ni siquiera estamos saliendo, qué pena.

Se separó del abrazo para luego tomar de la mano del más alto, listo para volver a la casa de Saihara.

Saihara parecía querer decir algo pero cada que abría un poco su boca, lo volvía a cerrar y le molestaba eso, por alguna razón. Como si una fuerza lo detuviera de decir lo que quiere.

— ¡Vamonos, Saihara-chan! Quizás puedas cocinar algo rico para luego...

— ...¡Vamos!

Cambio de PersonalidadWhere stories live. Discover now