Oculto

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Es un nuevo dia, cada vez más cerca del invierno, el follaje de los arboles se balanseaba tranquilamente, sonaba como almas murmurando. El pequeño ángel despertó cuando la luz que se colaba en el claro alcanzó sus ojos. Brincó fuera de la cama con energías renovadas, emocionado, ansioso más bien ¿por qué? Por su descubrimiento, algo nuevo luego de tanto tiempo repitiendo esta rutina eterna, debía aprovecharlo al máximo. Caminó fuera de su pequeño refugio con una enorme sonrisa que hacía a sus mejillas lucir curiosamente graciosas. El agua del lago seguía tranquila, significa que su hermano mayor aún estaba dormido, debía saludarlo antes de irse para no levantar sospechas.

Mikey se lanzó al lago sin pensarlo mucho, claro, el agua estaba helada, pero casi no se sintió. Nadó hasta el fondo impulsándose con sus brazos y piernas, no gozaba de la facultad de sus otros hermanos para tan solo deslizarse por el medio, ahí abajo en la azul oscuridad se veía un montículo curioso que cualquiera podría confundir con una roca. Mikey se acercó con cuidado y paseo su mano sobre el gigante dormido, quien no tardó mucho en abrir sus ojos somnolientos.

El ronroneo sordo que vibraba en la garganta del gigante se propagaba en el agua de una manera casi visible, Mikey compartió nuevamente aquella dulce sonrisa y saludo al gigante con un ademán de su mano. Rafa devolvió la sonrisa pestañeando con lentitud.

-Voy a dar una vuelta- expresó Mikey usando el lenguaje de señas que Donnie le había hecho aprenderse. Rafa ladeo la cabeza un poco- me aburro aquí- continuó en respuesta al gesto. Rafa pareció reír y asintió lentamente, luego le contestó.

-Sabes las reglas.

-Las sé- Mikey le hizo un pequeño cariño en la frente a modo de despedida y nado de regreso a la superficie tomando una gran bocanada de aire- ay, casi me muero- dijo para sí mismo suspirando de alivio.

Nada ni nadie podría quitarle la sonrisa a esta tortuguita, no hoy, y no justo ahora mientras se columpiaba de rama en rama con la agilidad que lo caracteriza. Algunas aves lo acompañaban en su carrera "¿A dónde vas?"

-A la aldea de ayer-contestaba sin dudarlo, "es peligroso" decían, Mikey se detuvo en el siguiente árbol y se ocultó- lo sé chicos, pero…ah~ no quiero solo quedarme en el lago y esperar a que "algo" suceda- las aves se miraron entre ellas- es que…cada dia es mas aburrido que el anterior ¿saben? Y no había visitado a los mortales en tanto tiempo que es como si todo fuese nuevo una vez más, quiero conocerlo todo como si fuera la primera vez- las aves, siendo lo que son, no terminaban de comprender ese deseo por arriesgarse e ir a meterse dentro de la boca del lobo, "Cortan los árboles" le dijeron "están destruyendo el bosque" "son malos"- Hmmm- Mikey se quedó en silencio un tiempo, pensando- tienen razón en eso, no podemos dejar que sigan talando los árboles…-Mikey de pronto se irguió con decisión y miró a sus compañeros pájaros- Eso es, esto es lo que hare, ire a la aldea cada vez que pueda- las aves se agitaron, esa no era su intención- pero iré a asegurarse de que no puedan seguir talando al interior del bosque- Las aves se relajaron un poco pero seguían repitiendo que era muy peligroso- tranquilos, tranquilos todos. Yo puedo con esto, creanme, soy más fuerte de lo que parezco.

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Y ahí estaba de nuevo, en la frontera entre el bosque, el pequeño claro que dejaron los árboles caídos y la aldea. Vio desde su escondite en las sombras lo que quedaba de los troncos cortados, pero nadie parecía estar cerca. Se escabulló entre rocas y los mismos montones de madera acumulados alrededor con cuidado de no ser visto y pensó -¿cómo hago que dejen de talarlos?- entonces, como si los dioses se lo susurraran que hacer, la luz del sol se reflejó en el filo de un objeto clavado en un tocón de abedul a apenas unos metros, era un hacha- …Oou, okey- La tortuguita de caja miró a todas partes antes de correr a gran velocidad y arrancar la herramienta del vestigio de tronco en el suelo, luego volvió a esconderse con la herramienta en la mano- Dudo que vayan a cortar los árboles con la lengua- rió en un susurro, deben tener más de estas, tiene que lograr dejarlos sin ninguna. Mikey sonrió ante su malévolo planecillo. Dejó el hacha oculta tras una roca y siguió con su tarea, cada hacha o sierra era confiscada, desarmada o escondida en lugares inalcanzables, no eran muchas, tampoco es un pueblo tan grande, pero para la tortuguita era definitivamente delicioso el sentimiento de adrenalina cada vez que alguien se volteaba creyendo escuchar un ruido, o esa confusión de aquellos que "Habían dejado el hacha justo allí" y que de pronto la habían perdido. 

No pasó mucho antes de que los leñadores o designados taladores en este proyecto de expansión se alterarán. Cuando Mikey regresó a la frontera vió al mismo panda rojo de aspecto poco amigable hecho una furia, a juzgar por sus bramidos furiosos, el hacha en el tocón era suya.

-La puse justo aquí, lo juro- dijo el joven zorro que lo acompañaba con clara preocupación, el panda rojo solo se enfadó más.

-¡Será mejor que la encuentres! Mondo y los demás tienen problemas con sus herramientas, hay que terminar este trabajo antes de que llegue el invierno- los escuchó atentamente aguantando un poco su risilla- ¿escuchaste eso?- Mikey se calló de pronto espantado.

-...Yo no oigo nada.

-Escuché a alguien reír- Mike se adentró un poco en su caparazón temeroso.

-...Ya vámonos Jun, tenemos que ayudar a los demás- el panda rojo gruñó y se fué a pasos pesados del claro dejando a la tortuguita con el corazón en la boca. Cuando dejó de escuchar sus pisadas se dejó caer al piso de hojarasca con un largo suspiro. Las aves se le acercaron "Te dijimos sería peligroso"

-Pero todo salió perfectamente- Mike tomó el hacha que había ocultado camino al bosque y la sujetó con ambas manos, era pesada y su filo relucía amenazante. Sintió el peso de su lado metálico y como se contrarrestaban con el largo de su mango, era un hacha vieja, pero permanecía en buen estado, seguramente había cobrado la vida de un bosque entero a lo largo de toda su existencia, un hacha de leñador impecablemente restaurada- ¿Qué tal si les dejamos un mensajito, chicos?- las aves trinaron y brincaron sacudiendo las ramas donde se posaban. La tortuguita de caja estrelló la cabeza del hacha contra la primera roca que vió una, otra y otra vez, las aves no hacían más que animarlo causando un alboroto de trinos y silbidos, incluso el viento pareció emocionarse, zarandeando las hojas naranjas y rojizas de los árboles como expresándose por ellos. El hacha pronto perdió su filo, luego y a causa de la fuerza del kappa, el metal se dobló, la madera se trizó y astilló, el mango se partió por la mitad y lo que había sido esa reliquia de muerte se convirtió en un montón de basura vieja y destartalada, no volverá a cortar un árbol nunca más. El bullicio del proceso sólo fue superado por la ovación final cuando el hacha dió su último chirrido al estrellarse contra la roca. Mikey sonrió a las aves y a los árboles, pero al escuchar voces acercarse cada pájaro voló, las hojas calmaron su balanceo y la tortuguita abandonó la escena del crimen dejando la herramienta tirada y ni una sola huella.

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Mikey regresó a su hogar riendo junto a las aves por su travesura, el balanceo y sus carcajadas llamaron la atención de la tortuga mordedora que ahora se relajaba al borde del arroyo. 

-¿Qué te tiene tan feliz hermanito?-preguntó.

-Estamos jugando a las carreras-mintió

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Aún se pueden oír los pajaritos...

Kappa Tales//rottmnt AU//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora