5.

79 17 6
                                    

En el transcurso de las semanas, los rumores que recorrieron la fábrica en toda su extensión se habían apaciguado y acabó siendo un tema de menor interés.

Pero para desgracia de los traficantes, en un futuro no muy lejano habrían de reconocer que subestimaron la veracidad de aquellos susurros y conversaciones que advertían un mal próximo.

Una llamada fue realizada durante la mañana. Las respuestas se dieron de manera cautelosa, con el informante hablando entre murmullos y soltando miradas que analizaban su entorno procurando no ser descubierto.

Habiendo escogido el horario preciso, el traidor no fue sorprendido en su cometido.

Tal fue su hazaña que el funcionamiento de las tareas y la rutina diaria no presentó cambio alguno dentro de la fábrica.

Era un día más de trabajo.

Por otro lado, los receptores de esta información al otro lado de la línea sabían que el día laboral no podría ser otra cosa que excepcional. El departamento de policías ya estaba al corriente de la situación. Los fiscales realizaron arduas investigaciones y consiguieron cuantos contactos pudieron.

Dentro de la oficina el plan fue discutido. La operación había tenido inicio. Cinco patrullas iban al frente.

— A diez kilómetros hay un camino de tierra. Se desvía hacia la derecha. Giren en su dirección. Los refuerzos estarán detrás de ustedes. — informó por radio el jefe de oficiales.

— Entendido.

Mientras tanto, los movimientos de los policías eran seguidos de cerca por los fiscales y autoridades de apoyo, quienes guiaron el camino a través de radio y les dictaron precauciones.

Dentro de la oficina, un sinfín de preguntas se desenvolvían:

— ¿Tenemos traficantes identificados?

— Sólo tres, nuestros sospechosos anteriores. A los demás deberemos identificarlos una vez capturados.

— ¿Tienen todas las salidas cubiertas?

— Los autos rodearán la parte delantera. Los refuerzos llegarán a cubrir los costados y la parte trasera. Hay patrullas adelante, en el camino, por si fuera a surgir cualquier inconveniente.

— En caso de fuga — agregó un tercero.— Tenemos permitido disparar. No nos esperan. No tienen posibles salidas.

— Es seguro, por la tarde estarán siendo procesados.

La discusión siguió su curso. Entre los detalles resaltados mencionaron la seguridad del traidor al que consiguieron infiltrar. El peón que fue clave en el tablero para la investigación y la captura.

El informante, un policía encubierto, no podría mantenerse en comunicación a la hora de la persecución, por lo que dejaron previstas las medidas de seguridad necesarias al momento de irrumpir en la fábrica. Él debería esconderse y mantenerse a salvo hasta que pudieran identificarlo para llevárselo con ellos de regreso al departamento de policías, donde declararía y ayudaría proveyendo datos que antes no hubiera podido compartir.

La tensión mantuvo cautiva a las autoridades en el procedimiento.

La tranquilidad que yacía en los traficantes pronto sería derrocada por el terror puro, su ignorancia era la única fuente de paz.

Ahora no eran más que hombres destinados a caer.

— Estamos cerca. Avanzamos por derecha. — avisó la patrulla que iba al frente, siendo seguida por los autos que tenía detrás.

— Con cuidado. — respondió el jefe de operación desde el departamento.

  [...]

Café Colombia. | FarfaRich.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora