Capítulo 25. La traición

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Hyunjin, tienes que venir. Ahora.

Minho sonaba realmente serio, y eso nunca era buena señal. Hyunjin miró a Felix, que descansaba plácidamente sobre su pecho y frunció el ceño. Lo último que quería en aquellos momentos era separarse de su recién estrenado compañero.

— ¿Qué pasa, Minho?

— La manada sabe lo de Felix.

El color desapareció del rostro de Hyunjin mientras el móvil resbalaba de entre sus dedos. Cayó sobre el colchón, la voz de Minho aún se escuchaba al otro lado de la línea, pero Hyunjin no podía contestar. Su mente parecía haberse apagado, mientras un centenar de escenarios catastróficos iban sucediéndose en su cabeza. En todos ellos, Felix resultaba herido. Gruñó, no lo permitiría. Nunca. Hyunjin se levantó de un salto de la cama, despertando a Felix.

— ¿Jinnie? ¿Qué pasa? — Preguntó confundido y adormilado, frotándose un ojo con la mano en puño.

En otro momento, Hyunjin se habría detenido a apreciar lo jodidamente adorable que era su compañero así, con el aspecto desaliñado propio de las personas bien folladas, pero no tenía tiempo para eso.

— Lix, levanta. Vístete.

— Pero, ¿qué pasa?

— Solo hazlo. Voy a hablar con tu madre, se van.

Hyunjin salió de la habitación sin esperar respuesta de su compañero, sintiendo su corazón latir a mil por hora y la ansiedad creciendo en su interior. Sus manos temblaban y sus ojos ardían. ¿Cómo se habrían enterado? La rabia invadió su cuerpo, alguien le había seguido. Se encargaría de eso en cuanto se asegurase de que Felix y su madre estarían a salvo.

Por suerte, la mujer no se había marchado, estaba sentada tranquilamente en el sofá, leyendo un libro de páginas amarillentas que parecía bastante desgastado por el uso. Quizá se habría dignado a avergonzarse por haber reducido a su hijo a un manojo de gemidos con ella aún en la casa si el nudo en su estómago no hubiera crecido, ella también estaba en peligro. La mujer era sorprendentemente parecida a Felix, con el cabello rubio como el sol cayendo suelto sobre su delgado hombro, los pómulos levantados y las mejillas algo rellenas con unas pocas pecas, haciéndola ver más joven de lo que era. Sus pestañas eran largas y sus ojos menudos y del color del café recién tostado. En una ocasión, Felix le dijo que se llamaba Yerin.

La mujer alzó la vista del libro en cuanto escuchó los apresurados pasos de Hyunjin bajar las escalera. Cuando vio el rostro descompuesto en preocupación del chico, supo que algo iba mal.

— Señora Lee, tiene que llevarse a Felix lejos de aquí. — Anunció Hyunjin apresuradamente, nada más puso un pie en el salón.

La mujer se levantó automáticamente del asiento y le miró con el ceño fruncido.

— ¿Qué ha pasado?

— Mi manada ha descubierto que mi compañero es un humano. Tiene huir con Felix lo más lejos posible. Cojan lo imprescindible y márchense cuanto antes.

— Se acaban de enlazar, eso les destrozará.

— Necesito ponerlo a salvo.

Yerin asintió ante el afligido tono de Hyunjin. Sin decir nada más, salió del salón dispuesta a hacer las maletas.

Hyunjin también se puso en marcha, corrió hasta su moto y arrancó, sintiendo una gran bola de plomo instaurándose en su pecho. Se estaba separando de Felix, y dolía, dolía como si le estuvieran arrancando una extremidad de cuajo. Se obligó a retener las lágrimas, no era momento de llorar.

alpha's owner | hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora