• 11. El impulso •

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La escuela estaba apunto de acabar, el día de hoy fue agitado; todo gracias a Dominik por estar persiguiéndome toda la mañana y Mackenzie quien trataba de hacer el día de hoy más horrible de lo que ya es.

Las ansias de que el timbre sonará crecían dentro de mi, estaba desesperada por ir a mi casa y correr hasta mi cama para poder dormir, me sentía agotada física—por correr un maratón por la escuela—y mentalmente por ver qué ciertas cosas del pasado aún me persiguen. El sonido del timbre invadió en aula, me levanté de mi asiento y por primera vez fui una de las primeras en salir del salón mientras solo pensaba en una cosa: Dormir.

—Loca, podemos hablar—, Jack me interceptó unos cuantos pasos de la salida.

«¿Por qué a mí? Yo solo quiero dormir»

—¿No crees que hablamos suficiente hoy, desgraciado?

—Es otra cosa diferente lo que hablamos esta mañana—, inquirió cortándome el paso cuando trate de rodearlo.

—Para lo único que estoy dispuesta hablar es sobre como voy a dormir—, dije mientras me cruzaba de brazos.

—Cambia tus planes de dormir—, decreto—, me acompañaras a una de mis prácticas.

Solté un quejido ante su petición.

—No quiero.

—Solo está vez.

—¿Por qué debo ir?

—Porque quiero que vayas, además son las prácticas finales antes del primer juego.

—Yo no se nada de básquet—confesé.

—No importa, yo quiero que pases tiempo conmigo—, respondió.

—¿No vas aceptar un no como respuesta cierto?

—Estas en lo correcto.

—Solo un rato y luego me dejas en mi casa—, accedí.

—Muy bien, vamos— Jack sonrió y comenzamos a caminar a la pista de básquet.

Llegamos a la pista de básquet estaba vacía éramos los primeros en llegar, Jack dejo su bolso sobre las gradas; saco su uniforme y fue a los vestidores dejándome sola, me senté al lado de su bolso. Mire a mi alrededor y observé unas pelotas de básquet que estaban en una esquina de la pista, mire hacía los vestidores, me levanté y me acerque a ellos, saque uno y comencé a jugar—como una niña pequeña—con la pelota.

Trate de hacer un lanzamiento y como era de esperarse la pelota rebotó contra el tablero y cayó al suelo sin entrar en la canasta, un aplauso me hizo darme la vuelta.

—Por poco la encestas—aludió—, dijiste que no sabías nada de básquet, un poco más a la derecha y estoy seguro que marcas un punto.

—No se nada sobre el juego, ni sus reglas, ni sus posiciones—, recogí la pelota del suelo—, pero me gusta jugar a encestar la pelota.

—Bien, entonces será fácil quitártela—, se abalanzó hacia mi.

Me hice a un lado esquivándolo mientras sostenía la pelota.

—No, no será fácil, desgraciado.

—Ya lo veremos, loca.

Volvió abalanzarse hacía mi tratando de quitarme la pelota de las manos pero yo no sé la ponía fácil, evitándolo cada que podía. Hasta que llegó un punto en dónde me rodeó quitándome la pelota de las manos y encestándola en la canasta, ambos sonreímos.

—Te dije que te la quitaría—, se regocijo Jack.

Las palabras de quedaron atoradas en mi garganta debido al grito que provino detrás de nosotros.

El Club Del Periódico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora