19. Layla

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Narra Taylor.

Nos encontrábamos en el Jet de camino a Las Vegas. Un caso en "casa" ya no estaba completamente segura de que siguiera siendo mi hogar. Había encontrado un sitio en Virginia, en la UAC, donde me sentía agusto.

Llevaba sin ver a mi padre desde aquel cumpleaños de Evelyn hacía ya casi dos años. Tampoco quería hacerlo.

Evelyn por el contrario venía todos los veranos hasta Las Vegas y pasaba dos semanas con sus tíos y su primo.

Estaba un poco estresada, era la primera vez desde que había entrado en la unidad que me decidía a volver a casa.

El caso era sobre tres mujeres que encontraron en las paradas del bus, bueno, más bien tres cabezas.

El sudes las había matado y cortado la cabeza. Los cuerpos no se habían encontrado.

La primera víctima, identificada como Alina, había aparecido hacía dos semanas. La segunda, Tracy la semana pasada y por último Cassey, encontrada ayer. en aspecto físico todas eran diferentes entre sí: Alina, rubia de ojos azules, complexión delgada, venía de Dinamarca con un permiso de estudiante, tenía 20; Tracy era morena y de ojos color miel con una complexión ancha, estadounidense y de 19 años; por último Cassey, pelirroja de ojos verdes y con pecas, complexión media e irlandesa, también con permiso de estudiante y tenía 21.

— Bien — dijo Hotch sacándome de mis pensamientos — Nos quedan 10 minutos para aterrizar. En cuanto lo hagamos Rossi y Roth os vais al forense, los demás vamos a comisaría a preparar la victimología. Reid, tú vas a hacer un perfil geográfico para ver si hay alguna coincidencia y el radio de acción.

En cuanto escuché el apellido de mi mejor amigo me dí cuenta de que le estaba mirando, posiblemente desde hacía un rato y aparté la vista, creo que un poco indiscreta de más. Hacía dos semanas desde que empecé a notar esa extraña sensación cada vez que estábamos cerca. Lo había experimentado por primera vez en la habitación del hotel cuando su mano pasó por mi pelo y luego me quedé dormida en su hombro. Desde ese día no había parado de notar las pequeñas descargas. La dopamina y la oxitocina estaban haciendo de las suyas.

Fui recogiendo todas las cosas relacionadas con el caso y en cuanto aterrizamos me monté en el coche con Rossi.

Pasamos unos minutos en silencio hasta que él lo rompió.

— ¿Te puedo hacer una pregunta? — me pregunta — No tienes que responder si no quieres, pero lleva rondándome por la cabeza desde los primeros meses en los que estuviste en la UAC.

— ¿De qué se trata?

— No respondas si no quieres — inspiró hondo — ¿Cuántos años te llevas con Gilbert?

— 12 — Contesté con seguridad — Empezamos a tener algo extraño cuando yo tenía 17. No lo hicimos oficial hasta que yo hice los 18 pero sigue siendo una locura la diferencia. Él tenía treinta y salía con una niña de dieciocho.

— Joder, es una diferencia muy grande.

— Ya.

— De todas formas te veo mucho mejor ahora.

— La terapia es mucho más efectiva de lo que yo creía. Es una sensación bonita la de estar mejor.

— ¿Y has estado entrenando con Morgan?

— Sí, muchas horas. Quiero defenderme mejor.

— Se te da mejor de lo que piensas. — esbocé una pequeña sonrisa — Créeme, he visto a muchos agentes, eres de las mejores con las que he trabajado eso tenlo claro.

Química perfecta (Spencer Reid) - Química 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora