Capítulo 17. Ven conmigo, cachorro

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— Este ha sido el último ensayo, chicos.

Felix secó su sudor con una pequeña toalla de mano. Su pecho subía y bajaba acelerado al ritmo de su jadeante respiración, sus músculos estaban agarrotados y sus articulaciones dolían pero, aún así, sonreía. Bailar era su pasión, cuando lo hacía, solo tenía que enfocarse en los movimientos y en el fluido ritmo de la música, podía cerrar los ojos y dejarse llevar o concentrarse en seguir una coreografía marcada. Aunque, aquella vez, su mente estaba más centrada en el hecho de que Hyunjin fuera a recogerle al acabar la clase.

"Quiero presentarte a alguien", eso fue lo único que le había dicho. Debía reconocer que estaba nervioso. Hyunjin era especialista en decir las cosas a medias y en guardar el misterio hasta el final, y Felix acababa pasándose el día entero dándole vueltas a sus enigmas. Y en parte le molestaba, porque debería haber estado más preocupado por la actuación que se aproximaba que por Hyunjin y sus misterios, pero, ¿realmente podía culpar a su mente por enredarse con el atractivo hombrelobo? Si cada vez que le veía quería suspirar y sus rodillas se rebajaban a la consistencia de la gelatina.

— ¡Me voy!

Abandonó la clase sonriente, y bajó las escaleras de dos en dos. Su corazón ya se había acelerado y aún no se habían encontrado, se sentía como un chiquillo el día de reyes.

— ¡Que tengas un buen día, Sally!

Se despidió de la recepcionista que se limaba las uñas con parsimonia, recibiendo una sonrisa de dientes blanqueados como respuesta.

El frío aire de la calle golpeó la piel desnuda de sus brazos, obligándole a encogerse. Ahí estaba Hyunjin, esperándole como siempre apoyado en su moto y con una cálida sonrisa en los labios, mirándole como si fuera un ciego que puede ver brillar el Sol por primera vez. Esta vez, no estaba solo. Junto a él, se encontraba un chico más joven, de aspecto despreocupado, con hombros anchos y brazos fuertes, y una sonrisa radiante.

Los dos lobos vieron cómo el humano sonreía tímidamente y se acercó a ellos. Al primer paso que dio, ambos aguantaron la respiración. Aquel olor era tan potente que sus lobos aullaron en sincronía, queriendo escapar de sus jaulas para correr hacia tan embriagadora esencia.

— Huele a... omega en celo. Es... ¿siempre es así de potente? — Preguntó Minho con la voz entrecortada.

El pecho de Hyunjin vibró en un bajo gruñido.

— No hagas que me arrepienta de haberte traído. — Susurró entre sus dientes apretados.

— Hola.

Felix saludó tímidamente una vez estuvo frente a los chicos, Hyunjin pareció reaccionar y le envolvió entre sus brazos, hundiendo la nariz en su cabello, disfrutando del dulce aroma a vainilla y canela. Separó su cabeza, rodeando aún la cintura de Felix con los brazos y unió sus bocas en un suave beso. Su lobo gruñó satisfecho, había estado lloriqueando desde que se apartó de Felix el día anterior.

— Hola. — Respondió Hyunjin cuando se separaron.

Ambos se miraron a los ojos y sonrieron, disfrutando de aquel reencuentro a pesar de que hacía menos de veinticuatro horas que se habían visto. Cualquier tiempo separados se hacía interminable.

Un exagerado carraspeo de garganta les obligó a volver a la realidad.

Minho observaba la escena divertido, cómo su alfa había corrido a abrazar a ese pequeño humano como si necesitara una dosis de su piel, cómo había sonreído como si acabara de volver a nacer, el dulce beso que compartieron. Aún no podía creerse del todo que Hwang Hyunjin, la persona más inexpresiva y asocial del mundo, el líder de su manada, hubiera encontrado a su otra mitad en ese pequeño chico humano. Aunque Minho debía reconocer, que Felix no estaba nada mal. Con un cuerpo de baja estatura pero bien moldeado, piel tersa y facciones dulces y aniñadas. Unos labios en forma de corazón  que cualquiera que se atreviera a enfrentarse a la ira de Hyunjin querría probar y unos ojos brillantes y expresivos. Definitivamente, el humano era una preciosidad.

alpha's owner | hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora