Mechoa - Propuesta de matrimonio

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Día 12 del Kinkflufftober del grupo Mechoa

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Memo vió a Andrés en el bar porque su amigo dijo que necesitaba hablar con él sobre algo. Hasta el momento habían pasado más de una hora bebiendo, platicando y pensó que Andrés mencionaría en algún momento aquel asunto del que necesitaban hablar.

Andrés suspiró y dejó su vaso de lado para verse un poco más serio.

—He estado tratando de pensar en una buena manera de decir esto, pero... pero no sé cómo, así que voy a hacerlo directamente.

—No adornes las cosas, solo dilo y ya.

—Rodrigo le va a proponer matrimonio a Leo.

Memo sorprendentemente logró no escupir la cerveza de su boca en cuanto escuchó a su amigo hablar.

—¿¡Qué!?

—Me pidió que fuera a comprar anillos con él este fin de semana.

—Bien por él —murmuró Memo mientras jugaba con su vaso.

—Esta es tu última oportunidad, Memo. Si no le dices nada ahora, después será demasiado tarde.

—¿Demasiado tarde para qué? No se casaría con él si no lo amara.

—No me parece que lo ame. Lo aprecia, sí, pero no lo ama, y todos sabemos que eso no va a funcionar. ¿Realmente podrás estar ahí como su invitado? ¿Podrás seguir siendo su amigo después de la boda? ¿Después de que formen una familia?

Andrés levantó la mano para que su amigo lo dejara terminar de hablar.

—La respuesta es no, y si habías pensado en decir sí es porque eso crees ahora, pero lo amas demasiado. Si desperdicias esta última oportunidad no tendrás más remedio que renunciar a él y eso te condenará, y a Lionel también. Él te ama, ¿sabes?

—Sí, de niño lo hizo. Ahora sólo me quiere como amigo y si se lo digo y él me rechaza, nuestra amistad se arruinará.

—Y si no haces nada también se arruinará en algún momento de sus vidas. Hazlo, ¿qué tienes que perder?

Memo rodó los ojos, sacó su billetera y arrojó el dinero sobre la mesa.

—Me tengo que ir —dijo agarrando su chaqueta para después caminar hacia la salida del bar.

Al llegar a su departamento, Guillermo arrojó sus llaves sobre el sofá tan pronto como entró y se dirigió a su habitación, se metió debajo de la cama y sacó una vieja caja de zapatos que tenía estampillas por todas partes. Levantó la tapa y miró dentro. Dejó a un lado todas las cartas que él y sus amigos habían intercambiado en la escuela, pasó las fotografías y todas las pequeñas baratijas que guardó, y finalmente encontró el pequeño huevo de plástico. Memo lo abrió y vertió el contenido en su mano. En su palma había un anillo de papel con una lentejuela roja.

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