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Dream nunca se dio por vencido y los próximos días, continuó buscando a George sin descanso.

Los otros chicos lo ayudaron en un par de ocasiones, pero dejaron de hacerlo al caer en cuenta de que era un caso perdido. George no estaba en las calles y de nada servía seguir buscándolo día y noche en los mismos callejones porque sólo perderían el tiempo.

Claro que Dream no pensaba lo mismo. Pasó varios días faltando a la universidad y al trabajo para saltarse las comidas y recorrer las calles de la ciudad, con la esperanza de que George estuviera en una de ellas.

El peso de la culpa lo estaba matando. Él cometió un error muy grave al gritarle que no le importaba, y ahora estaba pagando las justas consecuencias.

Lo estaba carcomiendo por dentro no poder pedirle perdón a su gatito por haberle hecho tanto daño.

Su apariencia era un completo desastre. Su cabello no tenía una dirección definida y las ojeras bajo sus ojos mas la ropa que llevaba puesta, hacían que cualquiera lo confundiera con un vagabundo.

Incluso una señora se detuvo a darle un billete de mil dólares, pidiéndole que los gastara en algo útil, como comida o algo de ropa. Dream los aceptó sin tomarse la molestia de explicarle que no era un vagabundo, estaba demasiado deprimido como para hacerlo.

. . .

George le tenía miedo a Ian.

Habían sido numerosas las veces que el hombre intentó tocarlo sin su consentimiento o levantarle el suéter cuando estaba distraído, a lo que él lo rasguñaba para que apartara la mano.

Y aunque eso funcionaba, no quitaba el hecho de que George tenía que estar en alerta todo el tiempo para evitar que Ian le hiciera algo que no quisiera. Cerrar las puertas con seguro no servía de nada porque él las abría, y sentarse lejos de él no era una opción debido a que Ian lo seguía.

George estaba asustado por lo que él sería capaz de hacerle. Sólo quería volver a casa donde se sentía seguro, con Dream, pero ni siquiera podía ir al patio de la casa sin que Ian lo siguiera para que no escapara.

Ese día estaba acostado en la cama de su habitación, mirando el techo fijamente porque no tenía nada con qué distraerse, ni siquiera una televisión.

Levantó las orejas al escuchar la puerta abrirse. Ian entró y se apoyó del marco de la puerta.

─El almuerzo está servido ─avisó, pero su mirada se desvió a la provocativa posición en la que George estaba acostado.

Sus piernas estaban recogidas y abiertas, como si lo estuviera invitando a posicionarse entre ellas. Su carita inocente y al mismo tiempo temerosa fue lo que encendió algo dentro de él, subiéndose en la cama mientras se desabrochaba el cinturón.

─¿Q-Qué haces? ─agachó las orejas y se arrastró hasta pegar la espalda del respaldar de la cama.

─Me provocas a propósito, ¿no es verdad? ─dijo con una sonrisa que reflejaba placer ─ Me he estado aguantando las ganas de coger ese lindo culito que tienes, pero ya veo que tú también quieres hacerlo.

Ian sujetó ambos brazos de George para evitar que escapara. Este intentó forcejear, pero sólo logró lastimarse debido a que el hombre lo sujetó con más fuerza.

─¡Suéltame! ─dijo en medio de lágrimas saladas.

─Vamos, no te hagas el difícil ─se ubicó encima de él.

Antes de que pudiera restregarse de él, George mordió la oreja de Ian con sus colmillos, arrancándole un grito de dolor que lo hizo alejarse.

El híbrido se levantó de la cama rápidamente y se fue de la habitación, cerrando la puerta. Bajó las escaleras con prisa y llegó a la puerta de la casa, misma que abrió de golpe antes de huir tan rápido como pudo.

YOU CAN STAY ( DNF )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora