6.

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Luego de haber conducido durante una larga noche, Rich descansaba en el asiento de copiloto mientras Farfa llevaba el control del vehículo.

La mañana se había presentado de manera tranquila y pacífica, aunque entre ellos aún persistía una atmósfera tensa. Cruzaban algunas pocas palabras y rara vez volteaban a verse.

Mientras atravesaban una parte pedrada del camino, el auto se detuvo de manera abrupta. Rich abrió los ojos extrañado y miró a Farfa sin entender lo que sucedía.

Farfa hizo un intento inútil por arrancar el vehículo.

— ¿Qué sucede? — Rich preguntó mientras su mirada se tornaba asustada.

— No arranca.

En un instante sintieron cómo el aire se volvía más denso dentro de sus pulmones.

Rich tenía la sensación de que iría a descomponerse, y Farfa sentía que su estómago comenzaba a sufrir por los nervios.

— Imposible, no. — Rich se movió de su asiento. — Muévete, lo haré yo.

— No arranca te estoy diciendo. — Farfa respondió con brusquedad.

— ¡Pero quítate, hombre! — Rich forcejeó hasta tomar el asiento del conductor y Farfa pasó al suyo de manera obligada.

El motor produjo un sonido débil.

No, el auto no arrancó.

— Te dije que no andaba. — Farfa dijo para luego abandonar el auto dando un portazo.

Una vez estuvo afuera se llevó las manos a la cabeza. El sol impactaba con fuerza y cegaba sus ojos momentáneamente.

El calor era tan asfixiante que apenas se podía respirar.

Rich se recostó contra el volante y suspiró. Contemplaba con desánimo los pastizales y árboles que los rodeaban, dándose cuenta de que el panorama lucía desolado y abandonado por completo.

Por el espejo de la izquierda vio a Farfa marchando hacia medio monte, e impulsado por una fuerza que desconocía poseer, salió disparado del auto.

— ¡Oye! — corrió intentando alcanzarlo. — ¿A dónde vas?

— Qué se yo.

Farfa aceleró su paso y Rich lo detuvo agarrando su brazo.

Luego de dedicarle una mirada desdeñosa Farfa hizo fuerza hasta soltarse.

— ¿Qué crees que haces? — cuestionó impaciente. — ¿A dónde esperas llegar?

— ¡Qué te importa a vos! ¡Para empezar no sé para qué te subiste al auto! — retrocedió retomando su marcha. — Acá nos separamos, arreglatela solo. Yo voy a hacer lo mismo.

Avanzó intentando que el pasto crecido y los arbustos con espinas no fueran molestia. Intentaba recordar qué camino podría llevarlo a donde esperaba llegar.

Rich volvió a detenerlo.

— ¿Acaso estás loco? ¿Crees que puedes irte sin más?  — sostuvo su brazo mirándolo fijo.— Si te atrapan, me atrapan a mí. ¿Entiendes eso? Es más peligroso que nos separemos a que estemos juntos, ¡tío, razona un poco!

— ¿Vos me vas a decir a mí qué tengo que hacer? Tomatela, yo no pienso quedarme varado acá.

Farfa emprendió su camino con velocidad.

Rich se rindió con él y se dirigió hacia el auto mientras intentaba calmarse. No sabía cuánto faltaba para que la policía los encontrase.

Se dejó caer sentado en la tierra, recostando su espalda en el auto. Se cubrió la cara con las manos intentando descifrar, en medio de su desespero, a qué santo podría rezarle para que su intento de encontrar una salvación dejara de fallar.

Café Colombia. | FarfaRich.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora