El tiempo se había encargado de mostrar excelentes resultados ante el esfuerzo dado, y fue así como muy pronto Rich descubrió una facilidad extraordinaria para manejarse en la fábrica y desempeñar su labor.
Esto fue, muy en parte, porque siempre acostumbró a tener una organización eficaz y una responsabilidad digna de admirar, hecho que lo ofendió en gravedad al momento de perder su antiguo puesto de trabajo.
Al inicio guardaba los paquetes de café, llevaba las bolsas con los granos a la moledora y dejaba cargas enteras listas, procurando que el producto no se dañase en el transporte hasta su nuevo destino. Se desenvolvió de manera tan satisfactoria que a su jefe no le tomó más de tres meses ascenderlo de puesto, dejándolo al mando cuando él no estuviera.
Su jefe, Miguel, era un hombre ya mayor, no muy alto, robusto y de cabellera gris, con mirada severa y penetrante. Miguel era un experto en el negocio del café y originario de Colombia, siendo él quien se había encargado de hacer crecer las ganancias y otorgar confianza a sus diversos compradores a lo largo de los años. No por nada tenían un éxito indiscutible, ya que la calidad del trabajo ofrecido era impecable y siempre se cumplían las entregas en término.
Rich, al ocupar un lugar importante, recibió el respeto de los demás traficantes, pues tratar con Miguel no era sencillo, y satisfacer sus órdenes, menos aún.
Bajo la supervisión de Rich cada lote era revisado rigurosamente, desde la cantidad de paquetes hasta el sello intacto en cada uno de ellos. Si a causa de la distracción u holgazanería de los empleados algún producto se viera dañado, quedando imposibilitado de venderse, la culpa recaía en él. Por ende, entender su papel en la fabrica fue motivo suficiente para que jamás aconteciese inconveniente alguno en su turno.
Si bien Rich contaba con el respeto o sumisión de los empleados, esto no lo eximía de la envidia o enojo que muchos le tenían.
En los ojos ajenos, Rich era un extranjero que llegó y ocupó sin dificultad un lugar que muchos aspiraban alcanzar hace tiempo. Como si fuera una burla, una victoria que hacía a todos doblegarse ante su autoridad.
No había dejado pasar de largo las miradas y susurros que se escabullían entre los pasillos y baños, siempre mencionándolo. Sin embargo, no dejaba que esto ocupe gran importancia en su día a día, puesto que los celos ajenos no tenían efecto en él ni en su puesto.
A diario sentía miradas de falsa admiración y aunque acostumbrado a recibirlas, aquella mañana se sorprendió de la ferocidad con la que un trabajador clavó sus ojos en él, casi pudiendo sentir la punzada de su ira.
La falta de vergüenza que tuvo al demostrar con claridad lo que sentía sorprendió a Rich. A nadie le convenía tanta honestidad, todos trabajan para su propio beneficio y si esto significa fingir hospitalidad entonces así sería.
Rich no hizo nada al respecto, pero en su interior admitió que la notoria falta de respeto lo tomó desprevenido.
Por otro lado, recordó el inventario que debía revisar antes del mediodía, por lo que pronto olvidó el inusual suceso de la mañana.
Horas más tarde debió organizar la producción del próximo lote, para lo que indicó la tarea a los trabajadores.
Una vez hubo finalizado estuvo dispuesto a retirarse. Sin embargo, entre los empleados a los que acababa de mandar, reconoció al hombre que horas atrás lo había calcinado con una sola mirada, y nuevamente se encontró de frente con el odio más puro que una persona podía irradiar siendo dirigido hacia él.
Antes de darse la vuelta, le dedicó una sonrisa al desconocido, sin saber de dónde se había escapado una maldad como aquella, de naturaleza puramente provocativa.
Sólo entonces abandonó la primera sección, dirigiéndose a dar órdenes en las siguientes. Supo, a través de cada paso, que la ira reventaba dentro de un pobre empleado a causa suya.
[...]
— ¡Vos no entendés lo que te digo porque no lo viste! — gritó dentro del cuarto, donde el estruendoso sonido se encerró entre las paredes.
— Farfa, tú no sabes qué intención tenía. Es posible que hayas confundido las cosas.
Con enojo, Farfa arrojó uno de los tantos dardos que utilizaban durante los ratos de ocio hacia una fotografía en la pared. No era nada menos que la imagen, ya maltratada, de Rich.
Su compañero seguía sin explicarse de dónde la había conseguido. Sentado en su cama, se estremeció ante la incontrolable furia de Farfa.
— Él sabe lo que hace, por eso me sonrió, ¡se me está burlando en la cara! — hizo un gesto de exagerada indignación mientras sostenía otro dardo. — Español culo roto, lo cruzo de nuevo y te juro que lo agarro.
Farfa siguió exponiendo miles de motivos y acontecimientos por los cuales él estaba seguro de que Rich era una desgracia salida del infierno, llegada para arruinar la vida de todos. Aseguraba que muy pronto su presencia acabaría por derrumbar el negocio, porque era cuestión de tiempo para que su "actuación", como él se refería a la manera de trabajar que Rich tenía, se le iría de las manos.
Su compañero, acostumbrado a la constante pelea que Farfa desataba en soledad, siempre a causa de Rich, resolvió dejarlo solo. Se excusó diciendo que debía empaquetar el café que su amigo no pudo a causa de un contraturno, y se retiró huyendo del cuarto.
Una vez Farfa estuvo solo, la disputa continuó en su interior.
Antes de Rich, él había sido el trabajador más excelente y ejemplar, no tenía miedo alguno que lo detuviera de discutir con los compradores, ni de mandar como era debido a su equipo de trabajo.
Ahora, con su orgullo herido, estaba convencido de que Rich había arruinado por completo la reputación de la fábrica, pues veía en él un espíritu muy subordinado, dispuesto a recibir órdenes y cumplirlas al pie de la letra.
Mientras que, cuando Farfa hubo ocupado su puesto, se encargó de hacer las cosas de una manera muy distinta, más autoritaria e intimidante.
Estaba seguro de que era una cuestión de tiempo para que Rich no soportara el peso de la realidad y su naturaleza de hombre correcto lo hiciera flaquear ante un mundo que no estaba hecho para débiles como él.
Lanzó el último dardo a la imagen en la pared. Con profundo pesar suspiró y se retiró de la habitación.
Si quería recuperar su lugar y demostrarle a Rich cómo debían funcionar las cosas, habría mucho en lo que trabajar.
Empezando por restaurar el órden.
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Café Colombia. | FarfaRich.
FanfictionImprevistos y aventuras definirán la relación de dos traficantes de café que se ven envueltos en la necesidad de aprender a trabajar juntos cuando un país entero comienza a seguir sus rastros. -.-.-.-.-.-.-.- Aclaraciones: •Este fanfic fue escrito y...