uno

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—¡Luna te juro que esta es la última que te pido!—Exclamó Valeria rogando mientras su amiga tecleaba algunas cosas en su teléfono celular, estaba manteniendo el silencio y parecía estar concentrada.

—Tienes que tener más cuidado... Ya acabo de pedir otro, no lo vuelvas a tirar por favor—Le ordenó en un tono firme cuando por fin terminó de textear, la otra chica por fin pudo respirar.

—Sentía que me mataban—Admitió un poco más calmada mientras se sentaba en uno de los banquitos que tenían por ahí—Ya me habían dicho que sí no está el licuado de Nata cuando llegue sé va a emputar pero es que se me resbaló de la pinche mano—

—Pues algo de eso, sí se emputa pero se le olvida cuando empieza a ver los panes de la mesa—Sé rió, tenía 2 años acompañando de cerca a Rubén en sus tours y 10 siendo su mejor amiga, estudiaban juntos en la misma primaria en Hermosillo y sus familias eran muy cercanas, nadie jamás imagino que con la música el morrito llegaría tan lejos pero ahí la llevaba, 22 años tenía y estaba llenando los lugares en los que se presentaba cada vez más, poco a poco haciéndose de muchísimos fans, así Luna trabajaba para él y se ganaba sus pesos extra—Descuida, ese licuado llega más rápido de lo que crees—La tranquilizó, la chica más pequeña asintió, era su primer mes en el equipo y ya le estaban saliendo canas verdes.

—Señorita Luna, Nata ya llegó y la está esperando adentro—Le dijo el guardia que custodiaba la puerta de la habitación principal del lugar, la habían pedido como un camerino para que Rubén pudiera descansar antes de ese último show, era su tercera consecutiva fecha en Culiacán, todos estaban hartos.

—Gracias Gustavo—Ella sonrío y caminó hacia la puerta, hora de la charla motivacional de Cano.

Giró la perilla de la puerta y entró sin tocar antes, Nata estaba recostado sobre un sillón largo en posición fetal, todavía tenía pijamas puestas y también los ojos cerrados, medio licuado de plátano se posaba en la mesita de su costado, tenía el celular desbloqueado en la mano apunto de caerse, por su posición parecía que estaba dormido desde hace horas pero no tenía más de 5 minutos, la muchacha se acercó cautelosamente y le arrebató el teléfono de la mano, nada, ni un suspiro.

—Morrito—Susurró mientras le tocaba el hombro suavemente, el flaco abrió los ojos lentamente y se le quedó viendo estático—¿Qué tal el after?—Se burló su amiga, Nata sonrió.

—Vete a la verga—Dijo riendo con los ojos cerrados, luego le hizo espacio para que se sentara junto a él—Me estoy cagando de sueño a la verga—

—Pero el niño quería seguir pisteando—Lo regañó a broma—Ya sabía que te ibas a poner así, por eso mejor me regresé y me dormí temprano—

—Me traje no sé a cuántas plebes, estuvo chido—Continuó cínico, ella rodó los ojos, siempre había sido un ojo alegre—Pero que bueno que no estabas, llegó el puto Oscar—Ella se ahogó con su propia saliva, tenía meses sin escuchar ese nombre.

—Ay hasta me ahogué Natanael—Se quejó para continuar tosiendo.

—Te digo, nada más escuchas su nombre y vuelves a valer verga tú, no me imagino que lo vieras—Nata se levantó y caminó hasta la mesa con comida, tomó un pan dulce, una botella de agua y regresó al sofá.

—Pues ya equis wey—Mintió mientras tomaba la botella de agua entre sus manos y le daba un trago, la verdad es que la ruptura con Ortiz le había dolido bastante y no tenía nada de ganas de topárselo pronto pero no lo iba a admitir.

Por las noches - Hassan Laija (Peso Pluma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora