Retrato, amor al acrilico.

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24.3 | Samuel

¿Cómo no amarte?

Hoy fue un día muy bonito, un día en el que pude apreciar tu belleza bajo los rayos del cálido sol. Aprovecho este milagro de que estés tomando una siesta para escribir, ya que querías ser tú la que dejara un relato sobre este día [Pero supongo que te gané ;)].

Recuerdo que hace unas semanas viste una imagen en Pinterest, era sobre una pareja pintando en medio de un parque. Me dijiste que era romántico y tierno, que lo podríamos intentar. Ah, pero bien sabías que mi habilidad artística era pésima.

—Pero, Trid... -Ladeo mi cabeza sin mucha emoción.

—¡Dale, Samu! Por favor, va a ser muy divertido.

Ella me toma de la mano y empieza jugar con ella, haciéndome suspirar algo cansado.

—¡Ah, divertido para vos, que dibujas muy bien! —Me quejo en todo mí derecho, dándome cuenta de su manipulación.- Yo dibujo peor que una cucaracha sin patas, me vas a humillar...

Su risa resuena en mí cabeza, notando como se echa para atrás y ríe.

—¿Cucaracha sin patas? —Repite.

Asentí con mí cabeza, viéndola reír otra vez. "O aún peor", mencioné algo apenado, sintiendo sus manos en mí cabello.

— ¡No seas exagerado! Escucha, tengo una idea. Que te parece si...

—Si es sobre dibujar, no. —La interrumpo, cruzándome de brazos.

—¡Pero escúchame! — Sus cejas curvadas denotan molestia, lo que me hace reír—. ¿Yo compro todo y te enseño, te parece?

—¿Comprar todo? ¿Cómo qué? —pregunté.

Me acomodé en mí silla, apoyando mí antebrazo en la mesa del comedor. Los azulejos adornados de la cocina se reflejan en la ventana hacia el patio, lo que capta mí atención por un segundo antes de mirarla de nuevo.

—Hmm... El lienzo, los acrílicos...

Ella hace una breve pausa, poniéndose en pie en busca de un vaso de agua.

¡Ah, qué encantadora que es! Me sorprende lo que estar enamorado hace. ¿En qué momento me hubiera imaginado que una simple acción como la de pensar se vería tan atractiva en alguien? Ella posaba sus manos en la mesada, procurando recordar que otras cosas necesitaría mientras esperaba el vaso llenarse de agua.

Ella es hermosa, de pies a cabeza, eso no se puede negar. Su mirada vagaba, perdida, en el pequeño patio de afuera, exponiendo sus radiantes ojos negros al brillo natural que entraba. ¡Ah, tan hermosa!

— Los pinceles.

Volvió a mencionar, completando la lista. Me voltea a ver, tomando el vaso de agua entre sus manos.

Aquí sospecho que era demasiado obvia la admiración con la que la veía. ¿Por qué mentir? Si, ella me encanta, sus detalles me encantan. Su cabello se mecía al ritmo de las pequeñas risas, su sonrisa escondía cierta ternura y sus orejas permanecían rojas.

—¿Qué pasó? —preguntó, ladeando la cabeza.

—Nada, solo te ves hermosa. — Respondí con una sonrisa, poniéndome de pie.

Aprovechando los pocos pasos que nos distanciaban, me acerqué como niño emocionado. Con delicadeza acaricié su sedoso cabello, besando su frente con cariño.

—Está bien, creo que puedo conseguir esos acrílicos... —Murmuro.

Su sonrisa me demuestra que vale la pena avergonzarme por un momento, por lo que río.

— ¡Aquí! Estamos cerca del lago, quedará lindo en las fotos.

Ella camina frente a mí, guiándome por el parque. En mis manos sostengo la bolsa con todos los materiales: lienzo, pincel, pintura base, etc. Nos alegraba finalmente estar aquí, había sido difícil conseguir algunas cosas. Gracias al cielo, pude encontrarlas.

Tarareo con negación al escucharla.

— ¡Ah, ya sé lo que planeas! —dije mientras reía, dejando caer la bolsa en el lugar indicado.

— ¿Pasar tiempo con mí bello novio, qué más? —responde tiernamente mientras su mano posa en mis mejillas, pellizcándolas levemente.

— Sacarte fotos, mentirosa. — Su sonrisa ladeada me deja embobado, dejándome manipular.

— ¿Qué? ¿Yo? Nunca — Responde irónica, dándome tres palmaditas en la cara.

¿Acaso me toma por tonto? Recuerdo haberme preguntado, mientras la observaba dejarse caer.

Afinaba mis ojos aliviado, sabía que era solo un milagro del cielo el poder ver su cara todos los días, sabiendo que era mí novia. ¡Ah, todavía no lo creía!


—A ver, pásame el rojo

—¿Rojo? — Repetí, pasándoselo—. Ni siquiera estoy usando ropa roja hoy...

— ¿Teoría del color, recuerdas?

Negué con mi cabeza, suspirando.

— Sí, bueno, hasta ahora no me enseñas nada de eso.

—Mala mia. — Dijo neutral, enfocada en su lienzo

Mi obra de arte poco a poco tomaba forma: un ojo, dos ojos, una cabeza, un trazo azul para el cielo, un trazo marrón para el arbolito... Hey, no había quedado tan mal. A pesar del silencio entre nosotros, el sonido de las familias a nuestro alrededor, los pequeños pájaros disfrutando de sus lombrices y el agua brillando hacían del ambiente algo digno de disfrutar. Cada tanto hablábamos, pidiendo pistas de cómo estaba quedando. "Ni muy muy, ni tan tan", respondía ella, haciéndome dudar de su sinceridad.

"Creo que es un insulto a tu belleza", murmuré mientras alejaba de mí el lienzo, ladeando la cabeza disconforme.

Seamos dos tontos enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora