¿Los amigos?

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Presente

"Pequeña, no comas tan rápido. Te va a caer mal la comida", instó Chelsea con la calidez de su voz , mientras continuaba inmersa en las tareas de la cocina. Sus ojos observaban con ternura cómo Denise devoraba su desayuno con impaciencia.

"E.ss- estaadsmuy", balbuceó Denise con la boca llena, sus palabras apenas comprensibles entre bocados apresurados.

"No hables con la boca llena, Deni", reprendió Chelsea con suavidad mientras terminaba de servir el último plato de comida.

Denise tragó rápidamente su bocado para poder expresarse: "Es que me gusta mucho tu comida, abuela. Quiero aprender a cocinar como tú, ya que mi mamá hace la comida mal", compartió la pequeña con una chispa de entusiasmo que animaba su voz. El tenedor en su mano trazaba pequeñas danzas de emoción. Una risa cariñosa escapó de los labios de su abuela.

"Eso fue muy cruel, mi pequeña kraken", bromeó Nerissa con una risa en sus palabras mientras descendía por las escaleras, dirigiéndose a la cocina. En su camino, tomó a la pequeña por las mejillas con un cariño evidente en sus ojos.

"Ya, mamá, suéltame", exclamó Denise entre risas, disfrutando del gesto afectuoso.

Chelsea se unió a la interacción: "Siempre te tomas tu tiempo para bajar", bromeó mientras entregaba su plato a Nerissa con una sonrisa.

Nerissa, con una sonrisa traviesa, respondió: "Bueno, este pelo no se cuida solo", mientras agitaba su distintivo cabello rojo en un ademán coqueto.

-Mamá, tú eres la más bonita del mundo -dijo Denise con admiración, imitando el gesto de su madre.

Detrás de su fachada de alegría y cotidianidad, Nerissa sentía una punzada de angustia en el pecho. Se preparaba mentalmente para pasar otro día conviviendo con los humanos, otro día viviendo en la superficie, otro día anhelando volver al océano y otra pensando que sería el último en la superficie, se esforzaba por ocultar sus verdaderos sentimientos mientras navegaba por las rutinas de la vida en la superficie, todo por el bienestar de Denise y la nueva vida que habían construido juntas."

Después del desayuno, Nerissa se armaba de valor para enfrentar la segunda cosa que más le costaba adaptarse lo cual era atender la tienda de regalos. Mientras tanto, Denise y Chelsea compartían un momento dulce en la cocina, preparando con entusiasmo unos deliciosos pastelillos.

Aunque Nerissa detestaba a los humanos en general, encontraba aún más difícil lidiar con ellos cuando tenía que atender la tienda. Sin embargo, no le quedaba otra opción.

A Nerissa le gusta ver los objetos que recuerdan al mar, como las conchas, las perlas o los llaveros  o peluches de animales marinos . Pero no le gusta tratar con los clientes, que a veces son groseros, exigentes o deshonestos. Nerissa tiene un carácter fuerte y no tolera las faltas de respeto. Por suerte, Chelsea siempre está para evitar que Nerissa haga algo contra esos clientes, como mojarlos con agua o lanzarles un pulpo de peluche.

Con el tiempo, Chelsea notó que esta dinámica empezaba a cambiar. La furia de Nerissa ante los clientes comenzó a disminuir, aunque Chelsea a veces se preguntaba si Nerissa guardaba sus reacciones para cuando no estaba mirando.

El dia siguió avanzando: Nerissa se ocupaba en la tienda, mientras Chelsea y Denise disfrutaban del proceso de preparar los pastelillos para los "amigos" de Denise. Claro, la pequeña también estaba ayudando. Una vez que estuvieron listos, Chelsea y Denise partieron rumbo al parque.

Antes de salir, Chelsea y Denise se despidieron de Nerissa, quien les deseaba diversión y agitaba su mano cariñosamente mientras decían adiós. Pero justo cuando un cliente intentaba hablar, un peluche lo golpeó en la cara. Era uno de los pulpos de peluche que Nerissa solía emplear para aliviar su frustración. "Ahora sí, ¿qué se llevará?" dijo Nerissa tomando el peluche que le tiró al cliente y poniéndolo en su lugar.

Krakens y Sirenas: Conoce a Denise Van Der ZeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora