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A primera hora de la mañana siguiente, Dream despertó temprano a George porque debían empacar, pero primero tenía que darle la noticia de que se mudarían.

Al hacerlo, George entreabrió la boca, sorprendido, con los ojos fijos en los de Dream buscando una explicación.

─¿Irnos de aquí? ¿Por qué...?

Dream lo conocía lo suficiente como para saber que la idea no le iba a agradar.

─Mi mamá me pidió que nos fuéramos de la casa, así que eso haremos ─dijo firme, pasando al lado del híbrido y buscando una maleta donde empacar.

─Espera, ¿fue por lo que hice anoche? ─tomó una pausa─ ¿Es por mi culpa?

Al ver que Dream se quedó inmóvil sin decir nada, George supo que era cierto. Si tan solo le hubiera hecho caso y no se hubiera ido de la habitación, nada de eso estaría pasando.

Agachó la cabeza, se sentía realmente culpable y se hundió tanto en sus pensamientos que no notó cuando Dream puso las manos en sus hombros y le habló suavemente.

─Sí, nos iremos por lo que hiciste anoche, pero de todas formas ya estaba pensando en mudarme desde hace tiempo.

─¿Estás seguro?

─Lo estoy ─trató de sonreírle, pero apenas fue notable─. Ahora empaquemos, ¿sí? Iremos a un lugar que estoy seguro de que te gustará.

Dicho y hecho, empezaron a empacar las cosas en una maleta. Cuando estaban por terminar, George fue a la cocina y guardó todos los duraznos que habían en una pequeña mochila que encontró en el armario de Dream, así como también las cajitas de leches que estaban en el refrigerador, porque sí, finalmente supo cómo abrirlo.

Antes de irse, la madre de Dream se les acercó para hablar. Su atención se vio dirigida hacia el azabache con un gorrito en la cabeza.

─Así que tú eres George ─dedujo, mirándolo de arriba a abajo─, el culpable de que mi hijo se vaya de casa.

─Quería irme hace rato, mamá ─aclaró.

─¿Podrías considerar una última vez deshacerte de él y quedarte conmigo? ─le dijo casi suplicante, pero Dream negó con la cabeza.

─Adiós ─se despidió secamente─. Nos vemos cuando entiendas que George es mío ahora.

Dream tomó a George de la mano y rodearon a la mujer para salir de la casa. Pidió un taxi que los dejó al frente de un edificio alto pero modesto.

─¿Todo esto es nuestro? Woah ─dijo George maravillado viendo todo el edificio.

Dream rió por la inocencia del chico.

─Viviremos aquí, pero en una pequeña sección ─ George frunció el ceño, confundido─. Ya verás.

Entraron por la recepción, saludaron al recepcionista y pidieron un ascensor. Cuando este llegó, Dream entró y George lo imitó dudoso. Pulsó el número cinco y subieron.

George mordisqueaba sus labios, nervioso por el nuevo lugar en el que estaba, pero ver al humano seguro y confiado lo hacía sentir un poco mejor.

Caminaron por un largo pasillo hasta que Dream se detuvo frente a una puerta. Introdujo un código e inmediatamente se abrió. Entró con la maleta seguido de George.

Era un departamento en donde la luz apenas llegaba a su interior repleto de polvo, el cual delató que ninguna persona había estado ahí en un largo tiempo. Sin embargo, tenía varias cosas esenciales adentro, como un sillón, una televisión, un refrigerador y más.

George estornudó al sentir su nariz picar.

─Limpiaré todo este polvo ─le dijo Dream, abriendo la ventana y sacando un paño─. Cúbrete la nariz, ¿sí?

El azabache obedeció y Dream sacudió todo el lugar, logrando que la mayor parte del polvo saliera del departamento. El resto se encargó de quitarlo limpiando con detalle cada rincón bajo la atenta mirada curiosa de George, quien estaba sentado en el sillón.

─Voy a desempacar ─avisó Dream, llevándose la maleta a la única habitación.

George abrió su pequeña mochila y dejó sus duraznos y cajitas de leche en el refrigerador. Fue a ver qué hacía Dream, quien desempacaba en silencio y ordenaba su ropa antes de ponerla en el armario.

─Dios mío, qué agotador ─se quejó George dramáticamente mientras se echaba en la cama boca arriba. Miró un cuadro en la pared que llamó su atención─ ¿Ese eres tú?

Dream lo ignoró y siguió ordenando la ropa, causando que se instaurara una punzada en el pecho del híbrido.

─¿Acaso... acaso estás enojado?

Susurró para sí mismo, pues Dream seguía sin contestarle.

Suspiró y se levantó de la cama en silencio para ir a la sala, donde se sentó en el sillón y agachó las orejas mientras se hundía en sus pensamientos.

No podía evitar echarse la culpa de todo lo que estaba pasando. Todo lo que había hecho desde que llegó a la vida de Dream era causarle problemas. Era un muy, muy mal gato y lo sabía.

Rato después, Dream terminó de ordenar la ropa y se quitó los audífonos, buscando con la mirada a George. Al ver que no estaba en la habitación, se alzó de hombros y comenzó a desempacar el resto de las cosas.

YOU CAN STAY ( DNF )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora