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—¡Gabriel, hijo! Hace semanas que no te veo, ¿cómo estás, hijo?

—Padre, todo bien. He estado muy ocupado últimamente. Este mundo está fatal y la gente se enferma cada vez más. Tenga, le traje unas galletas de esa cafetería que tanto le gustan. —Dijo Gabriel frente a la puerta.

—¡Mamma! —El Padre inspiró sobre la pequeña caja de galletas con satisfacción en el rostro.

—Le he dicho a Pilar que eran para usted y se ha empeñado en escoger las mejores. Son de limón.

—Muchas gracias, hijo, y a Pilar también. ¿Te tomas un té conmigo y las probamos? Pasa. Pasa. —Dijo haciendo un gesto con la mano al tiempo que se apartaba de la puerta y encaraba el pasillo hacia el interior.








Giuseppe Grillo es un sacerdote católico de origen italiano. Nació en Sant'Angelo dei Lombardi. Una pequeña ciudad al sur de Italia, en la región de Campania, en 1968. Comenzó su carrera eclesiástica en su juventud y después de realizar sus estudios teológicos, fue ordenado sacerdote en 1995. Grillo fue enviado por la Iglesia a una misión en España para colaborar con una parroquia en Barcelona. Desde entonces, ha servido en esa misma parroquia y se ha convertido en un miembro importante de la comunidad religiosa local, que cariñosamente le adoptó con el apodo de Pepe.

Su afición por la cocina es bien conocida entre sus allegados a los que disfruta servir los tradicionales sabores de la región de Campania. Sus inicios en la cocina datan de sus primeros años de servicio religioso, en los que ayudaba a las religiosas de Sant'Angelo a preparar las comidas, de lo que hoy sería denominado un comedor social, para familias a las que la fortuna no acostumbraba a sonreírles. Entre otras aficiones del Padre Grillo se encuentran la literatura y el teatro y ha llevado a cabo, junto con asociaciones culturales afines a la Iglesia, iniciativas para representar alguna de sus obras favoritas como herramienta para integrar a los jóvenes a la parroquia.

La coincidencia del apodo y el apellido del Padre Giuseppe con el personaje de ficción Pepito Grillo, la conciencia de Pinocho, no pasó desapercibida para Gabriel. A menudo bromeaba sobre ello con el Padre Pepe, pero también veía en él a alguien que lo ayudaba a encontrar el camino correcto en momentos difíciles, como la conciencia de Pinocho lo hacía con el protagonista del cuento.

Gabriel y el Padre Giuseppe establecieron una estrecha relación de amistad y confianza. Gabriel buscaba en él un guía espiritual y consejero para superar sus problemas personales y emocionales. El Padre Grillo se convirtió en su confidente y le ofrecía sabios consejos basados en sus enseñanzas religiosas y experiencia de vida. Aunque Gabriel no siempre seguía sus consejos, apreciaba su sinceridad y amistad.

—Me encantaría, Padre. La verdad es que necesitaba hablar con usted.

—Dime, dime. —Repitió el párroco mientras ponía a hervir el agua y sacaba el modesto servicio de té del armario de la cocina.

—Pues... verá...

—Esa cara... —El rostro de Grillo parecía iluminarse —¿Ti sei innamorato?

Gabriel se carcajeó ruidosamente mientras su rostro se enrojecía de pudor. —Ay, Padre... yo creo que sí. Pero es todo como muy complicado...

—Eso mismo me has dicho siempre, y yo entiendo que en la Iglesia lo sea. No obstante, la sociedad ya no ve a los homosexuales como parias.

—Bueno... alguna parte de la sociedad se niega a evolucionar.

—¡No me menciones a Darwin que me enciendo!

Ambos rieron ligeramente.

—Padre, usted nunca me ha visto cómo me ven los demás parroquianos. —Le dijo Gabriel agachando la mirada

Girasoles bajo la TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora