Epílogo

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— ¡Niki, Eunwoo! ¡Por el amor de Dios, bajen de ese árbol ahora mismo!

Los dos mellizos rieron alegremente y saltaron desde la rama en la que colgaban hasta el suelo. Minho ahogó un grito.

— ¡Pequeños demonios! ¿¡Es que acaso quieren matar a vuestro tío de un infarto!?

— No seas cascarrabias, lo hemos hecho millones de veces y nunca nos ha pasado nada. — Dijo Niki .

— ¡Es verdad! ¡Tú antes eras divertido, ahora no haces más que reñirnos!

Los dos niños asintieron y se cruzaron de brazos al mismo tiempo, reafirmando su sentencia.

— Seguiría siendo divertido si a alguien no se le hubiera ocurrido escalar la roca del claro y romperse un brazo mientras yo les cuidaba. Se acabó el Minho divertido, ahora solo queda el Minho que le tiene mucho miedo a vuestro padre.

Niki sonrió sin sentirse para nada culpable por el terror del mayor.

Los mellizos eran bastante traviesos, aunque era comprensible tratándose de dos pequeños de ocho años que se habían criado en el bosque.

Cualquiera diría que eran gemelos, de no ser porque Eunwoo era ligeramente más alto que su hermano, y que la cara de Niki era algo más redonda. Ambos habían heredado el cabello negro como la noche de Hyunjin, a juego con unos ojos café cortesía de Felix. Eran el tesoro de la pareja.

— ¡Chicos, la comida está lista!

Minho sonrió, su omega se veía tan dulce con ese delantal azul celeste y esa cariñosa sonrisa que se dibujaba en su rostro cada vez que veía a los revoltosos niños. No podía esperar a tener un montón de cachorros con Jisung.

Como una exhalación, Niki y Eunwoo corrieron hacia la cabaña, dejando a un embobado Minho detrás. Suspiró, no tenían remedio.

Caminó hacia su pareja, que le esperaba apoyado en el quicio de la puerta de la cabaña.

— ¿Te han dado mucha guerra?

— Son como un huracán desquiciado. — Se quejó.

Jisung sonrió.

— Ven aquí y dame un beso, aguantar a esos enanos agota mis fuerzas.

El omega rió suavemente y se acercó con mirada seductora al alfa, rodeó su cuello con los brazos y acercó lentamente sus labios. Minho estaba desesperado por sentir la boca de su compañero contra la suya, así que tomó posesivamente sus caderas y lo estrelló contra su cuerpo, sintiendo la calidez invadirle cuando por fin se unieron en un apasionado beso.

Labios moviéndose con avidez y lenguas explorando curiosas, como si no se conocieran ya de memoria todos y cada uno de los recovecos de la boca del contrario. Cuando se separaron, ambos estaban jadeando, embriagados por las sensaciones. Sus lobos jodidamente felices.

— Será mejor que entremos, Felix necesitará ayuda para poner la mesa y conseguir que los chicos se laven las manos. — Habló Jisung con la respiración agitada.

Minho asintió y tomó la mano de su compañero para adentrarse en la cabaña.

— ¡Niki, deja de lanzarle espuma a tu hermano! ¡Lávense de una vez!

Jisung y Minho sonrieron, admirando la escena. Cada vez que Felix intentaba ponerse firme con los cachorros, una sonrisa cariñosa amenazaba con echar abajo su fachada autoritaria. No pegaba con él eso de ser firme, no cuando sus mejillas estaban sonrojadas y en su nariz había un rastro de esponjosa espuma. A pesar de todo, los chicos siempre intentaban comportarse con su padre, haciéndolo enfadar lo mínimo posible. Eran buenos niños que se preocupaban por él y que sabían que, con su avanzado embarazo, no era bueno que se alterase.

alpha's owner | hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora