¡ diecinueve !

276 27 0
                                    

era temprano cuando el despertador de minho sonó. interrumpió su sueño casi de inmediato, y le fue imposible para apagarlo y seguir durmiendo porque un par de brazos lo mantenían en una extrañamente cómoda posición. sus piernas se enredaban con las de chan y, al abrir los ojos, se encontró con el rostro de su adorado muchacho de cabellos azules.

— channie, el despertador. —murmuró, su voz rasposa.

no obtuvo ningún tipo de respuesta de chan, por lo que con movimientos bruscos, se zafó del abrazo que lo mantenía contra el cuerpo de bang. se sentó sobre el colchón y apagó la estrenduosa alarma, sobándose los ojos despacio. observó a chan aún dormido sin decir nada, tragándose el nudo que amenazaba con formarse en su garganta. se levantó cuando hubo finalizado de colocarse una campera de tela fina, caminando rápidamente hacia el baño para ducharse.

aún no podía creerlo, esos eran sus últimos momentos en el departamento que, por unos meses, se había convertido en su hogar, junto a la persona que luego de mucho esfuerzo había logrado robarle el corazón. se sintió triste y cansado, queriendo volver a irse a dormir y olvidar todas las responsabilidades.

colocó en su, ahora limpia piel, crema humectante con aroma a coco. quería estar bonito, bonito para que las circustancias no fuesen tan feas. quiso estrenar un precioso collar de girasoles que chan le había regalado unos días atrás, por lo que seleccionó cuidadosamente el atuendo que quedase perfecto con el accesorio.

sonrió frente al reflejo de su imagen en el espejo, y de todas forma, aunque se veía muy lindo y tentado, quiso llorar. no quería irse, no quería dejar de ver su cepillo de dientes junto al de chan o de compartir shampoo con él.

no oyó a chan salir de la cama o abrir la puerta del baño, pero lo vio aparecer detrás de él con sigilo para luego apresar su cintura y sonreírle a través del reflejo.

— ¿cómo dormiste? —una mano acariciaba son suavidad su abdomen cubierto.

— bien.

— ¿desayunaste?

minho negó y tomó las manos de chan sin cortar el contacto visual en el espejo. en su rostro, no había rastros de una sonrisa, ni siquiera una ligera. cerró los ojos y dejó caer su cabeza sobre el hombro del mayor. oyó una suave y casi imperceptible risa abandonar los labios de chan antes de recibir una seguidilla de besos en su sien.

— ¿qué te gustaría desayunar, bomboncito?

las mejillas de minho se tiñeron de rosado.

— ¿cuál es tu especialidad?

— besos y café en la cama con tostadas. —dijo con simpleza. — ¿te gusta?

— justo es mi desayuno favorito.

chan lo observó a través del espejo.

— bien, hagamos de cuenta que acabas de despertarte así te llevo el desayuno a la cama.

minho sonrió apenas y asintió, dejando el baño luego de abrazar cortamente el cuello del australiano. se metió en la cama con una enorme sonrisa en el rostro, sintiéndo su cuerpo por fin recibir un poco de calor cuando las mantas lo cubrieron. se acomodó en el medio de la cama, dejando un poco de espacio a los costados para que chan no tuviese otra opción que recostarse pegado a él.

al rato, apareció chan por la puerta de la habitación caminando despacio, llevando una bandeja con dos tazas humeantes de café, tostadas con pan integral y un potecito con frutas cortadas en cuadrados.

chan le sonrió tiernamente, mostrando dos pequeños hoyuelos en sus mejillas. acomodó la bandeja sobre los muslos de minho y se sentó a su lado, rodeando su pequeña cintura con uno de sus brazos y tomando una taza de café con su mano libre.

— podría acostumbrarme a esta vida. —dijo minho, con los ojos perdidos en la oscuridad del café.

— yo también. —por unos minutos, ninguno dijo algo. — cuando me quede a dormir en tu departamento, o vos en el mío, voy a prepararte el desayuno.

repentinamente, un brillo apareció en los ojos marrones de minho y una sonrisa sincera que mostraba sus dientes se hizo presente en su rostro. pensar eso, y el simple hecho de que chan se lo ofreciera como una posibilidad que podía realmente suceder, lo tranquilizaba.

saber que las cosas no se terminarían abruptamente ahí, le hacía bien. y quiso quedarase con eso, con que volverían el uno al otro siempre que lo necesitasen y que serían el lugar seguro del contrario.

— este tiempo juntos fue lindo. —dijo minho cuando las tostadas del plato de cerámica con caras de ranas pintadas en él se terminaron. — fue muy lindo y... estoy feliz de haber aceptado este trabajo.

— ¿aunque me hayas odiado las primeras semanas?

— aunque te haya odiado mucho. —minho observó a chan y le sonrió con tranquilidad.

se quedaron en la cama un rato, abrazándose o dándose besitos dulce mientras se murmuraban lo mucho que se querían. no fue hasta que minho dijo debía terminar su valija que chan lo dejó ir, golpeando con suavidad su trasero cuando salió de la cama.

— ¡bang!

chan rió al oír la forma en la que minho lo llamó, mostrándole burlonamente la lengua. lee rodó los ojos y terminpo de guardas las cosas que tenía desparramadas en la habitación, metiéndolas todas en un bolzo azul marino con rayas blancas para luego colocarlo al costado de su valija.

minho observó la valija pensativo, no había forma de que él pudiese cerrar eso. lo intentó del modo clásico, arrodillándose frente al artefacto e intentando correr los cierres, pero no hubo caso. por eso, cuando chan volvió la vista al pequeño minho, lo encontró sentado sobre la valija mientras mordía su labio inferior y fruncía el ceño. su corazón dio un brinco.

— ¿te ayudo, cosita?

las mejillas de minho parecían próximas a estallar.

— yo puedo solo. —dijo entrecortado, utilizando una rídicula cantidad de esfuerzo.

— ¿seguro?

minho no respondió, sino que siguió intentando cerrar la valija hasta que las yemas de sus dedos se pusieron rojas y comenzaron a dolerle.

— voy a llevarla abierta.

chan rió y se acercó a él para ayudarlo, rozando ligeramente sus manos en el intento. pocos segundos después la valija estaba cerrada, y minho murmuraba por lo bajo que chan solo lo había hecho para impresionar.

el tiempo luego de eso pasó demasiado rápido, como si quisiera escaparse de los dedos de los muchachos enamorados. por eso, al rato, chan y minho estaban abrazándose en la puerta del edificio donde habían convivido, prometiendo continuar con su relación a escondidas del público y ser lo menos obvios posibles en los shows de música.

minho dejó un par de lágrimas en el hombro de chan y este, se encargó de abrazar con fuerza y acariciar todo el tiempo la cintura del menor.

— nunca voy a olvidarme de estos meses juntos. —dijo chan, besando la frente de minho. — y espero que tampoco lo hagas.

minho rió, casi con burla.

— ¿por qué habría de hacerlo?

bang se encogió de hombros.

— no lo sé, ¿salimos a merendar mañana?

— sí, pero pasame a buscar por la empresa, tengo cosas que hacer allá.

— genial, es una cita, entonces.

— una cita, sí.

minho dejó un beso en los labios del australiano y se subió a la camioneta que lo esperaba sobre la calle. saludando con un movimiento de manos a través de la ventana, se despidió de chan sabiendo que al otro día saldrían a merendar como si nada sucediera.

porque en realidad, nada cambiaría entre ellos.



kiss ★ banginho, chanhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora