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En nuestra sociedad existe un grupo de personas con una visión tan estructurada de lo que es correcto y honorable que la sola idea de mencionar trabajos ilegítimos les provoca una sensación de instantánea desaprobación.

Rich solía ser una de esas personas.

Él tenía una idea de honestidad implantada en su corazón desde que fue pequeño. Al crecer y convertirse en un adulto ejemplar estuvo muy orgulloso de los principios que lo moldeaban.

Pero, para su desgracia, cuando se encontró en un declive y su estabilidad financiera se vio amenazada con gravedad, esos valores se vieron flaquear.

Al inicio todo se había pintado como un juego que no alcanzaría gran escala:

— Puedo encontrarte un trabajo allí. Sólo dime que te comprometerás y el puesto será tuyo. Considera esto un favor de mi parte, bien te lo debo.

Por eso, su respuesta fue despreocupada y decidida, quizás influenciada por la desmedida ebriedad en la que cayó aquella noche.

— ¡Qué va, hombre! Si me das el puesto prometo que no te defraudaré.

Para el momento en que estuvo frente al aeropuerto, sus ideas parecieron correr despavoridas entre ellas.

Él también deseaba correr y huir, pero la incertidumbre lo obligaba a quedarse inmóvil en su lugar.

¿Su decisión era buena o mala, si las circunstancias lo habían empujado hasta su límite?

¿Y era este acaso el mejor momento para cuestionar su propia moral, los principios que había mantenido como un hombre respetable y ejemplar?

En definitiva, no.

El aeropuerto se encontraba repleto, y el creciente ruido de voces mezcladas aturdía a su mente ya saturada. Rich era perseguido por la constante sensación de que llevaba un cartel enorme que exponía su pronto crimen frente a la multitud.

Necesitaría aprender a ignorar ese sentimiento.

¿Cómo sería un buen traficante si la consciencia lo acechaba como un policía que recoge rastros hasta dar con su criminal? Sólo conseguiría convertirse en su propio enemigo.

Hace tres días, un aviso de aumento en el alquiler lo había llevado a tener la vaga ilusión de perder todo el miedo que pudo haber creado dentro de sí, y esa idea de pasajera valentía fue la que lo impulsó a aceptar la propuesta de su amigo una vez reconsideró las cosas en su casa.

Debió reconocer que sin él no tendría en dónde probar suerte, y que sin la amabilidad que tuvo al pagar su boleto tampoco habría llegado muy lejos, ya que tomar un autobús o caminar hasta otro continente no sonaba como una idea factible.

Regresó al presente, avanzando en la fila de abordaje. Él era el siguiente.

— Buenos días. Permítame su pasaporte, por favor.

Cumplió de inmediato, nervioso. Observó a la mujer con sumo cuidado, como si fuese a revelar que habían descubierto su plan y no permitirían que viaje. Pero, en cambio, ella le devolvió su pasaporte y le indicó que continuara yendo por el pasillo.

Una vez fue permitido el ascenso al avión, Rich encontró con facilidad su asiento.

En cuestión de minutos los pasajeros estuvieron a bordo.

Había un sentimiento de temor que residía en Rich como un huésped que no desea partir. La incertidumbre era un enemigo mortal, que desencadenaba una feroz inseguridad dentro de él.

Todo habría empeorado posterior a la pérdida de su puesto de trabajo. Pese a sus esfuerzos por salir a flote, muy rápido se vio envuelto en deudas y poco dinero para cubrir incluso sus necesidades más básicas.

En dicha situación, su mayor amenaza fue caer en el desaliento, como es natural, y viendo que el tiempo se le acababa, se empeñó en encontrar una solución rápida, sin imaginar que terminaría donde ahora se encontraba.

Sostener una economía debilitada por factores tanto internos como externos se volvió una carga insoportable e imposible de sobrellevar para familias y trabajadores, que acababan en una miseria idéntica a la suya.

Como consecuencia de este desespero colectivo, un fenómeno creciente había aumentado no sólo su popularidad entre los sectores bajos y desempleados, sino que tuvo un abismal aumento de alcance comercial. Y dicho fenómeno era, por más inusual que sonase, el tráfico de café.

Con los aranceles establecidos, que se volvían casi absurdos, distintos productos importados habían aumentado su precio y dejaron de ser accesibles.

En particular, el café suele ser una bebida esencial para miles de personas, quienes llegarían a extremos inimaginables por conseguirlo en el mejor precio y calidad posible.

Es así que llegó a sus oídos, viéndose él en una situación tan vulnerable, la novedad que este mercado significaba para el mundo.

Su amigo le comentó que el mayor triunfo y prosperidad de este trabajo residía en Colombia; desde allí la exportación se volvía sencilla a países vecinos por la cantidad de fronteras que se tenía a disposición. Sin embargo, la distancia no significaba un empedimiento para el tráfico, que alcanzaba a países como España sin dificultad alguna.

Si bien Rich no pudo considerar la propuesta con seriedad en el momento que esta le fue planteada, tampoco pudo negarse a ella una vez resolvió estudiar su decisión.

Veía en Colombia, ese país ajeno a él por completo, la posibilidad de salir adelante, huir de la crisis y volver a estabilizarse.

Encontraba dentro de su anhelo un espíritu lleno de ganas de conocer una nueva cultura y de enfrentar lo que significaría un giro determinante en su vida. Tenía la esperanza ser recibido con amabilidad y encontrar allí un segundo hogar, pero no quería dejarse llevar por expectativas e ilusiones irreales.

Ser extranjero no sería fácil, puesto que uno siempre extraña la tierra que lo vio crecer.

Además, para él era sabido que la despedida tiende a doler menos que la nostalgia, la cual a largo plazo constituye una tristeza aun más significativa.

El avión se sacudió de repente.

Enseguida se inició su despegue, y fue cuestión de minutos para que se estuvieran elevando sobre las alturas.

Pocas horas faltarían para que su destino se envolviera en los colores de un país distinto y desconocido para él. Pocas horas para que determinase si se había equivocado o no al arriesgarse.

Recostó su cabeza contra el asiento, adoptando la posición más cómoda que le fue posible. Intentó hallar paz, o improvisarla si ella ya no estaba junto a él.

Pese a las circustancias, la esperanza no podía menos que resurgir. La vida exigía que fuera paciente y él resolvía aguardar como le era indicado.

Rich necesitaría estar preparado para las adversidades que correrían por alcanzarlo, pero también debía estar listo para ver la retribución que su esfuerzo le proporcionaría.

...

Holis, tomo este espacio para aclarar que este fanfic es más algo gracioso que serio, con mi amiga intentamos unir algunos puntos para que hubiera congruencia pero aun asi hay muchas cosas sin sentido, que fueron escritas sólo para reírnos un rato. De todas formas espero que puedan disfrutarlo tanto como yo al escribir y editar.

Café Colombia. | FarfaRich.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora