XXIII

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"WINTERFELL AND DRAGONSTONE"

El viento gélido azotaba sus rostros mientras Daenyra y Jace volaban a toda velocidad sobre sus dragones hacia el norte, dejando atrás las majestuosas montañas del Valle. Syrion y Vermax cortaban el aire con gracia, surcando el cielo como flechas lanzadas hacia su destino en Invernalia.

Al llegar a la fortaleza de Invernalia, fueron recibidos con calidez por los Stark. Las antiguas piedras grises de la fortaleza contrastaban con el blanco de la nieve que cubría el suelo. Daenyra descendió de Syrion con gracia, sus ojos buscando ansiosamente a la persona que más ansiaba ver.

Y ahí estaba ella, Aemma, su hija, una imagen viva de la madre que no había visto en años. La emoción llenó los ojos de Daenyra mientras se abrazaban con fuerza, un nudo en su garganta se deshizo con el calor del abrazo. "Aemma, mi tesoro, has crecido tanto."

Aemma la miró con ojos brillantes de alegría y asombro.

Jace se unió a ellos, abrazando a su prima con afecto. La reunión era un bálsamo para el corazón de Daenyra, una confirmación de que su familia aún podía encontrarse en medio de la tormenta.

Finalmente, Daenyra se separó de Aemma, su mirada buscando a Cregan Stark. Allí estaba él, el señor de Invernalia, con su mirada de acero y su presencia imponente. Los ojos de Daenyra se encontraron con los suyos, y en ese momento, el tiempo pareció detenerse.

En privado, en una sala cálida y acogedora, Daenyra y Cregan se encontraron a solas. La luz de las antorchas bailaba en las paredes de piedra, creando sombras y reflejos que danzaban alrededor de ellos. El ambiente estaba cargado de emoción, y Daenyra sabía que no había más tiempo que perder.

"Cregan", comenzó Daenyra, su voz resonando con sinceridad, "Durante todo este tiempo, en cada día y en cada noche, mis sentimientos hacia ti no han cambiado."

Cregan la miró con intensidad, sus ojos grises revelando una mezcla de sorpresa y esperanza. "Daenyra, eres la llama que nunca se apagó en mi corazón. He soñado con este momento."

Daenyra se acercó a él, sus manos temblando ligeramente. "Cregan Stark, señor de Invernalia, el hombre que siempre ocupó un lugar especial en mi corazón, te confieso que mi deseo más profundo es estar a tu lado, no solo como amiga, sino como tu esposa."

El corazón de Cregan latía con fuerza mientras absorbía las palabras de Daenyra. La emoción que había mantenido oculta durante tanto tiempo ahora brotaba a la superficie. "Daenyra, mi amada, mi corazón te ha pertenecido desde el primer momento en que te conocí. Sería el honor más grande de mi vida tenerte como mi esposa."

Las palabras de Cregan eran una música para los oídos de Daenyra. Los dos se abrazaron con fuerza, sus corazones latiendo al unísono. Habían esperado demasiado tiempo para este momento, y ahora, finalmente, estaban juntos.

En medio de la fortaleza de Invernalia, bajo el techo de piedra y las estrellas que brillaban en el cielo invernal, Daenyra y Cregan Stark se comprometieron el uno al otro. Era un nuevo capítulo en sus vidas, un capítulo de amor y promesas, unidos por el destino y la fuerza de sus corazones.

La princesa buscó por todo el castillo a su sobrino Jace para informarle de su compromiso con lord Stark, cuando encontró al joven príncipe andando junto a Sara Snow. Su mejor amiga en Invernalia parecía muy agradada de la compañía de Jacaerys pero Daenyra debía interrumpir. Ambos debían hablar ahora seriamente con Cregan sobre la guerra que acechaba la casa Targaryen y los siete reinos.

Madre de dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora