Parte IV: "Una noche de sustos"

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Insomnio.

Insomnio, otra vez estás aquí.

Benjamín estaba en vela por segunda noche consecutiva, sabía que de la última vez habían pasado años... Muchos años para ser exactos.

Recordaba todas aquellas cosas que lo habían mantenido en ese estado en tiempos pasados y sintió como si su vida hubiese pasado frente a sus ojos.

Recordando incluso cuando en su época de milicia había ido a Afganistán. Aunque había tenido la suerte de volver como su hijo, de una sola pieza.

Su hijo... Vino a su cabeza. Ya no era un niño, era un hombre igual a él que ahora le tocaba tener sus propios hijos. La situación no lo inquietaba, pero sí con la mujer que decidiría tenerlos.

Por más que intentaba dispersar su mente, ella, siempre aparecía.

La antigua sensación regresó sintiéndose viejo, cansado y... Solo.

¿Qué he hecho toda mi vida? Se auto cuestionó. Ese fue el último pensamiento que se hizo presencia antes que una dulce sonrisa con brillosos ojos marrones se pose en su mente oficialmente.

Se levantó de la cama, espacio que sentía demasiado amplio para si mismo e incómodo por la molestía que aún sentía por el suceso previo. Pasó por la cocina y el suave viento del balcón que ingresaba, se encontraba acompañado del susurro de una melodiosa voz.

Se acercó sigilosamente hasta dar con una imagen de ella. Estaba sentada de costado con una revista informativa de medicina moderna en un muslo leyendo suavemente con su voz como música de fondo.

Otra vez vestía remera oversize, aunque esta vez debajo no parecía llevar más que ropa interior. Distraídamente Mia se puso de pie encontrándose en la oscuridad de frente a con la sombra de Benjamín.

De sus frágiles manos cayó al suelo la revista que traía quedando estática en la misma posición con un rostro que evidenciaba el horror.

El hombre quedó desconcertado viendo como comenzaba a hiperventilar con la urgencia de querer huir.

Mia se sentía amenazada con su presencia... Bajó la mirada un poco más observando el ancho torso cubierto por una remera y su mirada de agonía lo torturó.

Estaba sufriendo una crisis.

Benjamín al ser conocedor de padecimientos similares accionó antes que comience la peor parte.

La castaña quiso correr en la oscuridad a la vez que lo empujaba por el torso, siendo detenida por sus brazos y girada. Forcejearon hasta que ambos cayeron al suelo con la espalda femenina pegada al pecho masculino haciendo presión con sus propios brazos a la altura de su pecho para evitar que lo lastime a él y a ella misma.

Benjamín esperó por un grito desgarrador, pero este nunca llegó. Solamente percibió un par de gotas de agua mojar su antebrazo para luego sentirla temblar casi como si tuviera hipotermia entre sus brazos.

—¡Mia, Mia! Tienes que oírme, no soy una amenaza. — verbalizó Benjamín fuerte y claro haciendo presión con sus brazos en centro del pecho de la chica. —Estas a salvo, respira, respira... Eso es. No soy una amenaza, soy Benjamín... Estas a salvo.

Su respiración comenzó a ralentizarse mientras era mecida hacia adelante y atrás suavemente.

—Eso es, eso es... No soy una amenaza.

De un momento a otro, las luces se encendieron dejando ver a Logan ingresar despeinado y de bóxer rápidamente a la habitación.

Se arrodilló en el suelo junto a ellos comprendiendo con facilidad la situación.

𝑸𝒖𝒆𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒎𝒊 𝒄𝒐𝒏𝒄𝒊𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora