Capítulo 2. Felix

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El alfa se sentía embriagado, aquel olor comenzaba a adormecerle. Había llevado al humano a su casa y lo tumbó en su cama. Revisó su cuerpo en busca de heridas, quizá con demasiada exhaustividad. No pudo evitarlo, aquella piel era tan suave como la seda, y desprendía un olor tan dulce que no pudo evitar hundir su nariz entre el hombro y el cuello del inconsciente chico.

Había dado la orden de que nadie se acercase a la cabaña bajo ninguna circunstancia.

Curó el tobillo magullado del chico y se recostó a su lado. Debía mantener la calma, pero sus manos parecían tener vida propia. Una de ellas se coló bajo la camiseta del humano y acarició con deleite el marcado abdomen. Cuando un gruñido escapó desde lo más profundo de su pecho, decidió que era hora de descansar antes de que hiciera algo de lo que se arrepentiría más tarde. O quizá no, pero no se arriesgaría a ganarse el odio del chico. Aún envuelto por el tentador olor, consiguió dormir abrazando la delgada cintura ajena.

Felix abrió los ojos lentamente, sus párpados pesaban y sentía el cuerpo entumecido. No estaba en su habitación, lo supo en cuanto vio un rústico techo de madera. Las paredes eran iguales, sin más decoración que algunos tapices de vivos colores y un par de atrapa-sueños. Se asustó. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado hasta allí. Intentó levantarse, pero un fuerte agarre en su cintura se lo impidió. Entonces, se dio cuenta de que no estaba solo en la estrecha cama. Un chico de cabello negro dormía plácidamente con la cara enterrada en su cuello. Podía escuchar suaves suspiros, y las respiraciones chocaban directamente con su sensible piel, erizándola. Se incorporó sobresaltado. ¿Salió de fiesta la noche anterior? No lo recordaba. Estaba en un lugar extraño, en una cama extraña y con un extraño estrechamente aferrado a su cuerpo. El chico a su lado se revolvió y murmuró algo adormilado, antes de abrir sus ojos. Unos ojos negros como la noche. Aquella mirada atravesó todo su ser.

— Has despertado.

La voz de aquel chico era ronca y profunda.

Felix sintió como el chico se sentaba a su lado.

— ¿Quién eres tú? — Preguntó con la voz temblorosa.

Dos orbes negros como la noche le miraron intensamente, escudriñando su rostro, como si quisiera encontrar algo más entre su miedo.

— Soy Hwang Hyunjin.

— ¿Cómo he llegado aquí?

— Anoche te encontré inconsciente en medio del bosque y te traje.

Hablaba con cautela, como si esperase alguna reacción por parte de Felix.

— ¿En el bosque? ¿Inconsciente? — Preguntó Felix alarmado.

Hyunjin asintió.

— ¿No recuerdas nada?

— No.

— ¿Ni siquiera cómo llegaste al bosque o lo que pasó después?

Felix negó.

— ¿Por qué? ¿Pasó algo?

— No, te encontré tirado entre los árboles con algunas heridas. Era tarde y mi casa estaba mucho más cerca que el hospital, así que te traje, curé tus heridas y esperé a que despertaras.

— Tumbado a mi lado. — Dijo Felix en reproche.

— Esa es mi cama, la única de toda la cabaña. No querrás que tu salvador duerma en el suelo, ¿verdad? — Preguntó con burla.

— Todo esto es muy raro.

Felix se levantó de la cama y miró a Hyunjin desde arriba. No se fiaba, bien podía estar secuestrado y aquel chico ser un loco psicópata. Un loco psicópata endemoniadamente guapo, por otra parte.

alpha's owner | hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora