Capitulo 4:

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Sé que dije que debía seguir con mi vida como si nada

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Sé que dije que debía seguir con mi vida como si nada. Pero han pasado tres días desde que pasó eso en la oficina y König ni siquiera me ha mirado ni cuándo me lo encuentro de frente en los entrenamientos y estoy empezando a perder la paciencia.

Hoy he tenido un día duro, entre los entrenamientos y los lapsos de comida ni he tenido tiempo de darme una ducha. Me siento cansada y frustrada.

Cuándo el entrenamiento de cuerpo a cuerpo termina con Horangi, me despido. Cuelgo mi bolso en mi hombro y me arrastro hacia las duchas. Hoy día ni siquiera lo he visto y luego Horangi dice que no ja estado en la base en todo el día resolviendo asuntos de afuera.

Ahhh...

Dejo mi bolso sobre una banca y abro mi casillero mientras me desvisto. A esta hora no hay nadie y si hay alguien no me importa, sinceramente.

Cierro mis ojos frustrada y me pongo una toalla alrededor del cuerpo mientras camino a un cubículo de la ducha. Me quito la toalla y la cuelgo a un costado mientras sumerjo mi cuerpo magullado por el ejercicio bajo la regadera.

Mi frente se apoya contra la pared y exhalo.

Diablos.

No me puedo creer a mí misma que esté así de frustrada por él. Porque me ignora. Porque no me mira. Ahhh... tengo que pensar en algo para volver a tenerlo.

Mis ojos se cierran mientras mi mano masajea mi cuello, es como si todavía sintiera sus dientes en mi cuello. La sensación de sus labios. Me vuelve loca. Mi mano baja por mis pechos, joder. Mis pezones están duros y no hay nadie que los muerda. Mi mandíbula se tensa con pesar cuando mi mano viaja a mis piernas.

Me muerdo el labio cuando froto mis dedos, no es difícil imaginarlo a él haciendo esto. Lo difícil es imaginar que mis dedos son los suyos. Porque no lo son. Pero logro arreglármelas, frotando ese punto dulce. Mis labios se separan y mis dedos se hunden en mi.

—Oh Coronel... — mierda, esto es vergonzoso pero no me importa. La necesidad que tengo es horrible — si...

Mi mano libre se sostiene de los azulejos y mis gemidos se acoplan con el sonido de la regadera.

Oh por Dios... — mis dientes presionan fuertes mi labio inferior. Y de pronto no son mis dedos son los de él, y puedo sentirlo tocarme y besarme — señor... se siente tan bien... — mi corazón palpita con fuerza —.

—¿Qué haces? —.

Mis ojos se abren de par en par con mi mano todavía en mi coño, mis dientes sueltan mis labios. Muevo mi mano pero otra más grande la sostiene en su lugar y un cuerpo duro y enorme se presiona en mi espalda.

Nein, Kätzchen... Continúa — Mis mejillas se tornan rojas y mi mente hace cortocircuito. Su espalda se recarga por completo contra la mía y sus brazos largos pasan por mi cabeza estampando las manos contra la pared de azulejos —.

𝑩𝑨𝑫 𝑹𝑶𝑴𝑨𝑵𝑪𝑬 ➝ 𝑲𝑶̈𝑵𝑰𝑮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora